En el año revolucionario de 1917, el autor ruso Víktor Shklovsky escribió que el propósito del arte era “recrear la sensación de las cosas tal como las percibimos y no tal como las sabemos”. He ahí la gracia de seguir construyendo canciones con el kraut como cimiento y el folk como premisa lírica –lo sabido– para enriquecer nuestra percepción actual, contemporánea, bajo el influjo de tristezas propias del ecuador vital como la pérdida de un padre. Jane Weaver define lo suyo como pop, un pop de ensueño que debe mucho a la fabulosa tradición propia: la de su Reino Unido natal. Pero va más allá y, como ha hecho en su último trabajo, “Love In Constant Spectacle”, publicado en abril bajo la etiqueta Fire, sigue entregándonos canciones en las que su innegable capacidad vocal enseguida se hace con el tiempo y el espacio.
Ocurrió nada más empezar su show de ayer en el Centro Cultural María Victoria Atencia de Málaga, recinto en el que Weaver y sus músicos –guitarrista, bajista y batería– hicieron acto de presencia con cierta timidez escénica pasadas las ocho y media de la tarde. Se trataba del primer encuentro con el público español –que no le es desconocido a la británica– de esta gira y de ahí, quizá, ese recato. “Quantify” fue la elegida para abrir una velada –era perfecta para sentar las bases de su propuesta– de ritmo progresivo, un continuum preciso que atrapa toda atención dispersa. Con “Perfect Storm” los espectadores –que en este centro cultural de amplia trayectoria en programación musical pueden ser muy heterogéneos– ya deberían saber a qué han venido y lo celebran con suave efusividad, de hecho. Por su parte el cuarteto, con Jane incluida, cubre sin turbulencia alguna los extraordinarios matices de temas como este donde, como volverá suceder una y otra vez a lo largo del concierto, la cantante, compositora y multinstrumentista alardeará sin despeinarse de una voz que recorre infinitos recovecos en los que rara vez precisará compañía (del bajista en apenas un tema). “The Revolution Of Super Visions” es una de las revisitas que hace del fantástico “Flock” (2021), su penúltimo LP; aquí suelta la guitarra y se deja llevar por el vacile rítmico, alcanzando altos tonos, suavemente, sin estridencias. Volverán a este disco hacia el final del show, con el tema que le da nombre y una estructura a base de parones, lindando con Stereolab y toda la mejor poética del dream pop.
Tocan “Emotional Components”, momento en el que se vislumbra el encanto de un sonido que, con sus dosis retro justas, contrasta sin chirriar –el nuevo álbum es tan compacto como se explicó aquí– con “Love In Constant Spectacle”, solemne y a su vez poseedora de una narrativa tan atractiva, un riff tan atmosférico y acompasado, que apuntala sin duda un directo donde Weaver se dirige al público para conectar aún más con él y contar algunas cosas: lo difícil que ha puesto el Brexit el hecho de girar a los artistas procedentes de la Gran Bretaña, por ejemplo. “Heartlow” posee un comienzo engañoso, folkie, para desembocar en una progresión supervaporosa, sello estético de la artista, con mogollón de fills de batería y armonías vocales en las que, una vez más, ella canta sola (¡y de qué manera lo hace, señoras!).
Como manda el canon del tour-presentación, se suceden otros grandes momentos de su último álbum. “Romantic Worlds”, la enigmática y parca “The Axis And The Seed” y “Univers”, que la de Liverpool canta en francés a petición popular tras un miniplebiscito: “La hemos grabado en inglés y francés, ¿cómo queréis que la toquemos”. Las concesiones al pasado son más bien reverencias a un baúl del que extraer la hermosa estola de la tía abuela sin mácula alguna: composiciones como la balada electrificada “Modern Kosmology”, del disco con el mismo título de 2017 y de inspiración hilmaafklintiana, o “I Need A Connection”, con un sello kraut poético coherente y envolvente, no dejan de ser broches espléndidos para una música en permanente progresión. ∎