Podría sorprender, al menos a este periodista, el cartel de entradas agotadas con que The Limiñanas se presentaron en la circunscripción barcelonesa el pasado sábado. Uno tenía la sensación de que el rock psicodélico de los franceses no cotizaba tan alto a este lado de los Pirineos. Algo que no solo desmintió el lleno absoluto en la sala segunda del complejo Razzmatazz, sino el efusivo aplauso con que fueron despedidos como corresponde a una de esas noches de derroche de genialidad.
Pero remontémonos más atrás en el tiempo, porque Exnovios ya apuntaron en firme las buenas disposiciones sónicas que iba a ofrecer la velada. El grupo de Pamplona se presentó en formación de cuatro –dos guitarras, bajo y una batería poco equipada, no así el sonido que emitía– para anunciar la sintaxis sonora que tomaría el escenario. Pedales a discreción, sección rítmica agreste y letras concisas para un garage con incursiones shoegaze.
El relevo lo tomaron The Limiñanas. El combo francés demostró desde la subida al escenario lo pertinente de ese sold out. Nubes fuzz en “Spirale” para recibirlos como la versión pirenaica de The Brian Jonestown Massacre. El grupo que lidera la pareja artística y sentimental formada por Lionel y Marie –en la medular desde 2009– se presentó en sexteto: tres guitarras (con Keith Streng de The Fleshtones), percusión (pad eléctrico y tambores que la propia Marie iba intercambiando), bajos y teclados.
Al tercer asalto, “Shout”, orientan el stoner rock hacia pulsaciones atmosféricas propias de una banda sonora. Ese “nananana” del coro remite a una nana poseída por Goblin. El contraste entre la voz grave y el coro femenino lo equipa de entidad hipnótica. No sería la única de la noche. En “Down Underground” invocan a The Sonics, a The Velvet Underground y a 13th Floor Elevators bajo un imaginario donde se cruza el yeyé con un rock psicodélico propulsado por cantidades generosas de fuzz y reverb.
En “Je ne suis pas très drogue” viran ligeramente las coordenadas, sin perder su orientación por los sonidos clásicos de los sesenta, hacia Serge Gainsbourg. Como un “Bonnie And Clyde” hundido en un ponche lisérgico. Respetan ese diálogo vocal masculino-femenino pero desde una rítmica escaladora, tallado con riffs cortantes. De nuevo el idioma francés singulariza su apuesta, mientras que, cuando optan por el inglés de uno de los guitarristas, la balanza se inclina hacia bandas como Spiritualized. “Salvation” oposita decididamente para canción de apertura de la próxima temporada de “True Detective”.
El concierto discurre sin descanso ni interpelaciones a un público que tampoco las demanda, absortos como estamos con el bello paisaje eléctrico. The Limiñanas, que han venido con la excusa de presentar “Faded” (2025), conciben su directo como un estado de inspiración creciente que no admite interrupciones ni formalidades. Máxima celeridad y precisión.
Sin Anton Newcombe, pero con su espíritu invocado, “Istanbul Is Sleeping” recibe al interesado con cascada de fuzz. Mástiles empapados de ácido guían este paseo nocturno y taciturno por las calles sin iluminación de la capital otomana. Le sigue la versión del “TV Set” de The Cramps, declaración abierta de sus raíces garageras. Una perla nuggets que podrían haber descubierto Los Saicos cruzando el Río Grande.
Otra versión, esta de Suicide (“Rocket USA”), predispone al símil fácil, pero es que a esas alturas van lanzados en su asentamiento atmosférico. Escaladas progresivas, big bang de distorsión. Un electroshock que arremete con intensidad en los lóbulos frontales de un público transportado hacia el éxtasis. Aún queda “Je rentrais par le bois”, una nueva sacudida. Fugas aguerridas en una estructura que vacila entre la calma y la tempestad. También se fija esa dinámica sobre el escenario. El sector de la izquierda opta por el estatismo. A la derecha, frenesí, especialmente con un Streng nervioso emulando a Pete Townshend. Ya no hay espacio para órganos, solo distorsión levitando.
Sin posibilidad de mejora regresan para el bis. Lo inician con un spoken word de medio tiempo (“El Beach”). Las reverencias a The Velvet Underground durante toda la noche se solidifican con la versión de“What Goes On”. Terminan sabiéndose triunfadores con “Autour de chez moi (Vaduz)”. Da igual que el último cartucho no fuera el más potente; la misión quedó resuelta con la traca anterior. Cualquiera que entrara dubitativo salió convertido tras poco más de hora y media de trance psych. ∎