Uno de los grupos punk más inspirados y contundentes de la actualidad en toda Europa cumple diez años de carrera y lo celebran con el lanzamiento de un disco muy especial, de afán aperturista y plagado de colaboraciones, que los muestra en su mejor momento. Ellos son CRIM. Desde Tarragona para el mundo.
CRIM están de actualidad. Cumplen diez años en activo. A pesar de la pandemia, este debería ser un gran año para ellos. Su trayectoria, siempre en ascenso, lo merece. Por eso, nada les ha impedido organizarlo todo para conmemorar esta efeméride como merece. Han convocado a lo más granado del rock y el punk de aquí y de allí en torno a lo más selecto de su repertorio, han regrabado diez de sus canciones cambiando el catalán por el inglés y han convertido “10 anys per veure una bona merda” (HFMN Crew-Pirates Press-Contra-BCore, 2021) no solo en su disco más internacional, sino en el que podría abrirles las puertas de un público amplio más allá de nuestras fronteras.
Para hablar de todo ello, nos convocamos a través de videollamada desde su local de ensayo. Asiste el grupo al completo: Marc Anguela (batería), Quim Mas (guitarra), Javi Dorado (bajo) y Adri Bertran (voz y guitarra). Relajados, en su ambiente, comienza la entrevista.
Me llama la atención lo mucho que mencionais el hecho de ser de Tarragona. ¿Es por un sentimiento nacionalista, localista…?
Marc: … ¡Tarragonista! (risas)
Quim: Pero ya hace tiempo que no lo hacemos.
Adri: No, sí que lo hacemos. A ver, es un orgullo porque las bandas grandes son siempre de Barna o de Madrid, y nosotros estamos muy orgullosos de ser de pueblo. Si fuéramos de cualquier otro pueblo lo diríamos igual.
Marc: Y cuando hablamos de Tarragona es para quejarnos y decir que es una puta mierda. No es un rollo de patria ni nada de eso.
Javi: Lo que sí que nos enorgullece es que hayamos logrado hacernos el hueco que nos hemos hecho en la escena, siendo de Tarragona. Para nosotros tiene más mérito que si fuésemos una banda de Barcelona, porque siendo de allí tienes más facilidades para ser aceptado como un grupo guay.
Adri: No es una reivindicación de nada, no tiene nada que ver con el nacionalismo. Simplemente, nos parece elegante decir de dónde eres cuando vienes de un sitio de mierda. La gente de aquí ya sabe lo que hay.
¿Hay escena en Tarragona?
Marc: Hay grupos, pero no hay sitios para tocar.
Vosotros tenéis otros grupos en los que también tocáis juntos. Sois bastante endogámicos.
Javi: No hay otro remedio. La mayoría de la gente de la escena punk de aquí ensaya en nuestro local de ensayo.
A vosotros el parón por la COVID-19 os llegó cuando estabais subiendo como la espuma y tocando cada vez más en toda Europa. Habrá sido como un tiro en el pie. ¿Cómo lo habéis vivido?
Quim: Bueno, sí, ha sido una putada para cualquiera que estuviera tocando, pero nosotros hemos aprovechado para hacer cosas. Hemos grabado este disco y otro medio disco, y hemos ensayado mucho. Lo único malo es que hemos tenido que cancelar un montón de conciertos que teníamos planeados.
Adri: En realidad, no sabemos si ha sido un tiro en el pie. Lo habría sido si fuese una competición y todos los grupos intentásemos adelantar a los otros, pero esto no es así. Creo que la escena es la que es, y todos los grupos estamos sufriendo por igual. Esto no es una carrera de obstáculos para ver quién llega antes. Obviamente, nosotros estamos sufriendo como todos el hecho de que no hay conciertos, no hay giras, no hay ingresos, se retrasan las salidas de los discos… en este sentido sí, pero… Cuando se acabe todo veremos de qué forma nos ha afectado. Si la música y los conciertos vuelven a resurgir por igual, habrá sido solo un hiato en el que, como decía Quim, hemos aprovechado para ensayar y para grabar.
El positivismo con el que CRIM miran la realidad es inspirador, y a buen seguro supondrá un chute de energía en la dinámica del grupo. Con ello demuestran su capacidad de superación y su compromiso con una estética y unos valores (los del punk) que poco o nada tienen que ver con la mercantilización de la música. Este empuje es el que los ha llevado a crecer sin descanso durante sus diez años de carrera, que ahora conmemoran con “10 anys per veure una bona merda”. Recordemos que se trata de canciones escogidas de entre su repertorio previo.
¿Cómo ha sido la selección de las diez canciones que forman el disco? ¿Por qué estas y no otras?
Quim: Son algunas de las que siempre forman parte de nuestros repertorios de directo. En realidad, lo difícil ha sido decidir cuál se quedaba fuera, porque lo que teníamos claro es que tenían que ser diez y no más.
La traducción de las letras al inglés sugiere que el disco está pensado para llegar a un público más amplio. Y no solo con este cambio de idioma, sino también con la inclusión de colaboraciones en todos los cortes de miembros de bandas como The Toy Dolls, Angelus Apátrida o Deadyard, por citar solo algunos. ¿Ha habido gente que os ha dicho que no?
Quim: Sí, pero todos por causa de la pandemia. Por ejemplo, The Addicts. Nos habría gustado que estuvieran, y aunque al principio dijeron que sí, después no pudieron grabar por temas de salud. En general, hemos tenido mucha suerte porque ha sido un proceso fácil y directo, sin tener que pasar por mánagers o discográficas. Ha sido una tarea de llamar o mandar mensajes personales.
Adri: En general, no solo es gente a la que admiramos por su música, sino que también es gente con la que tenemos afinidad y nos cae bien. Todos los que están han sido compañeros de escenario y hemos salido de fiesta con ellos en algún momento de estos diez años. ∎

Aún en un primerizo formato trío, las bases de guitarreo potente, baterías hiperventiladas y la voz cavernícola de Adri Bertran ya están ahí. Las letras destilan rabia, frustración y muchas ganas de cambiar una realidad (en ocasiones muy local, como en “Tarragona dorm”, pero también universal) que les asquea. A veces como unos The Clash muy cabreados, otras en la línea de bandas como los poco reivindicados Kuraia. Con los amplis al once, es un debut urgente con el que es imposible no cabecear. Gran comienzo.

Tres años después, con la formación ya asentada, el sonido está más depurado, pero la energía permanece intacta. Hay mayor presencia de solos de guitarra, la sección rítmica vuelve a ser implacable –y esencial en el sonido del grupo–, y su buen tino con los estribillos coreables con el puño en alto se consolida ya como marca de la casa. También se permiten salirse de lo que se espera de ellos añadiendo, por ejemplo, teclados en canciones como “Tot és fals”. Un disco repleto de razones para ser escuchado.

2018 fue un gran año para CRIM. Tras “Sense excuses”, un EP con dos canciones originales y dos versiones (de Turbonegro y Rock Sparrer) con las que remarcar su filiación y fidelidad al punk rock y al Oi!, editaban el que hasta hoy sea quizá su mejor disco. Tan cerca de Toy Dolls –a quienes acompañarían como teloneros en su gira de 40º aniversario por España– como de Social Distortion, este repertorio reúne y amplifica su capacidad para hacer grandes canciones de punk rock de alto voltaje, ya expuesta en el anterior “Blau sang, vermell cel” (BCore-Tesla, 2016).

Una década después de su debut, y obligados a abandonar la gira de celebración de su primera década de carrera por la pandemia mundial de la COVID-19, CRIM sacan pecho rindiéndose homenaje a ellos mismos con esta recopilación de diez de sus mejores canciones. Regrabadas para la ocasión con colaboraciones de músicos amigos (miembros de The Toy Dolls, Kvelertak, Angelus Apatrida y un largo etcétera) y cantadas íntegramente en inglés, son no solo una buena forma de celebrar el aniversario, sino también una estupenda puerta de entrada a la banda.