Rats On Rafts –“ratas en balsas”– cumplen en “Deep Below” con el canon neogótico, o sin el “neo”, en su vertiente más sobria, aquella que trata de evitar el cartón piedra y prefiere un buen abrigo de franela gris. Si en su anterior álbum, el pospandémico “Excerpts From Chapter 3. The Mind Runs A Net Of Rabbit Paths” (2021), los holandeses optaban por un ejercicio de new wave más colorido, “Deep Below” gira la mirada a su Europa crepuscular inclinándose por los tiempos medios, las sombras alargadas y las perspectivas somnolientas. El hecho de que trabajen en el aislamiento de un sótano puede que haya tenido reflejo en la música.
La sensación que transmite su cuarto álbum en estudio –en 2022 sacaron “Visions Of Chapter 3. Live At TivoliVredenburg” a través del sello propio Kurious Recordings– es que una cuidada atmósfera, lánguida y psicodélica, se impone sobre las canciones mismas. Algo parecido pasaba con la llamada “trilogía siniestra” de The Cure, que, sin embargo, contenía canciones memorables. Una cohesión sonora similar destaca en “Deep Below”, donde no hay canciones tan buenas pero sí destacables como “All These Things”, que recuerda en sus primeros compases a los New Order más primitivos antes de incorporar rasgos de rock gótico –guitarras disonantes a lo Bauhaus o los trémolos eléctricos de Cocteau Twins– con altas dosis de dream pop –algo así como Beach House antes de sufrir un buen susto–.
Pero Rats On Rafts no es un grupo sin sentido del humor. Lo demuestra el single “Last Day On Earth” (2015), con aquella portada que parodiaba la de “Nancy & Lee” (Reprise, 1968) y una versión tremebunda de “Some Velvet Morning” en la cara B. Claro que salió en un momento más optimista que el actual –parece que no levantamos cabeza desde el COVID-19–, a pesar de aquel título distópico. También tendríamos que retrotraernos quizá a “The Moon Is Big” (2011) para encontrar un álbum tan redondo como “Deep Below”, aunque el disco de debut de la banda de Róterdam casara más con el sonido post-punk de los primeros Echo & The Bunnymen. Esta vez son The Cure, de nuevo en la cresta de la ola cenicienta, quienes resuenan en cortes como “Japanese Medicine” –¿recuerdan un disco de la banda de Crawley titulado “Japanese Whispers” (1983)?– con su marea reverb, escalas marciales y sintes surgidos del frío –ese Eminent String Ensemble–. Se trata de una reflexión del letrista David Fagan sobre el pasado y cierta amistad perdida.
La solitaria “Voiceprint”, con sus dos notas de órgano, recuerda a los Eyeless In Gaza más minimalistas hasta que entran esas notas tan repertoriales de bajo eléctrico a lo Simon Gallup que también heredó el shoegaze. Solo “Nature Break” proyecta un poco de luz desde las profundidades del álbum, y hasta podría llegar a sonar como The Go-Betweens en la fase asonante de “Before Hollywood” (1983). “Sleepwalking”, la última pieza, funciona como digno corolario. Lo que empezó como una versión de la entrañable “7-11”, de Ramones, acaba pareciéndose a un corte del último disco de Robert Smith cuyas portadas –la escultura sideral y el solitario caracol– guardan también cierto parecido. Es probablemente el mejor corte de “Deep Below”, un álbum de circulación lenta cuya mezcla ha sabido evitar el enmarañamiento habitual de un género que tiende a confundir intensidad con exaltación aunque las voces no se entiendan demasiado. ∎