Álbum

The Hanging Stars

Hollow HeartLoose, 2022

No vamos a engañarnos, envejecer es un proceso netamente funesto. Significa que te vas quedando sin tiempo. Pero también tiene cosas buenas. Por ejemplo, favorece la comprensión de ciertas cosas, como “Hollow Heart”, el cuarto álbum de estos londinenses greñudos con sombreros de ala ancha que se hacen llamar The Hanging Stars. Un disco cuyo título fue empleado ya en 1988 por tipos afines, pero más pulidos, como The Weather Prophets, y un nombre de la banda que quizás se inspira en una de las canciones póstumas de Nick Drake, “Hanging On A Star” (1974), que de vaquero tenía bien poco. Pero retrasando todavía más el reloj, llegamos a lo más evidente, las armonías vocales, sonoridades, acordes y progresiones de The Byrds –escuchen su marca de agua en “Hollow Eyes, Hollow Heart”–. En definitiva, “Hollow Heart” es un disco que seguramente aburra a los amantes de “Motomami”, provoque el éxtasis en las zonas más veteranas de orden bucólico, o simplemente guste mucho a los catadores sin complejos de la buena música.

Vamos, que The Hanging Stars practican una americana tradicional hecha a base de ingredientes que retrotraen al country-rock más melancólico y psicodélico, como el de Gram Parsons y Michael Nesmith, o al de visitantes al lejano Oeste como Bert Jansch –recuerden su grandioso “L.A. Turnaround”, de 1974–, ejemplo más idóneo todavía por la traslocación de la que son capaces los británicos, y con mucho más énfasis estos nuevos cowboys de ciudad. Menú delicatessen pero pasado de moda del que comieron y bebieron en algún momento una miríada de bandas anglosajonas como The Dream Syndicate –escuchen “Radio On”–, Mick Head y sus diferentes reencarnaciones –“Weep And Whisper”–, The Stone Roses –“Ava”–, Teenage Fanclub –“Black Light Night”–, o los más negroides Orange Juice de un Edwyn Collins que homenajeaba con orgullo el flequillo de Roger McGuinn en “Felicity”. Por su lado, el rendido quinteto ha dejado de darle al sonido Love, muy presente en el menos refinado “A New Kind Of Sky” (2020), pero ahora se atreven con The Doors en “You’re So Free” o “I Don’t Want To Feel So Bad Anymore”.

Es en los estudios Clashnarrow que Collins posee en Helmsdale, población situada en el gélido nordeste costero de las Highlands, y con la ayuda de su mano derecha, el ingeniero y multinstrumentista Sean Read, al que The Hanging Stars ya han recurrido en el pasado, dónde y cómo se ha grabado este casi ucrónico “Hollow Heart”, prueba palpable de cómo habría sido la música pop-rock de habernos saltado casi toda su evolución desde principios de los 60 hasta la actualidad. Por tanto, el aprecio por esta banda ha de focalizarse en aspectos que la estética modal identificaría como “repertoriales”, léase, su gran fuerza evocadora, riqueza de arreglos, donde no faltan las guitarras trenzadas y steel, pero tampoco los sintetizadores –“Rainbows In Windows”–, en su descaro a la hora de revisitar un sonido aquilatado con el mérito indubitable de haber perdurado durante décadas en el imaginario colectivo –¿quién no ama a Big Star?–, o en su capacidad para hacerlo de forma convincente, y seguramente memorable, nada menos que desde la lóbrega Albión, acuñando a fuego de épica su propio “dream country brit”. ∎

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