Marianne Faithfull, icono atemporal. Foto: Gijsbert Hanekroot (Getty Images)
Marianne Faithfull, icono atemporal. Foto: Gijsbert Hanekroot (Getty Images)

Fuera de Juego

Marianne Faithfull: una vida en tres actos

Hubo tres actos en la andadura de Marianne Faithfull por la vida, la música y el cine. Un primero, en la segunda mitad de la década de los sesenta, marcado por el folk y el pop, el swinging London, Mick Jagger, los Rolling Stones y “As Tears Go By”. Un segundo muy breve, a finales de los setenta, de recuperación y rock confesional tras los estragos de las drogas y las depresiones, cauterizadas momentáneamente con “Broken English” (1979). Y un tercero, a partir de los noventa, de reafirmación como artista de culto que abrazó varios géneros más –jazz, blues, estándares, cabaret– y contó con el respeto y colaboración de Damon Albarn, Jarvis Cocker, PJ Harvey, Nick Cave y Warren Ellis. Falleció ayer jueves, 30 de enero, a los 78 años.

Los orígenes de Marianne Faithfull (1946-2025) presagiaban una vida poco corriente, agitada y excitante, aunque en distintos y largos períodos esa agitación se volviera quiebra, oscuridad, adicciones, depresiones y un vagar doloroso tras haberlo sido todo o casi todo (presencia, artista, musa, icono) en los efervescentes años sesenta londinenses. Su madre, Eva von Sacher-Masoch, fue una baronesa austriaca, bisnieta de Leopold von Sacher-Masoch, autor de la novela sadomasoquista “La venus de las pieles” (1870), llevada al cine por Roman Polanski en 2013, al cómic por Guido Crepax e inspiración del tema de The Velvet Underground “Venus In Furs”. Eva se opuso al nazismo, abrazó la causa socialista y en sus años de juventud en Berlín trabajó con Max Reinhardt, Bertold Brecht y Kurt Weill, detalle más que significativo para el tercer acto en la vida de su única hija, nacida en el barrio londinense de Hampstead de la unión con Robert Glynn Faithfull, espía y oficial del ejército británico al que conoció en Viena recién concluida la Segunda Guerra Mundial.

Aunque parecía orientar sus pasos musicales hacia el folk, su naciente carrera dio un vuelco cuando, en 1964, a los 17 años, grabó su primer sencillo para el sello Decca con producción y arreglos de Andrew Loog Oldham, entonces mánager de The Rolling Stones. En la cara A está “As Tears Go By”, acreditado a Mick Jagger, Keith Richards y el propio Oldham. En la cara B “Greensleeves”, canción del folclore inglés. Voz triste pero sedosa y bucólicos arreglos de cuerda para un tema que le pertenece tanto a ella como a sus autores, algo que sería bastante habitual en su posterior carrera: hacer suyas, íntimamente personales, composiciones de otros. Los Stones la interpretarían en su álbum, “December’s Children (And Everybody’s)” (1965).

En 1964, a los 17 años, grabó su primer sencillo. Foto: CA / Redferns (Getty Images)
En 1964, a los 17 años, grabó su primer sencillo. Foto: CA / Redferns (Getty Images)

Para bien o para mal, Faithfull quedó adherida al ecosistema rollingstoniano, relación sentimental con Jagger incluida. Hubo un segundo siete pulgadas para Decca el mismo año y con idéntico productor que exploró, ahora sí, las raíces más folk de la incipiente cantante, con “Blowin’ In The Wind” de Bob Dylan, con voz dulce, guitarra acústica, sección de cuerdas y vientos, coros masculinos y campanillas, y la tradicional “House Of The Rising Sun”. En 1965 apareció su primer álbum, “Marianne Faithfull” (Decca, 1965), al que siguieron cinco más en apenas dos años: “Come My Way” (Decca, 1965), “Go Away From My World” (London, 1965), “Faithfull Forever…” (London, 1966), “North Country Maid” (Decca, 1966) y “Love In A Mist” (Decca, 1967). Aunque no es exactamente así: London era la filial que Decca había creado para el mercado estadounidense, y algunas de las ediciones norteamericanas de la cantante incluían o anticipaban temas de los álbumes ingleses. En esta época participó en el videoclip de “We Love You” (1967), canción de los Stones con filmación de Peter Whitehead: alterna imágenes de la grabación en estudio y un falso juicio con Brian Jones desmejorado, Richards luciendo la característica peluca de los jueces ingleses pero hecha de papel y un Jagger seductor e inquietante junto a una Faithfull con el pelo corto y fumando un larguísimo cigarrillo.

El cine también es importante en este período. Y con la vista puesta en Francia, lo que tiene su lógica porque en aquellos tiempos Faithfull podía reflejarse en el espejo con la francesa Françoise Hardy y la anglo-francesa Jane Birkin. Intervino como ella misma en “Made In USA” (1966), la particular revisión del cine negro a cargo de Jean-Luc Godard, con quien repitió en el excitante documento de creación musical y activación política “Sympathy For The Devil (One Plus One)” (1968), concebido a partir de la grabación del tema de los Stones. Tuvo un papel secundario en “Anna” (Pierre Koralnik, 1967), que a pesar de contar como pareja protagonista con los intérpretes de “Una mujer es una mujer” (Jean-Luc Godard, 1961), Anna Karina y Jean-Claude Brialy, tiene poco de godardiano. Más bien lo contrario, ya que el guion y banda sonora llevan la firma de Serge Gainsbourg. Como me ha comentado Felipe Cabrerizo, experto en los avatares de Gainsbourg, Faithfull fue la única que rechazó los envites amatorios y sexuales del autor de “Je t’aime... moi non plus”. La cantante explotó de la mejor forma su imagen más pop y rebelde en “La chica de la motocicleta” (Jack Cardiff, 1968), flirteos amorosos con su coprotagonista, Alain Delon, bien difundidos en la época.

Alain Delon, Marianne Faithfull y Mick Jagger, en 1967: preparando “La chica de la motocicleta” (Jack Cardiff, 1968). Foto: Express / Hulton Archive (Getty Images)
Alain Delon, Marianne Faithfull y Mick Jagger, en 1967: preparando “La chica de la motocicleta” (Jack Cardiff, 1968). Foto: Express / Hulton Archive (Getty Images)

Esta primera etapa se cerraría con un single lanzado en febrero de 1969, producido por Jagger y arreglado por Jack Nitszche. El primer tema no es tan significativo: una versión de “Something Better”, de Barry Mann y Gerry Goffin. El segundo sí lo es: “Sister Morphine”, la canción acreditada a Jagger, Faithfull y Richards, en este orden, que ya desvela su experiencia con las drogas. Los Stones la grabarían dos años después para uno de sus mejores discos, “Sticky Fingers” (1971). El sencillo apareció al mismo tiempo que el primer recopilatorio de la cantante, “The World Of Marianne Faithfull” (Decca, 1969), pero lo que debería ser la celebración de, hasta entonces, una brillante carrera no fue más que el prólogo para un largo intermedio marcado por la ruptura con Jagger, las drogas y la desaparición casi completa del panorama musical y cinematográfico.

El segundo acto en la vida de Faithfull empieza una década después, cuando tras un período de adicción y depresión, con la grabación de discos fantasma como “Rich Kid Blues” (1971; rechazado por la discográfica en su momento y publicado en 1985 junto a material proveniente del álbum “Faithless”) y la participación en varios filmes de escasa repercusión –“Hamlet” (Tony Richardson, 1969)– o alternativos –el mediometraje “Lucifer Rising” (Kenneth Anger, 1972)–, regresa con “Broken English” (Island, 1979), una crónica absolutamente personal aunque solo firme dos de las ocho canciones. Una película corta de Derek Jarman acompaña la promoción del disco muy en sintonía con la nueva imagen que depara la cantante. Dura doce minutos y se titula “Broken English. Three Songs By Marianne Faithfull Filmed By Derek Jarman”. Es más un corto con tres narraciones independientes que un videoclip al uso, con sexualidades, religión, ritos páganos y máscaras (para ilustrar “Witches’ Song”), un maravillado paseo por Londres (“The Ballad Of Lucy Jordan”) e imágenes documentales en blanco y negro de fascismos, guerra, disturbios y pobreza (“Broken English”).

En 1974: mala época. Foto: Hoare (Getty Images)
En 1974: mala época. Foto: Hoare (Getty Images)

Los siguientes discos, de sonido más soft e imaginería menos cruda –“Dangerous Acquaintances” (Island, 1981), “A Child’s Adventure” (Island, 1983)–, no estuvieron a la misma altura de esta reaparición-confesión. La oscuridad seguía agazapada, aunque hubo otro breve momento de esplendor procedente del cine, pero no de la actuación. Tras el inesperado éxito de “Elígeme” (1984), su director, Alan Rudolph, discípulo de Robert Altman, rodó un filme en similar línea, “Inquietudes” (1985): un policía que ha pasado años en la cárcel, la ciudad de Rain City, el café de Wanda, figuras de los suburbios con tupés muy pop, estética de neo-noir, iluminación influida por la pintura de Edward Hopper, reparto cool con Keith Carradine, Kris Kristoferson, Lori Singer, Geneviève Bujold y Divine… Pero la mejor baza de esta estilizada y posmoderna película residía en la banda sonora que compuso Mark Isham y en el tema principal, cantado en distintas versiones por Faithfull, voz rota navegando entre sintetizadores flotantes y el fraseo de una trompeta de jazz noctámbulo. Su voz de contralto, la más grave, había quedado definitivamente encallecida por la experiencia autodestructiva, como la voz y la forma de tocar la trompeta de Chet Baker cambiaron tras tantos años de heroína y de recibir una paliza que lo dejó prácticamente sin dientes. Puede parecer una imagen romantizada del lado salvaje, pero es la realidad.

Las drogas fueron un elemento más en una existencia baqueteada con tres divorcios, la relación con Jagger, un cáncer, hepatitis C y, en los últimos años, neumonía y COVID persistente. Pero si en la vida de todo estadounidense hay siempre una segunda oportunidad, en la de la cantante y actriz británica hubo una tercera. Hal Willner fue sumamente importante en esta recuperación al producir “Strange Weather” (Island, 1987), obra en la que cristaliza la rehabilitación personal y la reinvención musical. Es el inicio de una nueva etapa como artista madura y de culto, venerada por músicos de distintas generaciones –el punk ya latía en “Broken English”– y en la que curiosea en las más variadas texturas musicales, aunque el jazz, la música de teatro y el cabaret se impongan en los momentos más álgidos en este tercer y definitivo acto de reconciliación consigo misma y con el mundo, en el que hubo miradas al pasado sin rabia, nostalgia o melancolía.

Marianne Faithfull actuando en Nueva York en 1987: “Strange Weather”. Foto: Rita Barros (Getty Images)
Marianne Faithfull actuando en Nueva York en 1987: “Strange Weather”. Foto: Rita Barros (Getty Images)

Willner ya la había hecho partícipe de uno de sus primeros discos conceptuales de tributo, “Lost In The Stars. The Music Of Kurt Weill” (1985), en el que interpretó junto a Chris Spedding “The Ballad Of The Soldier’s Wife”. Si su madre pudo hablarle en su infancia de Weill y Brecht, el fallecido productor le proporcionó las condiciones perfectas para empezar a versionarlos. Una década después Faithfull publicaría “The Seven Deadly Sins” (RCA Victor, 1998), versión del ballet cantado de Weill “Die Sieben Todsünden” (“Los siete pecados capitales”, 1932) interpretado con la Vienna Radio Symphony Orchestra, y con el añadido de cuatro canciones del compositor, entre ellas las emblemáticas “Bilbao Song” y “Alabama Song”. Willner también le produjo el magnífico directo “Blazing Away” (Island, 1990), grabado en concierto en una catedral de Brooklyn; contó con ella como una de las narradoras –junto a Christopher Walken, Diamanda Galás, Iggy Pop, Gavin Friday, Abel Ferrara, Deborah Harry y Jeff Buckley, entre otros– de “Closed On Accounts Of Rabies. Poems And Tales Of Edgar Allan Poe” (1997) y de otro spoken word, “Give Me Your Hump! The Unspeakable Terry Southern Record” (2001) –Faithfull lee una escena ambientada en la casbah–; la integró en su mayestático homenaje al cineasta y musicólogo Harry Smith, “The Harry Smith Project. Anthology Of Folk Music Revisited” (2006), con una lectura de “Spike Driver Blues”; participó con Nick Cave en la producción de tres cortes de “Before The Poison” (Naïve, 2004) y produjo íntegramente “Easy Come, Easy Go” (Naïve, 2008) y “Horses And High Heels” (Naïve, 2011). No es de extrañar que el último disco de la cantante, “She Walks In Beauty” (BMG, 2021), grabado con Warren Ellis a partir de textos de Lord Byron, John Keats, Percy Shelley, el artúrico Lord Alfred Tennyson y otros poetas románticos, esté dedicado a la memoria de Willner.

Esta etapa de renacimiento, maduración y esplendor, por fin un período largo sin polvo blanco y agujas ni licores blancos o ambarinos, tomaría muchas formas. El devocionario por Weill y la música de teatro y cabaret de entreguerras; la poesía inglesa romántica; la estilización de “A Secret Life” (Island, 1995) –para el que, siempre curiosa, siempre inquieta, contó con la producción, composición y orquestación de Angelo Badalamenti en otra vuelta de tuerca a su nuevo sonido– y el espectáculo de voz y piano capturado en “20th Century Blues” (Reverso-BMG-RCA Victor, 1996), con Paul Trueblood al piano, temas de Weill, Noël Coward, Friedrich Hollander y Harry Nilsson. Fue grabado en directo en la sala New Morning de París y mezclado en un estudio vienés: la vieja y la nueva Europa.

En 1996: tiempo del espectáculo “20th Century Blues” Foto: Paul Bergen (Getty Images)
En 1996: tiempo del espectáculo “20th Century Blues” Foto: Paul Bergen (Getty Images)

Hubo también reaparición cinematográfica. No fue la mejor con “Una vuelta de tuerca” (Rusty Lemorande, 1992), nueva y sosa adaptación de “Otra vuelta de tuerca” de Henry James, con Patsy Kensit como la joven institutriz y Faithfull de narradora. Más interesantes resultarían sus posteriores cometidos, así como los filmes en sí mismos: “When Pigs Fly” (1993), una comedia con elementos fantásticos dirigida por Sarah Driver, producida por la pareja de esta, Jim Jarmusch, y con música de Joe Strummer; “Intimidad” (Patrice Chéreau, 2001), según la novela de Hanif Kureishi; “Su hermano” (2002), nueva colaboración con Chéreau, aunque en este caso proporcionando solo la canción “Sleep”; “María Antonieta” (Sofia Coppola, 2006); el episodio de Gus Van Sant ambientado en el barrio del Marais del filme colectivo “Paris je t’aime” (2006), y, sobre todo, su protagonismo absoluto en “Irina Palm” (Sam Garbarski, 2007). Uno de sus últimos trabajos en cine fue poner voz a los ancestros de las Bene Gesserit en “Dune” (Denis Villeneuve, 2021).

El carrusel de gente interesada en ella que quiso escribirle y producirle canciones empezó en el álbum “Kissin Time” (Hut-Virgin, 2002), con Damon Albarn, Billy Corgan, Jarvis Cocker, Beck y Étienne Daho sumados a la causa. Rendición absoluta de las generaciones posteriores, y con Marianne mirando al pasado en la sentida y sintetizada “Song For Nico”. Resultó igual de relevante en “Before The Poison”, con PJ Harvey, Nick Cave y Albarn. Ya antes, en 1997, había participado por sorpresa en el disco de Metallica “Reload” (1997) y en el videoclip de la canción en la que hace coros, “The Memory Remains”, realizado por Paul Andresen: es la mujer vestida de forma muy circense que recoge el dinero para que los cuatro miembros de la banda se suban a una plataforma pendular sobre la que tocan el tema.

En 2008, “Easy Come, Easy Go”. Foto: Patrick Swirc
En 2008, “Easy Come, Easy Go”. Foto: Patrick Swirc
Con “Easy Come, Easy Go” se sumó al arte de la versión ecléctica apadrinada por Hal Willner, “18 songs for music lovers” con temas de Brian Eno, Dolly Parton, Duke Ellington, Merle Haggard, Randy Newman, Morrissey, Traffic y Leonard Bernstein-Stephen Sondheim. En una de las piezas de “Horses And High Heels”, “Back In Baby’s Arms” de Allen Toussaint, la guitarra la pone Lou Reed, quien vivió experiencias wild side en Nueva York en la época en la que Faithfull empezaba a tenerlas en un Londres cada vez menos swinging. Se acordó de su ciudad en el título de “Give My Love To London” (Naïve, 2014), otra ración de baladas pop con incesante goteo de colaboraciones ilustres (Adrian Utley, Anna Calvi, Mick Jones, Cave, Rob y Warren Ellis, Roger Waters, Eno), y planteó “Negative Capability” (Panta Rei-BMG, 2018) como una suerte de corolario en el que cada vez jugaban un papel más importante Cave & Ellis mientras ella se dedicaba a desempolvar temas propios –“As Tears Go By”, “Witches’ Song”–, versionaba al Dylan de “It’s All Over Now, Baby Blue” –tema que ya había incluido, junto a “Visions Of Johanna”, en “Rich Kid Blues”–, firmaba una canción con Mark Lanegan y otra de reinas hadas gitanas con Cave. Después de “She Walks In Beauty” hubo tiempo para un disco que recoge varias de sus actuaciones en la primera década del siglo XXI en el festival de jazz de Montreux,“The Montreux Years” (Montreux Sounds-BMG, 2021), y un doble recopilatorio cuyo título podría haber sido el de cualquiera de sus tres libros de memorias: “Songs Of Innocence And Experience 1965-1995” (Universal, 2022). ∎

Cantante, actriz, presencia, musa… Cuatro discos y dos películas

“Marianne Faithfull”
(Decca, 1965)

Disco pop por excelencia, ornamentado sin sobresaltos ni rupturas, no solo tiene en “As Tears Go By” la máxima representación de lo que empezó haciendo Faithfull. “If I Never Get To Love You”, de Burt Bacharach-Hal David, cuenta con interesantes inflexiones vocales que se oponen a los previsibles violines y coros. Por el contrario,“Downtown”, de Tony Hatch, suena como siempre la hemos escuchado en otros cantantes. “Come And Stay With Me”, de Jackie DeShannon, es una auténtica delicia que se aparta un poco del tono más teen que posee parte del disco, y la versión del clásico “Plaisir d’amour”, empezada en francés y seguida en inglés, irradia sentimiento y frescura.

“Broken English”
(Island, 1979)

Portada muy gráfica: Marianne, atrapada en sombras de color azul, se tapa los ojos y esgrime un cigarrillo cuyo fulgor rojizo destaca en el azul casi negro de la foto. Vuelta a empezar de la mano del John Lennon de “Working Class Hero”; del poeta, escritor y dibujante Shel Silverstein de “The Ballad Of Lucy Jordan” –los arreglos de cuerdas son aquí bien distintos a los de su época pop–; del bajista Ben Brierley (miembro de los primeros The Vibrators y marido de Faithfull entre 1978 y 1986) en la aceitosa “Brain Drain” y, claro, de la canción que da título al disco, de apariencia fluida y guitarras muy rítmicas, pero una proclama clara: ¿para qué o por qué luchas?

“Strange Weather”
(Island, 1987)

Hal Willner le facilitó el ambiente perfecto para desarrollar un estilo más intimista, de delicadas texturas sonoras que subrayan con tacto la voz rota de la artista. “Strange Weather”, tema de Tom Waits y Kathleen Brennan, es un ejemplo perfecto: Faithfull canta con esa entonación entre profunda y distante mecida por los arpegios de guitarra eléctrica de Bill Frisell, el bajo constante pero sigiloso de Fernando Saunders y los toques de acordeón de Garth Hudson, fallecido el pasado 21 de enero. El mismo tono envuelve la remozada lectura de “As Tears Go By”, ahora con el acordeón de William Schimmel y el mismo contrapunto de Frisell. Dr. John acompaña al piano en “Love, Life And Money” y la deja versionar su “Hello Stranger”, coescrita con Doc Pomus, en la que toca el piano eléctrico y Robert Quine proporciona una guitarra tan bluesy como acerada.

“Before The Poison”
(Naïve, 2004)

Antes de que el veneno haga su efecto y lo corroa todo… No hay duda de que “The Mystery Of Love” es un tema de PJ Harvey, en acepción introspectiva, y que “My Friends Have” también lleva la firma de la de Bridport, en intensidad eléctrica. Pero lo maravilloso de este disco es que, aun reconociendo totalmente el estilo de sus compositores –los coros de Polly Jean en el segundo tema lo refuerza, por si quedaba alguna duda–, no deja de ser una obra de Faithfull, que se adapta a los demás procurando que ellos se adapten a ella. Lo mismo ocurre con las canciones escritas por Nick Cave: imaginamos “Crazy Love” entonada por el australiano pese a que la voz de Faithfull la hace tan íntimamente suya. El tema que le escribe Damon Albarn, “Last Song”, tiene aires de folk renacentista, y “City Of Quartz”, con música de Jon Brion, adquiere la gracilidad de una nana infantil con piano de juguete y un dictáfono analógico.

“La chica de la motocicleta”
(Jack Cardiff, 1968)

La actriz inocente. Dos años después de que Nancy Sinatra protagonizara con Peter Fonda una de las películas clave del cine de moteros, “Los ángeles del infierno” de Roger Corman, Faithfull hacía lo propio con “La chica de la motocicleta”, en el papel de una mujer casada que, embutida de cuero negro –el filme se rodó con el título de “Naked Under Leather”– y montada en una Harley-Davidson, rompe con su marido y viaja hasta Hamburgo. Asfalto, motos, psicodelia y libertad sexual. Alain Delon le baja con la boca la cremallera de su traje en una imagen del erotismo de la época.

“Irina Palm”
(Sam Garbarski, 2007)

La actriz consciente. En 2007, con 61 años, asumió un personaje cinematográfico que si no fue escrito a su medida, poco le falta. Encarna a una viuda londinense que, necesitada de dinero para costear el tratamiento médico de su nieto, acaba ejerciendo de prostituta y convirtiéndose en una de las más solicitadas. No es una gran película, demasiado amable cuando demanda hostilidad, demasiado agresiva cuando pide calma, pero tiene un portentoso trabajo de una Faithfull que asumía, en el cine, la imagen desgarrada que ya había encauzado en la música. ∎

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