Ubisoft ha reactivado una franquicia que creíamos olvidada, entregando su mejor entrega en años. “The Lost Crown” abraza con descaro la moda actual de los metroidvania, género fetiche del gamer, y se beneficia de una sensación de libertad salvaje y unas cotas de creatividad aparentemente inalcanzables.
Enero no es, tradicionalmente, un buen mes para el lanzamiento de videojuegos. Y, sin embargo, 31 días después tres títulos ya coparon las listas de lo mejor del año. Los casos de “Like A Dragon: Infinite Wealth” (Ryu Ga Gotoku-SEGA, 2024) y “Tekken 8” (Bandai Namco, 2024) son fáciles de explicar puesto que ambos se benefician de las inercias de sendas sagas en dinámicas ascendentes y, en el caso del segundo, también de un género, el de la lucha, en una exuberante nueva juventud. Más extraño es lo que ha ocurrido con un “Prince Of Persia. The Lost Crown” (Ubisoft Montpellier, 2024; dirigido por el francés Mounir Radi) cuyas expectativas, honestamente, no eran altas viniendo de una reciente Ubisoft que parecía más interesada en seguir exprimiendo el filón de sus sagas multiventas: “Assassin’s Creed” (2007-) y “Far Cry” (2004-). Claro que, a tenor de las discretas cifras de venta de la primera semana, también podría decirse que el público no ha estado a la altura de la relativamente arriesgada propuesta.
En cualquier caso, la clave del tempranero éxito –de crítica– que supone recuperar una propiedad intelectual sometida a coma inducido (y eso que tuvo su adaptación cinematográfica protagonizada por Jake Gyllenhaal, fallida a la postre) se debe precisamente a esto. Libre de la presión comercial de aquellos títulos, Ubisoft Montpellier, una de las mejores divisiones del gigante galo y responsable de la serie “Rayman” (1995-) –que ha sabido reinventarse década a década–, ha hecho lo propio también en este “The Lost Crown”, que es la primera entrega original de la franquicia desde “The Forgotten Sands” (2010) y el mejor juego desde el aclamado “Sands Of Time” (2003).
“Sands Of Time” y sus posteriores secuelas sentaron las bases del gameplay de “Assassin’s Creed” entre saltos de parkour y plataformeo con la mecánica de rebobinado. La manipulación del tiempo, junto con la exploración de vastos escenarios a los que volver una y otra vez y la resolución de puzzles dinámicos pero no particularmente desafiantes, han sido las señas de identidad más reconocibles de “Prince Of Persia” desde sus orígenes. Sin embargo, en su regreso al scroll horizontal en dos dimensiones, “The Lost Crown” abraza con descaro la moda de los metroidvanias, convirtiéndose en uno de sus mejores exponentes modernos.
Del mismo modo que os contábamos que el pixel art es una opción estética muy socorrida para estudios independientes a la hora de ahorrar costes, lo mismo se podría decir de los metroidvania. Pese a contar con escenarios de dimensiones oceánicas, nunca llegan a ser tan costosos de desarrollar como los juegos de mundo abierto, y esto ha hecho que en los últimos años muchas desarrolladoras –indies o no– se hayan lanzado a un género con un concepto universal y unas mecánicas de juego atemporales: exploración, mejora de personajes y equipo, plataformas exigentes, combate y un mayor énfasis en la historia y en el lore. En un metroidvania tú eres la historia, y de ti depende desentrañar los misterios del mundo en el que has caído, sea un bosque milenario, el castillo del conde Drácula, un planeta remoto e inhóspito o un reino subterráneo poblado por insectos. Y esa exploración brinda libertad, pero también la posibilidad de mejora continúa, de conseguir aquel objeto o aquella habilidad que te permita superar desafíos antes imposibles.
Lo que nos lleva a comentar uno de los mejores atributos de este “The Lost Crown”. En un metroidvania, son abundantes los momentos en los que te encontrarás con desafíos que te bloqueen el paso, por ejemplo una fosa llena de pinchos insalvable con las habilidades actuales. Pero sabes, porque estás jugando a un metroidvania y su esencia es la misma para cualquier juego, que pronto conseguirás el salto doble o el salto lateral que te ayudará a superar el escollo. El problema está en que en estos vastísimos mapas es fácil perderse y dar vueltas durante horas hasta que esa infinita libertad se convierte en una ansiedad restrictiva. Desde Ubisoft han pensado una solución que la competencia ya tarda en copiar. Partiendo de la idea de la memoria fotográfica, podrás capturar imágenes de tus alrededores y pegarlas al mapa. Así, nunca olvidarás aquel objeto que te brindará salud máxima o que venderás para mejorar el ataque de tu arma preferida.

“Ori And The Blind Forest” (2015)
En un hipotético juicio para elevar los videojuegos a la categoría de arte, los casos de “Ori And The Blind Forest” y su secuela “Ori And The Will Of The Wisps” (2020) servirían como pruebas definitivas. Moon Studios tiró de ese mismo plataformeo de nervios de punta de “Celeste” (Maddy Makes Games, 2018), pero le añadió la posibilidad de ajustar el nivel de dificultad para los que prefieran disfrutar del paisaje (escenarios dibujados a mano, paletas de colores vibrantes y efectos de luz que sencillamente no son de este mundo).

“Hollow Knight” (2017)
Yo voy a los videojuegos porque solo en sus códigos no resulta absurdo explorar un reino subterráneo de insectos o que el protagonista sea un bicho mono convertido en formidable caballero. Pocos títulos han generado un culto tan instantáneo como el de “Hollow Knight”, la vara de medir del metroidvania contemporáneo y una obra maestra del gaming indie que ha hecho del sufrimiento por la espera de su secuela un meme.

“Bloodstained: Ritual Of The Night” (2019)
Avivando las llamas de lo que consideramos o no plagio, este título producido por uno de los productores jefe de la saga “Castlevania” (Konami, 1986-2014), Koji Igarashi, es todo lo que Konami se ha resistido a darnos desde que paralizó la saga vampírica en 2014. El título multiplicó por once su objetivo inicial en Kickstarter, superando los cinco millones de dólares de recaudación, y aunque se le puede criticar su falta de reinvención a la fórmula, sigue siendo un favorito de los fans.

“Ender Lilies: Quietus Of The Knights” (2021)
A medio camino entre el metroidvania de exploración y mejoras constantes y el soulslike de fantasía oscura, “Ender Lilies: Quietus Of The Knights” sufrió en su lanzamiento injustas comparaciones con “Hollow Knight”, pero quienes han tenido la paciencia de ver más allá han disfrutado de este pequeño milagro salido de la nada: un estudio japonés desconocido sin ningún tipo de bagaje. Su historia de tragedia, ruina y melancolía casi mitológica y su diseño de arte sobrecogedor echan el resto. ∎