Música que (no) da miedo: acérquense. Foto: Alfredo Arias
Música que (no) da miedo: acérquense. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

L’Exotighost y el reto de crear exótica actual

La exótica es una música que hace honor a su nombre: es distinta a “lo propio”, que es lo que sirve de referencia, y “procede de un país o cultura lejanos y desconocidos”. Pero el cuarteto madrileño L’Exotighost está empeñado desde hace ya cuatro años en crear “exótica” nacional y ha publicado su segundo álbum, “Kamongo”.

Cuesta trabajo aceptar que haya géneros que no consigan salir del reducido gueto de las músicas para connoisseurs pese a no ofrecer, a priori, dificultad alguna para ser paladeados. Ese es el caso de la exótica, llamada así porque en su momento resultaba precisamente eso, “exótica”, tal y como define la palabra el diccionario de la RAE: “distinta” y “lejana”. Se puede entender que la música experimental, el ruidismo, la improvisación libre o la música serial no calen entre la gente, porque carecen de melodía y no buscan agradar al oyente: al contrario, persiguen sorprenderle, atacarle o intimidarle. Pero la exótica es música suave, agradable, melódica, pensada para el disfrute. En origen estaba hecha por occidentales que pretendían acercarse a la música polinesia, una sociedad hospitalaria como pocas, y cuya música es un reflejo de esa personalidad.

En junio de 2019 publicamos en Rockdelux una primera entrevista con L’Exotighost, grupo madrileño de exótica formado por el thereminista Javier Díez Ena, el percusionista Ricardo Moreno, el guitarrista Juan Pérez Marina y la marimbista María Arranz. El cuarteto debutó con “La ola oculta” (Everlasting, 2019) y ahora está de nuevo aquí, con un segundo álbum –“Kamongo” (Everlasting, 2022)– del que afirman sentirse “muy contentos, porque hemos conseguido crear música exótica actual, muy fresca y nada retro. Y más accesible que el anterior”. Hablamos con Díez Ena sobre el proceso que han seguido para lograr cumplir con estos objetivos.

L’Exotighost: “Kamongo”.

Volvemos a encontrarnos tú y yo solos, frente a un café y la grabadora, pero L’Exotighost no es solo Javier Díez Ena.

No. Empezó siendo Javier Díez Ena y surgió de una “iluminación” mía, por mi fascinación por la exótica y por la idea loca que había albergado durante años de tener un grupo de exótica. Pero ahora sí se puede decir que somos una banda. Desde que sacamos el primer disco ya somos banda: ensayamos como banda, repartimos todo como banda y somos 100% una banda, aunque yo sea un poco la cabeza visible.

¿Ellos también eran fanáticos de la exótica como tú?

A diferentes niveles. Yo me enamoro de la forma de tocar de Ricardo viéndolo con Mastretta, que es, de alguna manera, un referente de lo que puede ser la exótica en nuestro país. O un referente del space pop o del lounge. Mastretta es alguien que lo modernizó e hizo una propuesta muy refrescante, y el batería era Ricardo. Lógicamente, Ricardo sí sabía quiénes eran Martin Denny o Les Baxter.

María y Juan también. Ella, además, como marimbista, tiene cierta afinidad. Quizá yo sea el más fanático, el que más discos ha coleccionado y el que se ha dedicado más tiempo a escuchar exótica, desde los años 90, pero a ellos también les gusta el género y, al tocarlo, te llena más. Parece una tontería, pero entrar en Spotify y ver que L’Exotighost hemos sido insertados en el mundo de la exótica y que quienes escuchan a artistas representativos del género a nivel internacional nos escuchan también a nosotros resulta reconfortante.

“Parece una tontería, pero entrar en Spotify y ver que L’Exotighost hemos sido insertados en el mundo de la exótica y que quienes escuchan a artistas representativos del género a nivel internacional nos escuchan también a nosotros resulta reconfortante”

Javier Díez Ena

¿Qué es lo que podéis ver los músicos en el Spotify “profesional”?

Puedes ver, mes a mes, cómo funcionan tus escuchas, en qué países te escuchan más, el género de tus oyentes. En el caso de L’Exotighost hay un abrumador gran número de oyentes estadounidenses, porque fue ahí donde surgió la cultura tiki. Por el grupo de edad la exótica es también un género con un público de entre 35 y 55 años. También hay gente joven, pero menos.

Y sabiendo eso, ¿es factible organizar una gira de L’Exotighost en Estados Unidos?

Totalmente. De hecho, estuvo a punto de suceder. El sello Hi-Tide Recordings, el mayor sello de música surf y exótica, ya nos distribuyó “La ola oculta” y funcionó muy bien. Y ahora, con “Kamongo”, Everlasting es la que lo edita en España y Europa y Hi-Tide lo publica directamente en Estados Unidos. Gracias a su apoyo con la distribución del primero nuestro trabajo llegó a oídos de Otto von Stroheim, que es por así decirlo el “capitán” de toda la cultura tiki en Estados Unidos. Comenzamos a intercambiarnos e-mails y terminó diciéndonos que quería llevarnos al Tiki Oasis de San Diego, que es el mayor festival de música y cultura exótica del mundo. Eso iba a ser en 2020… y ya sabes lo que pasó.

¿No se pudo retomar en 2021?

No fue tampoco posible por las restricciones que seguía habiendo. Y ahora la edición del disco en Estados Unidos se va a producir en septiembre, así que todo lo vamos a dejar para 2023. Crucemos los dedos.

Al oír el disco descubrí las tres versiones que habéis incluido. Dos eran muy claras: la versión de “El hombre y la Tierra”, de Antón García Abril, y la “Gnossienne”, de Erik Satie. La tercera, “Una noche en el Monte Pelado”, de Modest Músorgski, algo menos: lo notas más en siguientes escuchas. ¿Por qué esas versiones?

Satie es alguien que, personalmente, siempre tengo ahí, como melodías inspiradoras, pero es que, además, siempre me había parecido que era protoexótica por los aires orientalizantes de algunas de sus piezas y que también tenían Debussy y Ravel. Luego supe que los tres se habían quedado fascinados con la música gamelán javanesa, que descubrieron en la Exposición Universal de París de 1889 y lo incorporaron a su música. A mí siempre me ha gustado en concreto la “Gnossienne nº 1” y jugar con las mashups y las superposiciones y yuxtaposiciones de temas diferentes, pero no sé cómo se me ocurrió superponer la melodía de la “Gnossienne nº 1” y la del “Quiet Village” de Les Baxter, luego popularizado por Martin Denny, para crear “Quiet Gnossienne”.

Siguiendo con esa tónica de la yuxtaposición, se me ocurrió hacer lo mismo con “Una noche en el Monte Pelado” y, para darle un tono más oscuro a la pieza y que no fuera tan amable, lo uní con el riff del tema principal de la serie “The Twilight Zone” para crear “Twilight On A Bald Mountain”. En cuanto a “El hombre y la Tierra”, su recuerdo nos ha marcado a varias generaciones. A mí en concreto creo que ese tema musical fue el primero que me hizo vibrar por dentro. No es tanto que te guste una melodía, sino esa vibración extraña, indescriptible, que te puede llegar a producir una música. Pues yo sentía esa emoción con esa música. Me tenía completamente hipnotizado. Y no había mejor oportunidad que ahora, con el grupo. Además, queríamos que fuera también un homenaje con todo: hay mucha percusión, hay arreglos de viento, hay bastantes procesos de electrónica… No queríamos que fuera una versión minimal o esquelética, sino un homenaje completo a un tema de un gran compositor.

Exóticos son. Foto: Alfredo Arias
Exóticos son. Foto: Alfredo Arias

Dado que el rock está perdiendo su lugar como género dominante, ¿percibes tú que los géneros “de nicho” están despertando más interés por un público que se pueda estar aburriendo del rock actual, en busca de nuevas propuestas?

A mí el rock que más me interesa actualmente es el que está más contaminado con otras hierbas, por así decirlo. A base de perder influencia el rock como género, sí creo que han subido los estilos “de nicho”. La exótica es un género que curiosamente sigue estando por descubrir. Ha habido revival de todo, pero la exótica sigue siendo un gran misterio, incluso para gente muy melómana y muy informada, que lo desconoce por completo. Sigue siendo una especie de código secreto. En las giras que he hecho con el theremín y mis discos “Theremonial” (2017) y “Theremonial 2” (2019), se acercaba gente interesada en una propuesta tan marciana como la mía, gente con el oído muy curtido, y charlando con ellos descubría que también conocían la exótica. Y me sorprendía que un género en teoría tan agradable y bonito terminara interesando a las mentes más inquietas, que están ya de vuelta de las músicas experimentales y las vanguardias. La exótica les sigue interesando. Y eso mismo es lo que me sucede a mí, que sigo vibrando con el poder de fascinación que me ofrece la exótica. Las corrientes subterráneas son las que siguen fluyendo; si los estilos-nicho permean en las corrientes principales harían avanzar todo. En el mundo latino, reguetón aparte, hubo un momento en el que pareció muy fresco tocar cumbia o chicha o la champeta colombiana. Fue muy refrescante ver a la gente interesada en esto y yo creo que es por lo que has apuntado: porque al haber perdido fuelle la corriente principal del rock el frescor se ha encontrado en estilos perdidos. Espero que algún día llegue a pasar con la exótica.

“A base de perder influencia el rock como género, sí creo que han subido los estilos ‘de nicho’. La exótica es un género que curiosamente sigue estando por descubrir. Ha habido revival de todo, pero la exótica sigue siendo un gran misterio, incluso para gente muy melómana y muy informada, que lo desconoce por completo”

Javier Díez Ena

¿Qué es eso que se lee en la hoja de promoción de mezcla Dolby Atmos?

Es un sistema de sonido envolvente que ya se emplea en cine y se está empezando a utilizar en música. Es como que el sonido se convierte en algo físico. Se disfruta en esos cines y esos estudios en los que disponen del sistema. Pero luego hay una especie de versión binaural, que ofrecen algunas plataformas digitales, como Tidal o Apple Music, que lo intenta reproducir para la escucha con cascos. Es una simulación de la fisicidad del sonido, por la que te parece escuchar la batería por detrás y las voces por arriba, los vientos por un lado y la marimba por otro. Es una sensación muy bestia. El plan que tenemos, a partir de septiembre, es presentar el disco en cines equipados con Dolby Atmos, ofreciendo además visuales exprofeso para que sea una experiencia inmersiva total y se parezca a un viaje. No está confirmado, pero me aventuro a decirlo porque es algo nuevo que nos emociona mucho. Y nuestro estilo, con tantos arreglos, tantos sonidos de pájaros –mirlos, urracas, cotorras argentinas, etc–, tantos sonidos de animales, ranas del Jardín Botánico, etc. se adecúa mucho. Estos elementos de jungla son muy característicos de la exótica. En “El hombre y la Tierra” hemos incluido fauna ibérica: lobos, cernícalos, avefrías, cigarras. Las cigarras las he grabado, pero los otros son de librería. ∎

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