¿Qué ocurre cuando una artista se siente como una extraterrestre en su propia ciudad? Con “Altogether Stranger”, Lael Neale parece ofrecer una respuesta a esta inquietud. Su tercer álbum para Sub Pop es un ejercicio de introspección, un diario auditivo de su retorno a Los Ángeles tras haber pasado años sumida en la tranquilidad rural de Virginia. Tras el minimalismo etéreo de “Acquainted With Night” (2021) y el pulso eléctrico de “Star Eaters Delight” (2023), este nuevo trabajo es un retrato de la alienación y la búsqueda de significado en medio de la gran ciudad. Grabado en las primeras horas del día, cuando Los Ángeles aún respira en silencio, el álbum captura la quietud de un amanecer urbano, desnudando los restos y las sombras que habitan la ciudad.
Desde el primer acorde de “Wild Waters”, el Omnichord de Neale, un instrumento casi místico por su simplicidad, se despliega como una extensión de su propio ser. Este instrumento, introducido por Suzuki en 1981 y popularizado por figuras lo-fi como Daniel Johnston y Damon Albarn, se convierte aquí en el corazón del álbum. La combinación de sus acordes predefinidos con la textura granulada del strumplate táctil crea una vibración electroacústica que no solo desafía la precisión de la producción digital moderna, sino que arrastra al oyente a un lugar donde la materia se disuelve en lo etéreo, y todo lo que queda es una vibración inexplicable. La presencia del Omnichord en este disco recuerda tanto a las primeras exploraciones de Broadcast como a las experimentaciones de Damon Albarn en solitario, invitando a una inmersión que se siente tanto en la piel como en el aire, como si todo estuviera suspendido entre lo real y lo inalcanzable.
La canción “All Good Things Will Come To Pass” sigue esta línea, con una estructura que remite a las baladas de Karen Dalton pero con un filo casi punk en su desdén por el perfeccionismo. El tema avanza sin adornos, permitiendo que cada acorde se deslice libremente, como si la canción misma pudiera desmoronarse en cualquier momento.La producción cruda de Guy Blakeslee aquí evoca la estética de los primeros trabajos de Spacemen 3, esos momentos de exploración en los que lo imperfecto y lo crudo se convierten en una característica del sonido.
En la primera mitad del álbum, la influencia de la estética motorik se deja sentir en canciones como “Down On The Freeway” y “Sleep Through The Long Night”. Aquí, la repetición rítmica y la sensación de movimiento se hacen evidentes, evocando la mecánica tensión de las primeras grabaciones de Kraftwerk, pero con un enfoque más terrenal y humano. La repetición de los acordes y las percusiones orgánicas en estas piezas crea un estado casi trance, un ritmo constante que, como en las composiciones de The Velvet Underground, genera una atmósfera de melancolía urbana. La conexión con Moe Tucker, cuya percusión rudimentaria en los primeros discos de VU prefiguraba el movimiento motorik, es clara en estas canciones, especialmente en el pulsante “Down On The Freeway”, donde la repetición casi hipnótica se convierte en una suerte de mantra que refleja la desconexión y la constante búsqueda de significado en la ciudad.
Una curiosidad interesante de “Altogether Stranger” es que muchas de las canciones fueron grabadas en tomas únicas, capturando la inmediatez y la fragilidad del momento. Neale utilizó su Omnichord de maneras no convencionales, aprovechando sus limitaciones para crear texturas únicas. En “Down On The Freeway”, por ejemplo, grabó los acordes a través de un pequeño amplificador de transistores y una cinta de eco analógica, un guiño a las primeras grabaciones de The Velvet Underground. El sonido es saturado y abrasivo, pero cálido, recordando a las exploraciones lo-fi de Spacemen 3 y a la estética de grabaciones caseras que fueron fundamentales en los años sesenta y setenta.
La conexión entre espacio y creación también se convierte en un tema clave en el proceso de grabación. El álbum se registró casi en su totalidad en un bungalow en las colinas de Los Ángeles, donde Neale no solo grababa música, sino también pintaba y escribía. En sus palabras, este entorno íntimo fue fundamental para el proceso del disco, comparando su rutina diaria con la “Art Life” de David Lynch, otro habitante ilustre de la ciudad. Esta conexión entre el espacio físico y la creación artística se siente profundamente en cada acorde de “Altogether Stranger”, como si la ciudad misma, en su caos y belleza, se filtrara en las composiciones.
A medida que el álbum avanza, la atmósfera se suaviza en temas como “New Ages” y “All Is Never Lost”, que recuperan el aire pastoril de “Acquainted With Night” pero con una resignación palpable. Aquí, Neale parece encontrar consuelo en la repetición, como si el acto mismo de cantar pudiera conjurar una especie de claridad en medio de la incertidumbre. En la canción final, “There From Here”, ofrece un suspiro que se siente tanto a despedida como a reconciliación. Es un cierre abierto, como el aire denso de un aeropuerto al amanecer, donde las voces se mezclan con el frío metálico de los pasillos y los anuncios distantes. Es un himno a la transición, a los espacios de nadie, a ese limbo entre el deseo de huida y el peso de lo que dejamos atrás.
Lael canta sobre almas atrapadas en un purgatorio moderno, donde las promesas de destinos lejanos se sienten tan frágiles como los recuerdos de aeropuertos vacíos. “I eat, but I’m always hungry” captura esa inquietud, mientras el verso final, “Sit beside me, here in economy / And wake me before I go to sleep”, se convierte en una plegaria mínima, un pedido de compañía en medio del aislamiento.
En definitiva, este es un disco para quienes buscan algo en medio del caos, para aquellos que, incluso sintiéndose extranjeros en su propia vida, se niegan a dejar de buscar conexión. ∎