Adam Horovitz, el Ad-Rock de los Beastie Boys, dejó escrito que el jamaicano
Lee Perry es el primer productor que respondió al modelo de científico loco. No solo eso: también el que con mayor arrojo ha explorado el potencial hipnótico del sonido y el precursor junto a King Tubby, padre putativo del dub, de una concepción instrumental del estudio clave en el posterior desarrollo de la electrónica y del hip hop.
“Yo solo soy un ingeniero, una marioneta: la música lo hace todo”, dijo una vez justificando un ritual de ascendencia casi vuduista que le ha llevado a involucrarse directa o indirectamente en cerca de mil quinientas referencias. Una obra monumental incluso en sus apartados autoral e interpretativo que, desde mediados de los noventa, ha sido objeto de múltiples exhumaciones y que ahora, tras la adquisición por parte del emporio Sanctuary de una de sus principales licenciatarias europeas, el sello Trojan resucita en todo su esplendor gracias a esta estupenda caja de cuatro CDs, un complemento perfecto para el
“Arkology” (1997) que Rockdelux situó en el número 98 de los mejores discos del siglo XX.
Aunque Chris Blackwell, “vampiro” al mando de Island, se aseguró una opción preferencial sobre el material concebido en Black Ark (el santuario que, en homenaje al Arca de la Alianza, Perry construyó y destruyó con sus propias manos), no pocas grabaciones quedaron excluidas del acuerdo de distribución y, por tanto, del aquel referencial triple CD. Haciendo justicia a su subtítulo,
“I Am The Upsetter. The Story Of The Lee ‘Scratch’ Perry Golden Years” recupera las más distinguidas y las enmarca en un repaso cronológico a la década en que la música jamaicana se lanzó a la conquista del espacio.