Editorial

M83. Viernes noche, domingo mañana

M83 consiguió colocar su tema “Midnight City” en lo más alto de las listas de mejores canciones internacionales de 2011 según el Rockdelux 302: número uno. M83 es Anthony Gonzalez y su épico AOR 80s con flecos de shoegazing en línea recta (y rápida) hacia el pop de masas. Reflexionamos aquí sobre su directo a raíz del paso de la banda por Barcelona el 9 de marzo de 2012. ¿Decepcionante? No, otra cosa mejor.

Ilustración: Sonia Pulido
Ilustración: Sonia Pulido
Es viernes noche. Vamos a celebrarlo. A M83, venga. Estado de euforia, explosión de júbilo, sintético o no. ¿Suena Vangelis a lo lejos o estoy soñando despierto? No, es la ilusión de un mundo con luces de neón, coches en la noche y rayos de retrosonido urbano que no cesan. Feliz psicodelia extática de trazos arrebatados presentada en un ambicioso doble CD conceptual que se vende como “música experimental para las masas” y que, sin separar el grano de la paja, se quiere reflejar en el espejo de los dobles álbumes de Smashing Pumpkins, Pink Floyd o Beatles. También incluye una anunciación nada banal, ya intuida en discos anteriores: la ciudad es la iglesia de Anthony Gonzalez. Bonito, pero me temo que la palabra sagrada, aquí y ahora, en un Razzmatazz rebosante de feligreses, es mazacote: ma-za-co-te.

Hablamos de posibles ecos AOR, de un sonido aplasta-todo, electrónico y ruidoso, maquinillo y rockero a un tiempo. Con voces levitantes y un mensaje naíf que enternece por su estúpido maximalismo poético. Y con ese paisajismo tamizado que prepara la gran ola que viene, ahora amplificada desde la base flotante de su shoegazing/dream pop habitual. Oigo gritos de gente anodadada que simula subir escaleras hacia el cielo. Si parece sinfónico, es porque quizá lo sea. Pero no nos pongamos meticulosos con tantos momentos épicos y crescendos activados: a pesar de la coartada introspectiva, es puro escapismo. OK a eso, claro que sí. OK a la dicha y felicidad de todos los que me rodean, que saltan como si estuviesen asistiendo al mejor momento ever de la historia de la música. No importa que estemos hablando de M83, una propuesta ampulosamente excesiva que idolatra a Phil Collins y a Jean Michel Jarre, hace buena a los recargados Tears For Fears mainstream, remite a los Simple Minds de estadio y apura a fondo ese requiebro vocal a lo Peter Gabriel, siempre entre lo peculiar y lo insoportable.

Quizá debería ser delito, para no avergonzar a Phil Spector, inflar ese muro de sonido difuso, con tendencia espacial, que nos los presenta más importantes de lo que en realidad son: la grandilocuencia de la apariencia, con o sin french touch. El tamaño importa. Como la mística ridícula, en general, de las letras de “Hurry Up, We’re Dreaming” (2011): tan sugerentes como vacías.

Sí, “Midnight City”, canción del año; ya lo sé. Pero hagamos una prueba: le quitamos esos uuhs uuuhs retráctiles e interiorizados y quizá ya no lo sea (tanto). Aun así, en estos tiempos de permanente revival cool, las dosis de sintetizadores analógicos al por mayor e iconografía 80s al detalle están bendecidas por la suerte.

Y para ese (gran) tema del año, ¿qué me dicen de ese bailecito extasiado, con los puños apretados, sin moverse del suelo, del solipsista pero romántico Anthony El Iluminado? Se pasa un buen rato observando todo esto. No lo niego. En el Primavera Sound, más desfase. The city is my church. Amén a eso en este viernes por la noche. Góspel, góspel. ¿Adónde vamos ahora? ∎

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