Cuerpo de baile. Foto: Alfredo Arias
Cuerpo de baile. Foto: Alfredo Arias

Concierto

Dua Lipa, emociones y rácord

Dua Lipa cortó la cinta inaugural del tramo europeo de la gira “Radical Optimism Tour” anoche en el Movistar Arena, exprimiendo al máximo las prestaciones del recinto, que convirtió en un gigantesco ballroom para toda la familia. Hoy repite la jugada –diseñada con milimétrica precisión– en el mismo espacio.

Cuando Alessi Rose empezó a despachar su breve set, tanto la pista como el graderío del Palacio de los Deportes de Madrid, ahora lo llaman Movistar Arena, ya enseñaban poco cemento. El efusivo respetable había madrugado para pillar un sitio lo más cerca posible de la estrella de la velada y la británica pudo mostrar un cancionero todavía balbuciente ante miles de personas. Acompañada por un trío tan joven como ella, con poco sitio en escena y menos vatios todavía, interpretó varias canciones de su miniálbum “For Your Validation” (2025), presentó un tema de nuevo cuño titulado “same mouth” y no escondió su emoción por formar parte de un tour como este, que dará a conocer su pop en la estela de Olivia Rodrigo a muchísima gente. Fue visto y no visto, apenas media hora y a correr, antes de que el equipo de Dua Lipa terminara de colocar todo en posición de despegue.

La espera se amenizó en clave clubera, festiva, con temas y remixes de Shake, Y-Tribe o carlo iacobelli como preludio al festín dance que aguardaba. El generoso dispositivo escénico –a la pieza frontal de dos alturas se suma otra más pequeña y circular situada en el centro del espacio y ambas están unidas por una larga pasarela– ocupaba tanto cielo como tierra: abundancia de truss y móviles de todos los tamaños delimitando una imaginaria pista de baile jalonada por cámaras que ofrecían con detalle los movimientos de Dua Lipa y su apostolado dance –son doce bailarines los que la acompañan– mientras una eficiente banda –batería, bajo, guitarra, teclados, coros– ejecutaba el cancionero elegido para la ocasión, con las composiciones de “Future Nostalgia” (2020) y “Radical Optimism” (2024) mandando en la hoja de repertorio.

Un formato de estas características –maximalista, arrollador, espectacular en sentido estricto, guionizado hasta la última coma– se lleva fatal con lo imprevisto y exige un extra de rigor. Cualquier imprecisión o fallo de rácord puede arruinar la narrativa de un show concebido como continuum instagrameable en 8K, pero la cantante británico-albanesa nunca pierde el foco, sabe racionar la entrega en el baile, modula su privilegiada voz con autoridad y explota con inteligencia su carisma, transmitiendo en la frecuencia de la cercanía una propuesta en realidad estratosférica.

Alas para volar. Foto: Alfredo Arias
Alas para volar. Foto: Alfredo Arias

Y las canciones, la mayoría de ellas, son incluso mejores que todo ese aparejo escenográfico. El inicio resulta apabullante, con “Training Season”, la baleárica “End Of An Era”, “Break My Heart” y “One Kiss” desatando la energía contenida por 15.000 cuerpos que ahora son uno, entregado a un ritual de baile que todavía tiene pendiente alcanzar su cénit. Después de una “Watcha Doing” de marcado acento funk y la imparable “Levitating”, Dua Lipa baja a las primeras filas para conversar con algunos fans, repartir abrazos, recibir regalos, hacerse selfis y lo que se tercie. Su capacidad de concentración le permite disfrutar del momento, articular el discurso con aplomo y, sin dejar de sonreír, mostrarse relajada a escasos milímetros de su enloquecida masa de seguidores.

En el pequeño escenario circular espera la banda, con la que va a cantar el medio tiempo pop “These Walls” –se impone recuperar el aliento después de tantas emociones– y una versión del “Héroe” de Enrique Iglesias que presenta e interpreta en un castellano que ilumina otros rincones de su tesitura, cumpliendo con ese punto del guion de esta gira que contempla la ejecución de una canción de un artista local en cada escala de la misma. Allí va a cantar también “Maria”, otra pieza de espíritu tirando a contemplativo que cierra el paréntesis antes de que vuelva a girar la bola de espejos y se enciendan los neones con una supersónica “Physical”, aquel “Electricity” que grabó junto a Silk City como presagio de “Future Nostalgia” y unas “Hallucinate” e “Illusion” de rayo láser que amenazan con esquilmar las reservas de confeti.

El tramo más discutible del concierto –el único momento en que el nivel de excitación decae– es también el más orgánico del mismo y está formado por canciones como “Falling Forever”, “Love Again” o “Anything For Love”, que canta suspendida en el vacío, en una pequeña plataforma sobre el centro del círculo central. Pero la apoteosis final –de su primer álbum homónimo caen “Be The One” y “New Rules”, esta última entre lo mejor de la noche– con “Don’t Start Now” y “Houdini” vuelve a equilibrar la balanza y remata esta aeróbica y satisfactoria sesión de baile de dos horas de duración. No está nada mal para un domingo. ∎

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