
Poeta de la imagen chusca, detective y husmeador de chatarra visual, lúcido cronista del sinsentido urbano, clarividente retratista de almas pintorescas en el cosmos neoyorquino y más allá de sus confines. Desde sus pinitos subidos a Vimeo hasta su maduración y profesionalización en su mudanza a HBO con Nathan Fielder de productor, John Wilson ha perfeccionado una caligrafía intransferible, una narrativa que despunta por su agudeza visual, su afilada ironía y su perspicacia para sonsacar de esas imágenes banales, de apariencia inocua y hueca, la desconexión y lo absurdo que anida en las grandes aglomeraciones urbanas, así como la desorientación de sus habitantes y la expresión extraordinaria que a veces producen en su interacción con los entornos de hormigón.
Un rosario visual sobre las almas perdidas y extrañas en la urbe de las urbes, la más propicia para toparse con “personajes”. Un Nueva York que encontró en Wilson su particular Les Bank o George Kuchar. Su rompedor (auto)retratista del desencanto, pero también del humanismo que salvaguarda el descontrol. Como el que brota entre esa prodigiosa rima visual que imparte mediante la yuxtaposición de las imágenes más feístas y antiestéticas (en bruto) de la ficción televisiva. Retales visuales de apariencia anodina y trivial que, tras la reconducción mediante el hilarante ingenio de su colector, adquieren un nuevo significado.
En su transcurso inesperado –esos trayectos delirantes que han partido de Nueva York para desplazarse a los enclaves del disparate del american way of life; a esos pueblos que son imanes de pirados, perdedores y desnortados– ha sido incluso capaz de tocar la fibra emocional. Porque la mirada de Wilson no es la del urbanita que viene a reírse de los extravagantes pueblerinos, sino que implica la búsqueda de una complicidad humana; una conexión emocional pese al distanciamiento, probablemente ideológico y seguramente de estilo de vida, con los retratados. Como los de esos contornos urbanos de familiaridad redescubierta en los que Wilson se interna para examinar, con su inseparable cámara-lupa, trazos de desencanto, desconcierto, contradicción, absurdidad, incredibilidad y otros desvaríos de la vida moderna. Thank you so much for filming, John! Marc Muñoz
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Punto y final a uno de los mayores trips de la historia del medio. A priori comedia dramática con la escena rap de fondo, sus cuatro temporadas han terminado siendo muchísimo más. Escapando de lógicas narrativas, disgregando géneros y estilos, cargada de episodios e ideas memorables, el gran legado es finalmente haber sabido transmitir lo que parecía imposible: la experiencia de ser negro en los Estados Unidos. No solo contárnoslo, sino hacernos sentirlo a través del retrato cubista de una comunidad expuesta a un mundo extraño. Anton Casas
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Los autores podrían protagonizar cualquier ficción de los Safdie, sus productores. Nace de las grabaciones reales que Sam Lipman-Stern hizo cuando curraba en una empresa de telemarketing de Nueva Jersey. Pedía donaciones para sindicatos policiales con otros tarados como Pat Pespas, quien se convierte en su aliado en la investigación de este fraude y en personaje televisivo del año. Bajo la apariencia de un true crime, termina revelándose como historia de amistad en medio de un mundo desquiciado y patético. El nuestro. Daniel de Partearroyo

“Cowboy de Copenhague” hace de su protagonista un personaje fluido, andrógino y ambiguo. Esos atributos le permitirán burlar los designios de un submundo criminal en el que nobles de ascendencia vampírica, abogados corruptos y jefes de la yakuza se disputan el poder como versiones diferentes de un mismo patriarcado. Redefiniendo los tropos del noir a partir de un feminismo heterodoxo, es un cuento de hadas de esteticismo weird plagado de resonancias esotéricas, un ejercicio de familiaridad subvertida. Elisa McCausland y Diego Salgado
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Nunca hubo sucesión posible, solo decapitación y toma de poder. Su balanceo entre lo controlado y cerebral, entre la descripción de los negocios corporativos y los retratos humanos, es un logro expresivo con el que Jesse Armstrong ha sellado una obra compacta y orgánica. Rodada en 35mm, después de cada escena guionizada se filmaba otra más libre e improvisada por parte de los actores, lo que nos ha situado en un espacio emocional y vivencial raro de ver en TV, marcando su tono particular entre crudo y sofisticado. Gonzalo de Lucas
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Para que entiendas la envergadura de la cosa: en “Pluto”, Naoki Urasawa toma a Osamu Tezuka y adapta un arco del mítico “Astroboy”. Pero que no te intimiden la altura de esas cimas: se trata precisamente de enfrentarse a los clásicos sin temores y “Pluto” te va a noquear tanto si le rezas a Tezuka y Urasawa como si nunca has oído hablar de ellos, o incluso si no te gusta el anime. Este thriller humanista, firme y reflexivo, de misterio policíaco de ciencia ficción a la manera de “Blade Runner”, es un nuevo clásico. Víctor Navarro-Remesal
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Igual de adictiva y sabrosa aunque el formato haya cambiado: el foco no está tanto en lo que sucede en el restaurante como en el desarrollo particular de los personajes fuera de él. Y al igual que los personajes mutan, se profesionalizan y encuentran su senda –como Richie, que tiene el mejor arco de la temporada–, las relaciones entre currelas se atemperan como un buen borgoña. Oxigenadas, de pronto, respecto a la primera temporada, da gusto saber que no todo van a ser tartazos, por mucho que sean pavlovas de diseño. Galo Abrain
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Insólito ejercicio de vanguardia pop –intervienen Albert Pla y Amaia– capaz de conjugar con pertinencia antecedentes tan heterodoxos como la obra de Carlos Saura y Xavier Dolan (su soundtrack va de Bom Bom Chip a Jefferson Airplane) para embarcarnos en un viaje referencial que está en consonancia con el desplazamiento afectivo en el que se ven envueltos dos protagonistas criados bajo la tutela del fanatismo impuesto por una madre-gurú. La obra más pensada, mejor planificada y más sólida del tándem que forman Los Javis. Enric Albero
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Hay algo satisfactorio en burlarse de una gran obra de arte. Reírse de una eminencia científica, hacer de menos a una importante figura histórica. La ausencia de vergüenza de Philomena Cunk devuelve tu cerebro a un estado infantil en el que el adulto que eres se deshace de placer. La ignorancia del personaje interpretado por Diane Morgan, mezclado con su insolencia ante el asombro de cada experto, es el secreto del mockumentary más británico y disfrutable de los últimos tiempos. Un documental para ridiculizarlos a todos. Santi Alverú

Con exuberancia narrativa concluye una serie a contracorriente. El viaje de Maisel desde la cocina de su apartamento en el Upper West Side hasta el prime time de un late televisivo está construido con la materia de la que están hechos los sueños y las leyendas del business. Pese a la misoginia del mundo del espectáculo, Sherman-Palladino se atreve a predecir un futuro brillante a su protagonista, para la que el escenario constituye una suerte de “habitación propia”. Un final pluscuamperfecto para una serie importante. María Adell
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Bill Hader dirige la culminación de “Barry”, consagración de la antigua estrella de ‘Saturday Night Live’ como uno de los creadores más aplicados del panorama estadounidense. Su deconstrucción de los relatos de redención alcanza nuevas cotas de complejidad en la pulverización de expectativas y escanciado de vitriolo contra la espectacularización de la violencia, hasta dar a su sicario un final seco como esa sonrisa que te prometes que no podrá sacarte esta historia tan oscura, pero siempre lo consigue. Daniel de Partearroyo

Como un Colombo de nuestros tiempos: una estrella carismática –Natasha Lyonne es una Angela Lansbury con voz ronca, una Peter Falk hípster con el pelo cardado– encarna a un personaje con habilidad especial para detectar la mentira y que resuelve crímenes a lo largo de diez episodios que funcionan como casos independientes. Filtrada por la cultura pop del imaginario de Rian Johnson, pero marcada por la presencia, en realidad coautoría, de Lyonne, es una suerte de fiesta privada vintage de euforia y disfrute contagiosos. María Adell
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Bajo su apariencia “de andar por casa” hay escritura sofisticada, popular y a la vez culta: sus situaciones parten de algo que pasó a sus creadores debajo de casa, pero se resuelven como en una peli de Lubistch, aderezadas con intervenciones a cámara de sus protagonistas y bajo una estructura endiablada a la manera de los guiones de Larry David. Centrada en la rutina, el bajón, la tensión de las relaciones familiares y de pareja y en cómo una tontería cotidiana se convierte en drama épico, nos retrata con patetismo y ternura. Borja Cobeaga
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Podría pasar por otra historia de venganza samurái en el Japón feudal, pero se trata de una maravilla de contrastes, que va de sangrientas escenas de batalla más propias de la saga “John Wick” (2014-) a paisajes de serenidad zen. Su animación híbrida 2D-3D es un espectáculo para los sentidos, y su quinto capítulo, que incorpora el uso de las tradicionales marionetas bunraku, quizá el mayor hito televisivo del año. Si te gustan las peleas de catanas y la nieve manchada de sangre, no hay nada mejor que esto. Álvaro García Montoliu
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Cuatro temporadas y cuarenta episodios después, culmina su recorrido. Creada por Tony Basgallop pero luciendo la dirección estelar y la producción meticulosa de M. Night Shyamalan, nos ha hecho creer cualquier cosa: que un bebé vuelva a la vida a través de una reborn doll, que Rupert Grint era el más molón del trío de “Harry Potter” o que la mejor destilación de suspense de los últimos años se encuentra dentro de píldoras semanales de media hora. El culto de “Servant” aumentará a medida que sea descubierta. Daniel de Partearroyo
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Es a la franquicia “Scott Pilgrim” lo que “Twin Peaks. El regreso” fue a la serie original (o “Matrix Resurrections” a la saga “Matrix”): un oasis en el desierto de ideas en que se han convertido las propiedades intelectuales. Adaptación de la obra de Bryan Lee O’Malley, animada nada menos que por el estudio de Masaaki Yuasa, es un artefacto experimental y metanarrativo que funciona a la vez como expansión, como refutación, como indagación y como enmienda al material original. Una inesperada maravilla muy estimulante. Noah Benalal
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Distopía noruega situada en un futuro no muy lejano en el que el acceso a la vivienda se ha vuelto prohibitivo para la clase media. En ese contexto, una joven arquitecta encontrará una solución de urgencia: convertir una plaza de aparcamiento en un hogar, un filón profesional que acabará con el modo de vida de personas como ella. Desde sus imágenes, “The Architect” se plantea como un alegato contra el neoliberalismo desalmado y aboga por un modelo de sociedad (y de urbanismo) que no atente contra los que menos pueden. Enric Albero

Frente a otras producciones policíacas, sobresale en su uso de la cotidianidad, en su retrato de una Inglaterra desgarrada que combina lo mejor del género criminal con el cine social británico y la telenovela. Es un elogio de la normalidad, de la vulgaridad y hasta de lo feo. También un crudo retrato del mal cotidiano sin estetización ni condescendencia. Todo marcado siempre por su inteligente escritura, su sarcasmo, diálogos desternillantes en un abanico que va de los robos de ovejas a tirarse pedos durante el yoga. Cesc Guimerà
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Cualquier intento de descripción del estilo que despliega Boots Riley no terminaría de hacerle justicia: ¿Michel Gondry filmando su versión de “Kick-Ass” bajo el influjo de Funkadelic? ¿Una fábula con el corazón de Roald Dahl pero la mirada de Spike Lee? A priori la historia de un gigante adolescente afronorteamericano, “Soy virgo” termina erigiéndose en desvergonzada ficción agitprop, un negativo de la franquicia superheroica de turno que nos recuerda de dónde proviene el verdadero poder. Anton Casas
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El expeditivo marshall regresa fiel a sus orígenes. Pese a desprenderse de algunos personajes y rebajar su carga erótica, se nutre de la bibliografía del nunca bien ponderado Elmore Leonard para ofrecernos una nueva incursión en ese universo despiadado en el que se mezclan la narrativa hard-boiled y el wéstern, la violencia desacomplejada, los diálogos afilados y un nuevo antagonista inolvidable. Enric Albero

El paso de Robinson por ‘Saturday Night Live’ apenas permitió vislumbrar un actor excepcional, vulnerable y agresivo al tiempo. Su propuesta es única: un universo autosuficiente que no necesita recurrir a la parodia o a la actualidad y unas fijaciones muy humanas. Show de sketches que toma el caos como camino a la risa. Víctor Navarro-Remesal
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Saltando temporalmente entre 1991 y 2009, se trata de esclarecer los orígenes del distanciamiento de la familia protagonista, las ramificaciones, las derivas y el resentimiento que han ido corroyendo sus sentimientos. Bajo su espeluznante atmósfera de misterio, Dolan confirma así que es uno de los mejores cineastas retratando lo miserable del ser humano y su relación con la estructura familiar. Inés Calero
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Zerocalcare regresa tras “Cortar por la línea de puntos” (2021) para ponderar las repercusiones éticas de su propio éxito. Cuando la aparición de un centro de detención de migrantes divide su barrio entre nazis, antinazis e indecisos, sus principios deben medirse con la realidad. Humor y una tesis cruda: en un mundo políticamente sordo, la propia conciencia es el único interlocutor del individuo. Noah Benalal

Su condición de precuela del juggernaut “Yellowstone” (2018-2023) no impide que se erija en serie monumental, sólida, un wéstern que respira autenticidad. Con Tim McGraw y la presencia imponente de Sam Elliot como reclamos, más que hablar de un año de la historia de Estados Unidos, nos habla de un espacio, el trayecto de una caravana que va de Texas a Oregón, verdadera geografía mítica. Daniel V. Villamediana
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Entre broma de cámara oculta, convivencia teledirigida y sitcom judicial. Empleando la telerrealidad se orquesta un juicio lleno de disparates para pasmo del único miembro del jurado que no es actor. Lejos de humillar a su víctima, la ficción realza su honesta humanidad. Quizá no to er mundo é güeno, pero sí se puede convertir el pozo ciego de los realities en un balón de oxígeno moral. Daniel de Partearroyo
2014 True Detective T1. Nic Pizzolatto / 2015 El pequeño Quinquin miniserie. Bruno Dumont / 2016 The Night Of miniserie. Richard Price y Steven Zaillian / 2017 Twin Peaks T3. David Lynch y Mark Frost / 2018 Atlanta T2. Donald Glover / 2019 Fleabag T2. Phoebe Waller-Bridge / 2020 Podría destruirte miniserie. Michaela Coel / 2021 Small Axe miniserie. Steve McQueen / 2022 Irma Vep miniserie. Olivier Assayas ∎