Tiene un eco en la voz que parece venir de antiguo, como si espectros de todas las épocas, de todas las raíces, tomaran cuerpo en ella, y ella se dejara llevar con la seguridad de estar bien guiada, con esa tranquila pasión que pone en cada frase. Jolie Holland capta en su concentración las ondas que llegan de las montañas y del polvo de la tierra. Enreda en su particular forma de cantar, con esos giros continuos como buscando cada tirabuzón de la melodía, una forma expresiva tan ancestral como perfectamente vigente: directrices del folk americano, del blues, del rock primitivo, del country, instintivamente filtradas por su rotunda personalidad. Con tanto encanto como fortaleza.
Se presentó en formato de trío, pero antes el guitarrista McKowski hizo su propio set en solitario no como aperitivo, sino como una auténtica revelación del talento de este productor, cantautor e integrante de The Lost Brothers entre otros muchos proyectos. Lo de Mark McCausland merece la pena por sí mismo: con su fingerpicking exquisito en la guitarra acústica, el irlandés te lleva por los caminos de un vagabundo que espera subirse a un tren, por el ragtime folk a lo Stefan Grossman y, con su preciosa voz, te envuelve en melancólicas historias de amores huidos y bodas de incierta alegría. Por un momento nos hizo sentir el ambiente de Les Cousins. Y en esas contó que durante esta gira, después de un concierto en Leek, decidieron conducir hasta Tanworth-in-Arden y visitar la tumba de Nick Drake y así incorporó a su repertorio una sentida y respetuosa versión de “From The Morning”. Con uno de los instrumentales de su álbum “Notes From The Boneyard Vol. 1” (2023) nos dijo que nos íbamos a poner tristes, pero quedamos conmovidos y reconfortados por la belleza de “Return Of Pygmy Pony”, en la que se incorporó la batería con timbales y silbidos. Ahora permanecen las ganas de ver a McKowski en un concierto completo.
Enseguida volvieron los dos escuderos ya con Jolie Holland, que se situó en el lado izquierdo y un poco en penumbra, con discreción nada forzada. No había bajo, por tanto, pero la guitarra de la cantautora no es mero acompañamiento, sino un poderoso rasgueo en todas las frecuencias que configura por sí solo el colchón que necesita su voz y deja espacio amplio y libre a sus compañeros, que ellos utilizan con precisión: Mark ahora ya con la eléctrica de semicaja, ejecutando la rítmica y los dibujos solistas al mismo tiempo, con un gusto exquisito, crudo, auténtico y delicado como corresponde a la personalidad vocal de Holland.
Se trataba básicamente de presentar “Haunted Mountain” (2023), el álbum que publicó el pasado octubre, pero Jolie Holland empezó trasladando a la guitarra el piano original de “Mexican Blue”, y contando el juego que se ha traído con Buck Meek (miembro de Big Thief): ambos han publicado casi a la vez sendos álbumes con el mismo título y colaboración mutua. Del álbum de él, Jolie bordó en emocionante dúo vocal con McKowski en la melodiosa “Where You’re Coming From”. Y ya entraron en materia propia y reciente con la lentitud disfrutona de “Haunted Mountain”, y la forma que tiene Holland de atraparte en su mundo sin artificios, en su expresión sincera y directa. Nada de dramatismo impuesto, solo la convicción para afrontar el camino venga como venga. Más desarmada pero más poderosa aún que en el disco, le basta el embrujo de su rostro, de su mirada baja, de su voz cautivadora.
La electricidad rítmica casi rockera ahogó un poco su voz deliberadamente en “On And On”, y contrastó con la bella placidez de una canción que compusieron el año pasado Jolie y Mark pero no está en el disco, y que cantaron entre los tres, la sencillez country de “Damn Shame” y la única aproximación al pop-rock de la velada, “Palmyra”. La gravedad de “Orange Blossoms”, que Holland cantó como una Billie Holiday del country, dio paso a la más risueña “Highway 72” antes del espacio publicitario: Jolie dijo que le daba vergüenza, pero hizo con mucha gracia el muestrario de prendas que estaban disponibles en el merchandising, y que iba sacando de una bolsa y explicando una a una, mientras sus compañeros ponían una sucinta banda sonora. Esa actitud familiar pero no melosa, siempre un poco tímida pero recia, da la medida del respeto que provoca en todo momento.
Dijo que solo les quedaban un par de temas, que fueron “Old Fashion Morphine” y “Won’t Find Me”, que compuso junto a su amiga Emily Clement, demostrando de nuevo que incluso las canciones recientes podrían sonar bastante diferentes al disco, esta bastante más lenta y reflexiva. Pero terminaron con “Me And My Dream”. Sus compañeros sí salieron del escenario, y ella regaló en solitario “Mexico City”, cerrando el círculo fronterizo. ∎