2023/ EPs nacionales

Un grupo que reivindica una forma de entender el tremor indie rock noventero llevado al paroxismo por nombres propios como Come, Throwing Muses y Hole. No está demás decir que algo de estas tres bandas se inocula en el ADN de HEAL, que no han necesitado más que cuatro temas para proclamarse como la mejor receta posible para todo ser que añore aquellos tiempos de palpitación blues a través de brutales explosiones power chord tan características de los años noventa. Sea cual sea el plano abordado, la solución emotiva siempre surge rotunda y crepitante. Marcos Gendre

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Como reza en su Bandcamp, Ultramega son “cuatro señores de Barcelona” con amplia experiencia sónica a sus espaldas (Una Bèstia Incontrolable, Zephyr Lake, Egosex, Über…) que apelan a una supuesta discapacidad musical. Aquí, más que nunca, cabe usar las versiones políticamente correctas: capacidades diferentes o diversidad funcional. Son otra cosa, sí. Fuerzan hasta la máxima expresión (todo al once) la distorsión, la histeria, el ruido o la desorientación sensorial sin resultar involuntariamente cómicos pero, a la vez, siendo tremendamente divertidos. Evidentemente, “EP1” es su segundo EP. Luis Miguel Flores

Vienen de Madrid, y ni siquiera han cumplido los veinte. Pero da gusto escucharlos negar la mayor de Isabel Díaz Ayuso (la chorrada de que una de la ventajas de la capital es no toparte con una expareja) en “Nunca vuelvas a pisar Madrid”, que los sitúan algo más cerca de los primeros Cala Vento que de La Paloma o Carolina Durante. Cierta diversidad de registros para tres canciones que destilan candor, hervor, arrojo y teen angst. El tiempo dirá si en el futuro serán víctimas de lo que puede ser saturación por extraconcurrencia de acólitos o despuntarán sobre la marabunta. Carlos Pérez de Ziriza

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El aristotélico título parece inspirar el progreso de Cabiria que no se conforma con mantener las virtudes de “Ciudad de las dos lunas” (2021) y busca la luz fuera de su habitación como el “Ave del Paraíso”, un llenapistas con Joe Crepúsculo en territorio común. Hay un toque más orgánico en la melancolía chic de “Una costumbre ancestral” y osadía en “Museo Chinsekikan” –con Marcelo Criminal– que va de Chico y Chica a Moroder pasando por una sintonía de teleserie de los ochenta. Como guinda, un guiño al italo disco subvertido con cambios de ritmo, en “Gelato dell’Inferno”. Crema. Pepe Nave

Despliega todo su ingenio pop en tres canciones idóneas para desear una muestra más larga de sus poderes creativos. Su canon expresivo está fuertemente adherido a la gran tradición del pop triste norteño patentado por La Buena Vida y Le Mans. En todo momento las canciones fraguadas para la ocasión son de efecto duradero. Su lírica es de tal fragancia visual que se cuela en las rendijas del subconsciente con facilidad. Lo suficiente como para poder subrayar la unicidad de un proyecto que aún tiene muchas más postales que enviarnos a la alcoba de nuestros recuerdos más curativos. Marcos Gendre

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No extraña que sus influencias más actuales vayan desde Charli XCX hasta Sevdaliza o Caroline Polachek, pasando por, ojo, Lana Del Rey. Todos estos mundos conviven a la perfección bajo su propuesta: sonidos más duros, letras más crudas. Aunque, para qué mentirnos, con esa voz privilegiada y esas armonías celestiales, ella siempre será nuestra Ariana Grande. Tras escuchar los siete temas de este EP, las ganas de seguir de cerca el camino que se acaba de abrir para Belén Aguilera son muchas. El pop nacional demuestra que tiene cientos de aristas y caras B que descubrir. Álvaro Tejada

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En su apuesta por el folclore difuminan su trazo entre Extremadura (tierra de Elia Maqueda) y Canarias (de Atilio González), y en su envite por la electrónica tampoco se limitan a quemar zapatilla en bacanales de baile sin freno de mano: algo de eso hay en la mixtura de folk y synthpop con ritmo marcial de “Higos e higueras”, o en la adaptación electro de una folía canaria que es “Cuando llora una palmera”, pero creo que donde más brilla el tándem a lo largo de estos cinco cortes es en el pulso levitante de “Los charcos” o en la copla sideral de “Echa el pestillo”. Carlos Pérez de Ziriza

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Marialluïsa lo dejan con seis canciones, una gran despedida por lo que tienen de dinámicas mutantes, producciones distintas, desarrollos impredecibles y texturas cautivadoras. “Senzilla, la vida?” remite a un final acelerado a lo Phoenix/Strokes. “Feel Free” cambia de tercio a ritmo de jangle pop. “7 de novembre de 2022” se inscribe en esa estela de pop acuoso tras la senda de Mac DeMarco. Su versión más austera llega con “Dies de preguntes”. El pop fulgurante irrumpe de nuevo con “Les nits sense dormir”. Y la añeja “Viliella” pone el broche a una trayectoria impecable. Carlos Pérez de Ziriza

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Un proyecto que, a día de hoy, está seguramente entre los más originales y diferenciales de nuestro país. A todo ese cóctel de j-pop orgánico Marta Movidas sabe añadir un punto muy autóctono, con referencias que apuntan a una exuberancia agreste, a una dignificación de lo rural. Se convierte cada vez más en la reina de su propio nicho. Un palacio flotante en las alturas movido por la devoción, la curiosidad y un sincero y genuino amor por la música navegando contra una corriente de algoritmos que quieren arrastrarlo hasta cielos rockeros. Diego Rubio

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Cinco meses le duró a Roc Jou, Rojuu, su anunciada retirada temporal de la música. Tampoco sorprendió a nadie que el artista barcelonés, bregado en la inmediatez y la hiperactividad gen Z, no lograra contener sus impulsos creativos durante demasiado tiempo. Y hay que celebrarlo, porque el EP nos enseña un Rojuu que sigue creciendo y evolucionando, en sintonía con su inconformismo. Cada vez más orgánico y menos digital, aquí despliega sonoridades que esta vez beben abiertamente del rock gótico, el emo noventero y el shoegaze y que enfatizan aún más si cabe esa nostalgia apesadumbrada que tanto define su obra. Y él sigue a lo suyo, compaginando referencias explícitas a Fito & Fitipaldis, Deftones y Ozuna en un mismo espacio sin pestañear. Aleix Ibars

Recopila cuatro canciones en un EP que muestra que el grupo sigue vivo creativamente, aunque se tome las cosas con la laxitud que ya reivindicaban en su debut. El gran éxito de los Expertos Solynieve es que, naciendo como proyecto paralelo del líder de otro grupo de gran éxito, no solo han conseguido tener su propia personalidad y discurso, sino que consiguen que olvides por un rato los méritos de la banda madre. No es poco teniendo en cuenta la sombra proyectada por Los Planetas. Pero como nos enseñaron Manu Ferrón y el J, echado a la sombra se está mucho mejor. Santi Fernández

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Lo mejor que se puede decir de cualquier versión es que sus responsables somatizan el original para llevarla a una dimensión (ligeramente) distinta a la que le dio razón de ser, y en eso esta “Mixtape #1” cumple con creces. Y lo hace por la vía de la depuración. Desvistiendo. Dejando en paños menores: guitarras acústicas, algún teclado, algún loop, alguna que otra programación. Con sutileza, elegancia y una ausencia de pretensiones que desarma de puro artesanal, y que por algo debe lucir espléndidamente bien en vinilo. En resumen, cinco espléndidas reinterpretaciones. Carlos Pérez de Ziriza

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Como si prefiriera dejar el club para otro tipo de contacto físico, las “cariciasss” de GAZZI buscan otros rincones de la noche donde ratifica su versatilidad como productor. La inicial “sunshine” es sorprendente trip hop remasterizado, el tema titular recupera esa etiqueta ya vintage de folktrónica fijándose en el Four Tet de principios de siglo y “lasai” propone un baile a cámara lenta. Incluso la final “on me”, más acelerada a la manera del UK garage, altera la percepción con su beat almohadillado: en ese caso sí parece sonar una fiesta, pero a lo lejos, en la distancia, como si la acción estuviera cambiando de sitio. Víctor Trapero

El bronce es la aleación entre el cobre y el estaño, y “ALEACIÓN” también es la fusión equilibrada entre Xenia y Margarita Quebrada, una producción en la que refinan sus atributos individuales. Con la vertiente más sad trap de la primera (en su faceta más cercana a Albany o Juicy BAE) y la dimensión menos post-punk de los segundos, el resultado son tres temas de electrónica industrial, dark wave y unas melodías que (aunque puedan llegar a negarlo) beben del pop más melódico. Queda en evidencia que la moda Molchat Doma está de capa caída: sus aprendices ya están a otras cosas. Marta España

Sin síntomas de agotamiento creativo y mostrando una orgullosa falta de complejos, Alizzz consigue distanciarse de la imagen de Señor Burns disfrazado de Jimbo en este nuevo EP humilde y honesto en el que se intercalan suspiros románticos con reflexiones personales y críticas más o menos ácidas a la superficialidad de las redes sociales –y la industria musical– o a la “burguesía intelectual” catalana. Orgánico, “boicoteando” su trayectoria urbana y en busca de “algo real”, este “charnego de periferia” acepta aquí que el éxito es pasajero y que esa es la gracia, que da igual. Diego Rubio

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Un EP que plantea una pregunta: ¿se trata de una fase primeriza de un cambio de ruta sustancial en su libro de estilo o, por el contrario, es una isla en su discografía? En cualquiera de los dos casos, no han perdido un ápice de personalidad en esta inmersión sin red en las tácticas de acoso y derribo de la música electrónica predominante en los años noventa. La ley del autodescubrimiento en cuatro cortes que, en apenas diez minutos, responden de forma atronadora a todo el que se pregunte cuáles son los límites de un grupo que, ante todo, desafía el modo fotocopia contextualizado. Marcos Gendre

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Explora sonidos que juegan entre lo industrial, la new wave y el spoken word. Hay algo de asfixiante y apocalíptico en las cuatro composiciones: guitarras agudas, distorsionadas, y bajos que marcan el pulso como si fueran latidos acelerados indican el camino hacia un lugar del que hay escapar o en el que hay que adentrarse. “Te he dejado la puerta abierta, si tienes fuerza intenta pasar”, nos invita su voz en tono cada vez más elevado en “Puerta abierta”. Da un poquito de miedo entrar. Un segundo trabajo cargado de experimentación, curiosidad sonora y salidas de norma que merece muchísimo la pena. Alba Molleda

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A lo largo de todo “RR”, se muestran felizmente presos de una pasión ya palpable en sus poco velados homenajes en “Motomami” (2022) y “Trap Cake Vol. 2” (2022), es decir, cosas como “Hentai” y “Museo”. Cada uno de ellos ya llevaba tiempo presente en la música del otro. Solo faltaba escuchar sus voces juntas. Y en lugar de intercambiar featurings, han preferido cofirmar una verdadera colaboración con tres canciones en las que se evidencia su enorme química a muchos niveles. Juan Manuel Freire

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Lahoz confirma y también redimensiona lo apuntado en el single “En otro lugar” (2022), episodio de R&B con quejío que sucedía a su prometedor primer largo, “Pureza” (2021). Todo suena más elegante, elaborado e incluso contemporáneo, sin que el mejunje de ingredientes resuene como si lo hubieran parido con fórceps. En este EP, la de Santa Coloma de Gramenet se marca un recorrido por las diferentes fases del enamoramiento. Y tiene la virtud de encontrar el lenguaje musical adecuado para vestir cada una de estas sensaciones. Carlos Pérez de Ziriza

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“Amorens” retuerce y rompe un ritmo de reguetón para invocar entre gritos el baño largamente ocupado de una discoteca. En “6d6”, el footwork colisiona con el dubstep en una especie de grime de proximidad dominado por lo kinki. Y el abstract club que es “Omayomi”, por dentro una fiera del baile pugnando por salir, se sustenta en un glitch punkarra y makinero que tanto enrabieta como molesta o araña. “Ta cortao” resume en cierta manera todas las ideas detrás del EP: el disolvente melódico, la gasolina rítmica, la síncopa navajera, la nocturnidad kinki. Da testimonio del alejamiento con respecto al EBM para abrazar una versión más expresionista de la bass music y deja la puerta abierta a una nueva etapa, a priori, estimulante. “Crísper en el hi hat” es una orgía caótica de ruidos y distorsiones. Incompleta pero inolvidable. Diego Rubio

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