Cuaderno de sentimientos.
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En portada

La Bien Querida

“Me siento en tierra de nadie”

Fotos: Alfredo Arias

13.05.2025

En su nuevo disco, “LBQ”, Ana Fernández-Villaverde se ha dejado de salsas y bachatas y ha regresado al terreno que con tan firme paso transita desde hace más de 15 años: el de la canción de autor indie con letras que destripan con delicadeza sentimientos de todo tipo. Hablamos con ella –y con su productor, David Rodríguez– de este confortable retorno, romanticismo, las mujeres en la música, superar la barrera de los 50, su hija Estrella, la posibilidad de convertirse en una artista mainstream y las colaboraciones con calzador. “Son un coñazo”, decreta. Este jueves 15 de mayo actúa en Rivas Vaciamadrid.

E

n su anterior disco, “Paprika” (Sonido Muchacho, 2022), La Bien Querida probó a trastear con ritmos latinos en un giro que, aunque no especialmente drástico, la alejaba de su sonido habitual, cercano al pop indie pero con atisbos de canción melódica o de autor de los setenta. Tres años después, Ana Fernández-Villaverde (Bilbao, 1972) regresa al redil con “LBQ” (Sonido Muchacho, 2025), un álbum que supone un rencuentro consigo misma a través de una nueva entrega de historias que destripan sentimientos. Materializar ese retorno ha sido, asegura, el principal objetivo a la hora de dar forma a las canciones.

Así como en ‘Paprika’ nos ayudó Sergio Pérez (coproductor de ese álbum junto al acostumbrado David Rodríguez) porque nos metimos en el berenjenal de la bachata y la salsa, en este disco queríamos hacerlo todo nosotros, sin ayuda extra. Aunque no siempre se entra a grabar con una idea predeterminada, sí queríamos volver a hacer una cosa no pequeña pero que comparada con lo anterior, que tenía más ambición, fuera menos ambiciosa, más sincera y artesanal. Volver al indie, entre comillas”, explica.

Una voz ronca a la espalda del periodista se apresura a apostillar. Es la de David Rodríguez, quien, escoltado por una perra, nos acompaña sentado a la mesa en torno a la cual se desarrolla la entrevista. “La idea final era hacer un disco bonito”, desliza tímidamente, sin estar del todo convencido de si tiene vela en este entierro. “Ana tiene una voz bonita. En los discos anteriores había más experimentos”. El periodista considera que claro que tiene vela entre otras cosas porque es el responsable del sonido de los discos de La Bien Querida, por lo que le invita a unirse a la charla, algo que hace a tiempo parcial y dando algún titular de los de sentar cátedra.


“Aunque no siempre se entra a grabar con una idea predeterminada, sí queríamos volver a hacer una cosa no pequeña pero que comparada con lo anterior, que tenía más ambición, fuera menos ambiciosa, más sincera y artesanal. Volver al indie, entre comillas”



El caso es que a David Rodríguez –conocido por su trabajo como La Estrella de David, también por haber formado parte de grupos como Bach Is Dead, Beef o Telefilme– no le falta razón: mientras otros muchos artistas se aferran al feísmo para justificar lo que de moderno pueda tener su música, La Bien Querida domina el bonitismo, y vuelve a demostrarlo en su nuevo disco. O dicho de otro modo: canciones bonitas sin desmerecer una cuidada producción constituyen la esencia de la carrera de esta solista que va ya por su octavo larga duración. “Creo que conseguimos ese equilibrio”, dice. “Intento hacer melodías bonitas, que es lo que más trabajo lleva. Y letras que digan algo de forma sencilla”.

Las letras de “LBQ”, como se ha dicho, abordan sentimientos, y no solo de amor o desamor. El tema que abre el álbum, “Ni bien ni mal”, plasma la alegría de lo cotidiano. “Es más introspectiva”, describe ella. “Pero también es que vivimos un momento en que queremos sentir emociones superbestias todo el rato, y a veces cuando mejor te sientes es cuando no estás ni bien ni mal. Nos están bombardeando todo el rato con desear cosas, lo que genera cierta sensación de insatisfacción”. El vídeo de la canción, rodado en un entorno rural, refuerza esa noción mostrando a la adusta Ana como pocas veces: sonriendo (también sonríe en la portada del disco). Concede que el haber pasado la barrera de los 50 “ayuda a valorar las cosas pequeñas, que son las que nos hacen felices de verdad”.

“Ni bien ni mal”, el tema que abre “LBQ”.

Romántica pero no tanto

Como es previsible, los vaivenes amorosos ocupan lugar eminente en “LBQ”, desde “Podría haber sido” –que según ella “tiene su puntito de humor”– hasta “S.O.S.”, sobre lo mucho que se arrepentirá el otro o la otra por habernos dejado y lo dura que será su vida sin nosotros, algo que, ciertamente, todos hemos pensado alguna vez: “Su tono es más ácido”, reconoce. En “Como te amo yo” lamenta la desazón que produce el saber que en una relación se da más de lo que se recibe. “También es de amor, pero ahí no hay rencor”, dice.

En líneas generales, estas canciones y muchas de las anteriores tienen un toque de romanticismo que podría decirse que ya no se estila. Como en “Noche de bodas”, cuando proclama “me casaría contigo cuando te dé la gana”. No queda más remedio que preguntarle si sus canciones son románticas porque ella lo es. “Mis canciones pueden tener un aire romántico aunque en mi vida real tampoco es que sea superromántica. Es el traje que tengo con La Bien Querida”, responde.


“Antes sacabas con tu cámara una foto a tu pareja; ahora te la haces a ti mismo. Lo que nos pone es vernos a nosotros mismos. En nuestro Instagram salimos nosotros. Hace años se miraba mal, era supernarcisista, pero hemos pasado por el aro y nos parece bien. ¿Soy muy romántica, David?”



Un romanticismo que nos transporta a música de décadas pasadas y del que hoy muchos reniegan –por obra y gracia de esos avezados coaches afectivos que animan a no expresar los sentimientos a la persona a la que empezamos a conocer para no espantarla– y, a veces, incluso denostan porque lo asocian con conductas tóxicas. “El romanticismo se ha perdido bastante. En este momento que vivimos, de capitalismo y de cultura del yo, hemos perdido eso de cuidar al prójimo o a tu pareja. Te dicen que primero te cuides tú, y esos enamoramientos que había en mi época (se ríe por la expresión) se están perdiendo por tanta vanidad, Instagram, los filtros… Antes sacabas con tu cámara una foto a tu pareja; ahora te la haces a ti mismo. Lo que nos pone es vernos a nosotros mismos. En nuestro Instagram salimos nosotros. Hace años se miraba mal, era supernarcisista, pero hemos pasado por el aro y nos parece bien. ¿Soy muy romántica, David?”.

David deja de mirar su móvil e interviene: “No. Yo tampoco, pero las canciones de amor me erizan la piel y cada uno hace lo que le gusta”. Retoma Ana: “Las canciones son autobiográficas, aunque en ellas mezclo la realidad con la fantasía y saco mis fantasmas. Una persona fría no soy. Y tengo sensibilidad para componer”. Una faceta, la de compositora, que lleva a cabo sin manías o rituales. “Escribo primero la letra, con un esbozo de la melodía. Suelo trabajar por las mañanas, fresca. Voy al bar Dixie (“Bar Dixie” es el título de una de las nuevas canciones) con la perra y luego me pongo a escribir”.

Ser padres

En esa amalgama de sentimientos que estructuran “LBQ” sobresale el de amor de madre. “Una Estrella” está dedicada a Estrella, hija de Ana y David, que está a punto de cumplir 13 años. La canción refleja el inevitable distanciamiento que simplemente por la edad se va produciendo de forma natural entre toda madre y su hija o hijo: “Cada mañana voy notando cómo poco a poco te vas alejando (…) Te me escapas como un gato, te me escapas como el tiempo, como el agua entre los dedos”, dice la letra. No ha sido difícil, aseguran, compaginar la faceta artística, que suele implicar muchos viajes y horarios nocturnos, con la paternidad.

Canciones a contracorriente.
Canciones a contracorriente.

“No, no ha resultado complicado”, dice Ana. “De lunes a viernes podemos estar con la niña. Actualmente, que estamos separados, cada semana está con uno. Cuando era pequeña nos la llevábamos siempre en los viajes. Antes de un concierto, le pedíamos al promotor que buscara una canguro. Si tuviera tres hijos, sería más difícil”. Tercia David: “Pero no hemos triunfado como para estar todo el año de gira”. ¿Han tenido ocasión de detectar en la niña la herencia de talento musical? Ana asegura que no la ha escuchado cantar. “Tiene una voz muy bonita”, dice David, que sí ha tenido esa suerte. “Pero cuanto más la animas, menos quiere hacerlo. Está todo el día con los cascos puestos, pero solo con un auricular…”. Sus gustos musicales, al contrario de lo que ocurre con otros preadolescentes, se extienden a Kanye West, Rihanna o Tyler, The Creator, según la madre.

De la pintura a la música

Ana Fernández-Villaverde se transformó en La Bien Querida en 2005. Hasta entonces pintora, el año antes se había comprado su primera guitarra y su amigo J de Los Planetas la animó a que escribiera sus propias canciones. Ana siguió el consejo y grabó en su casa una maqueta que, acto seguido, subió a MySpace, plataforma donde en aquellos días los artistas noveles daban a conocer su música. En 2007, Rockdelux eligió aquella maqueta como una de las destacadas del año, y Antonio Luque (Sr. Chinarro) cedió su banda a la incipiente cantautora para que ofreciera una serie de conciertos en Madrid. En 2008 casi todo el mundo que estaba en el ajo de la música independiente sabía de la existencia de La Bien Querida, lo que propició más actuaciones y la publicación de “Romancero” (Elefant, 2009,) su álbum de debut, el cual terminó de fijarla con cola permanente al mapa del pop español y fue elegido por Rockdelux como mejor álbum nacional de ese año.

Ya para “Romancero” Ana se apoyó en David Rodríguez para que se ocupase del necesario empaquetado sonoro. Y ya entonces La Bien Querida se revelaba como especializada en componer canciones bellas de amores encontrados, expectantes o perdidos. Como en “Corpus Christi”, donde echaba de menos a una persona después de solo cuatro días sin verla, o en “De momento abril”, cajón que guardaba la contundente frase “me habría casado contigo de habérmelo pedido”. En líneas generales no ha cambiado en este tiempo su línea argumental, en la que antepone letras de amor a aquellas de contenido social. “He intentado escribir temas sociales, pero creo que no me quedan bien. Me parece muy bien que lo hagan otras personas, pero yo no me veo ahí”, dice.

Ir por libre

El apoyo inicial de J y la contribución de David Rodríguez no han sido las únicas aportaciones que Ana ha recibido en estos 17 años de carrera. Sobre todo a partir de las remezclas de “Premeditación, nocturnidad y alevosía” (Elefant, 2016), trufadas con los nombres de Russian Red, Tulsa, Yung Beef, Nacho Canut, Triángulo de Amor Bizarro y otros que realizaron remixes de ese disco, no han sido infrecuentes las colaboraciones en los trabajos de La Bien Querida. El propio J ha grabado con Ana varios temas (“Recompensarte”, “Domingo escarlata”, “La fuerza”, “No es lo mismo”), y también lo han hecho Muchachito, Joe Crepúsculo, Diego Ibáñez de Carolina Durante o Santiago Motorizado de los argentinos Él Mató A Un Policía Motorizado.

Por eso llama la atención que en “LBQ” no haya colaboraciones. Ana y David se lo han guisado y comido ellos solos. “Huimos de las colaboraciones”, confirma Ana. “Son un coñazo… Dan muchísima rabia esas colaboraciones metidas con calzador”. A lo que David añade: “Si no sales mucho y no te metes cocaína con la gente por las noches, no tienes con quién colaborar”. Y ella se apresura a alegar como defensa: “Yo nunca he salido mucho ni me he metido cocaína y mis colaboraciones no han venido por ahí”.


“Antes ser una banda poco conocida era un plus; ahora, a cuanta más gente le gusta, más se la valora. Dicen: ‘Es un grupo muy bueno porque tiene un millón de escuchas’. Antes era bueno porque te tocaba la patata”

David Rodríguez



Aunque su música no es pop indie en sentido estricto, es esa esfera a la que se asocia a La Bien Querida desde el principio. En realidad, esta vez el tópico de “inclasificable” está más que justificado para referirse a ella. “Mi música no es alternativa, pero ‘mainstream’ tampoco”, dice. “El ‘mainstream’ ha absorbido el indie. Marcelo Criminal no es”. David apunta que “dejó de tener sentido lo de indie en 1992”. Y amplía: “El indie se ha convertido en una cosa social, la gente va a los festivales a hacerse la foto. Ya no hay clase media: o llenas el Movistar Arena o no llenas la sala Maravillas”.

No se muestra especialmente locuaz Ana en la entrevista, ni efusiva en sus opiniones, excepto cuando le planteo si se siente sola, fuera de órbita, en la escena musical. Responde rauda, como si lo tuviera clarísimo: “Sí, sí que me siento un poco así, en tierra de nadie. Siempre hay alguien que dicta lo que hay que hacer, y me gusta ir por libre”.

Ana Fernández-Villaverde, siempre querida.
Ana Fernández-Villaverde, siempre querida.


¿Y si…? Bueno, con esa buena maña para las canciones bonitas, de las que pueden gustar a cualquier tipo de oyente, tampoco sería raro que La Bien Querida cruzase en algún momento la frontera de lo mainstream. ¿Le gustaría? “No creo que pasara, sinceramente”, responde. “Me gustaría ganar mucho dinero, pero ¿qué caracterizaba el indie? Te gustaba sentirte diferente, no querías ser como los demás, no escuchabas lo que escuchabas los demás. Ahora a un grupo lo llaman indie y llena dos noches el Movistar Arena…”. David vuelve a dar su punto de vista: “Antes ser una banda poco conocida era un plus; ahora, a cuanta más gente le gusta, más se la valora. Dicen: ‘Es un grupo muy bueno porque tiene un millón de escuchas’. Antes era bueno porque te tocaba la patata”. Opina Ana que veía con más posibilidades de llegar al gran público su anterior disco: “A este no se las veo. Pero no creo que a mí me pase eso de no poder salir a cenar porque te persiguen los fans… Eso no me va a pasar. Sucede a gente más joven, aunque nunca se sabe: como está el mundo tan loco…”.

Será a partir de este mes de mayo cuando La Bien Querida pasee por los escenarios de toda España el directo de “LBQ”. Los ensayos, explica, están resultando “más sencillos” que los de la gira precedente y la acompañarán los músicos que ya han actuado con ella años anteriores. En mayo actuará en Rivas Vaciamadrid (15) y Granada (24). En julio tocará en el festival Atlantic Fest de Vilagarcía de Arousa, que se celebrará entre los días 18 y 20 de dicho mes. En noviembre pasará por Barcelona (14) y Valencia (29). E incluso ya tiene programada una fecha para el 1 de febrero de 2026 en el ciclo de conciertos Inverfest, en la sala La Riviera de Madrid. ∎

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