Bienvenidos al descacharrante mundo de Yard Act. Foto: Alfredo Arias
Bienvenidos al descacharrante mundo de Yard Act. Foto: Alfredo Arias

Concierto

Yard Act: deposita todas tus esperanzas en ellos

Intensidad, entrega y compromiso. Anoche en Madrid la puesta en escena de Yard Act fue excelentemente sólida y el escenario de la sala Mon parecía su hábitat natural. Nadie debería cuestionar la fama floreciente del grupo de Leeds, ni la presencia juguetona y poderosa de su frontman. Mañana, turno para Barcelona en La (2) de Apolo.

Tenemos que hablar de justicia. Anoche los ingleses Yard Act siguieron sacando brillo a su reciente y triunfante racha, demostrando que su rápido impulso y sus entradas agotadas son más que merecidas gracias a un set enérgico, un sonido impecable y la profundidad social reflejada en sus letras. Nuestras vidas no estarán vacías con bandas como ellos. Su telonero, el cantante y compositor londinense Murkage Dave, también dio la talla con una actitud amable y nueve canciones pegadizas.

A las ocho de la tarde, David Lewis, nombre de nacimiento de Murkage Dave, salió al escenario convirtiéndose en el pionero de la cruzada hacia la búsqueda de la utopía de Yard Act. Armado solo con una cinta de casete naranja, que depositó en una radio vintage a la que llamó chistosamente “su banda”, fue el instigador de nuestros primeros bailes e incluso generó cierta excitación hacia lo que estaba por venir. ¡Se le declara culpable de los cargos que se le imputan!

El set se caracterizó por una suave mezcla de R&B y soul ligero, siendo más que agradable seguirle durante 35 minutos, salvo por la reverberación de los bajos en primeras filas. En su estilo de poeta urbano y presentándose como un amable anfitrión, el artista confesó haber conseguido su plaza en la gira gracias a un mensaje directo enviado por Instagram. Su actuación arrancó con “Car Bomb” y finalizó con “Murkage Dave Changed My Life”, ambas incluidas en su álbum “Murkage Dave Changed My Life” (2018), brillando entre medias con otros temas como “Please Don’t Move To London It’s A Trap” –aquí bromeó con el mal tiempo de la capital inglesa– o “Bad Advice”, las dos de su último trabajo, “The City Needs A Hero” (2022). Era su primera vez en Madrid, esperemos que no la última.

Concluido su pase, y tras 25 minutos de descanso, comenzó el segundo acto: Yard Act tomaron el escenario con su nombre escrito en el telón de fondo. Sin preámbulos ni florituras superfluas, entraron en faena, directos a presentarnos su flamante nuevo álbum, “Where’s My Utopia?” (2024). Iban todos con prendas naranjas en honor a la identidad gráfica de su obra. ¿La canción afortunada para arrancar? “An Illusion”, la misma que abre el disco.

James Smith, showman. Foto: Alfredo Arias
James Smith, showman. Foto: Alfredo Arias

Se respiraba cierto alivio y sensación de confianza junto a una aceleración desbocada: Yard Act habían llegado a Madrid con su “Dream Job Tour” y estaban actuando ante sus incondicionales, sin imprevistos. Recordemos rápidamente que su concierto programado el año pasado en la primera jornada del Primavera Sound de Madrid se canceló debido a circunstancias meteorológicas. Sin embargo, los de Leeds tocaron en la sala Wurlitzer Ballroom. Pero sí, aquí estaban anoche, dándolo todo un martes cualquiera de abril (pero con un Madrid-City en la Champions), con su energía desbordante y firmeza en el escenario. Ellos son totalmente conscientes de su éxito in crescendo y así nos lo contaron en la entrevista que mantuvieron con Rockdelux a principios de marzo.

El grupo no se abstuvo de interpretar temas de su anterior trabajo, “The Overload” (2022), y lo hizo enseguida, con “Dead Horse”, una canción mucho más interesante en directo y que ganaba en ritmo y licks de guitarra, haciendo que sonara más fuerte su protesta ante una realidad que se vive día a día en el Reino Unido por el cierre de locales: “England, my heart bleeds, Why’d you abandon me?”.

La banda, formada por el inquebrantable James Smith (voz, letra), Ryan Needham (bajo), Sam Shipstone (guitarra) y Jay Russell (batería), contó también con un dúo de coristas, Daisy Smith y Lauren Fitzpatrick, de gran profundidad vocal y pura energía saltimbanqui, que cuando no bailaban con sus instrumentos de percusión auxiliar en mano –incluida una pandereta con el símbolo de Prince– lo hacían yendo de un lado al otro del escenario con pequeñas oscilaciones y espasmos teatralizados. El continuo ambiente de festejo apresó uno de los primeros momentos álgidos de la noche con “When The Laughter Stops”, que acabó con Smith recibiendo en el suelo fingidas patadas de sus compañeras como parte de una performance estudiada.

Dejando el conteo detallado de las dieciséis canciones del repertorio, hablemos sobre el carácter deslumbrante de James Smith. Acaudilló el escenario de principio a fin, ganándose a todos no solo con su poderosa interpretación y su camaradería, sino con una voz bien modulada y una dicción digna de envidiar. Una especie de rapero fraternal, con un aguante y naturalidad envidiables, que hizo de las suyas especialmente en “Fizzy Fish”. Hablemos también de su argot vernáculo, al que sacó brillo en “Down By The Stream”, una reflexión sobre las dinámicas de intimidación y acoso escolar.

Fiesta en la noche (de un martes). Foto: Alfredo Arias
Fiesta en la noche (de un martes). Foto: Alfredo Arias

Entre el pavoneo de Smith con su chaqueta arquetípica y el de sus coristas, también hubo otro momento genuino para todos: la selección por parte de la audiencia de una canción para interpretar, a través de una ruleta con cuatro opciones. La mano “inocente” del público fue la de una tal Joy y la canción ganadora, “Fixer Upper”. Este tema contó con la intensidad vocal de Smith y de la banda llevados a su máximo apogeo. También interpretaron “Petroleum”, “Pour Another”, “We Make Hits” y “Witness (Can I Get A?)”.

Uniendo tanto a los fans antiguos como a los nuevos, la recta final llegó con dos de las canciones que todo el mundo se sabía: “Dream Job”, la pista más popular del nuevo álbum, con sus riffs funkies que han vuelto a colocar a la banda en primera plana, y las viejas conocidas “The Overload” y “Payday”. Esta última recuerda a las viejas glorias de su misma ciudad natal, Gang Of Four. Antes de abandonar el escenario, nos sorprendieron con un “A Vineyard For The North” perfectamente compacto y una de las mejores interpretaciones de la noche.

El bis también tuvo su aquel, empezando con “100% Endurance” y pasando luego al barullo, los aplausos y la anarquía totales en el fin de fiesta con “The Trench Coat Museum”, donde Murkage Dave volvió al escenario y Smith hacía malabares con su Roland SP-404 MKII.

Yard Act despacharon un concierto de lo más performático, que dialogó entre el rock más fino, el pop y el post-punk. No nos cabe duda de que Shaun Ryder, de Happy Mondays, o Beck arquean una ceja cuando los escuchan.

Lo peor fue que esa performance se sintió demasiada guionizada, incluso en el discurso final de Smith cuando proclamaba la actuación como una de las mejores de su vida sin ningún tipo de convicción. Tampoco tocaron “Blackpool Illuminations”, un tema injustamente infravalorado. Lo mejor, que con su conciencia sociopolítica podemos ver fácilmente el mundo que se está construyendo a su alrededor gracias a un bolo eclécticamente divertido. Mañana los esperan en Barcelona, otra ciudad con suerte. ∎

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