Recopilatorios

El catálogo de nombres seleccionados esta vez por el sello británico es lógicamente etnocéntrico y deja de lado lo que en el Reino Unido vino a llamarse “new pop”, inscrito en una fase anterior, 1979 a 1983, al que, por supuesto, dedicaron otra excelente colección. La presente distribuye en cuatro CDs 99 canciones donde entran muchísimas bandas raras ordenadas cronológicamente, otras más conocidas por los amantes del género –“Cut Me Deep” es un tema de THE JASMINE MINKS– y prácticamente todos los nombres triunfantes –HAPPY MONDAYS, THE JESUS AND MARY CHAIN o THE STONE ROSES– con el bonito gesto de evitar sus canciones más tópicas. Para disfrutar sin prisas. José Manuel Caturla

El sello madrileño nos ofrece un variado doble LP que repasa distintas expresiones “vanguardistas” procedentes del país luso: minimalismos electrónicos naíf (“Untitled” de TELECTU), paseíllos de sabor new age (“Crepúsculo” de FÉ DE SÁBIO), ejercicios instrumentales de synthpop (“Balladium” de ANDRÓMEDA), intersecciones con el post-punk (“We Build Cities” de CROIX SANTE) y mucho más. Una auténtica cantera de hallazgos que nunca resulta demasiado reiterativa o indigesta, ni tampoco (a pesar del título) obtusamente experimental, con la excepción de algún que otro tétrico pasaje como “Flow”, de SPQR. Xavier Gaillard

No hay salud. En Cherry Red siguen empeñados en hacernos rodar por la pendiente de la desesperanza. Con una bella banda sonora, aclaremos. Complementando la anterior entrega a propósito del dream pop, ahora se abre la puerta –bah, la cripta- a los sonidos de bandas clásicas del siniestro (RED LORRY YELLOW LORRY, CLAN OF XYMOX, ALIEN SEX FIEND), sus contrapartes electrónicas (KAS PRODUCT, SOFT CELL, SS-SAY) y algunos sonidos más etéreos (COCTEAU TWINS, DEAD CAN DANCE, BLACK TAPE FOR A BLUE GIRL) como si fuera la pista y el lounge del Batcave londinense. THE CURE con “The Funeral Party” dan inicio a cuatro discos-antídoto contra la resiliencia y la autosuperación, tan queridas por las redes sociales actuales. Jorge Acevedo

El electro surgió cuando los negros norteamericanos descubrieron a Kraftwerk, a quienes Afrika Bambaataa definió en algún momento como “esos blanquitos alemanes tan funkies”… o algo así. Esta compilación, certeramente subtitulada “Sci-Fi Inter-Planetary Electro Attack On Planet Earth 1982-1989”, reúne gemas escondidas en dubplates y prensajes exclusivos de los años ochenta. Son de artistas semidesconocidos, a excepción de JONSUN CREW, OZONE LAYER o THE PACKMAN, que reafirman la creencia en que los negros, como los androides, sueñan con ovejas eléctricas. Y con la felicidad más allá de las estrellas. Puro groove futurista. Luis Lles

En el álbum se repasa “Take a Picture” (1968), el único LP de Margo Guryan, en el orden original de los temas, con el añadido de un bonus track, “California Shake”, por MARGO PRICE que preserva las esencias boogie. La inaugural “Sunday Morning” corre a cargo de los siempre groovy TOPS. Hay artistas que optan por subrayar el elemento psicodélico, como JUNE McDOOM con una “Thoughts” alucinada y alucinante, mientras que FRANKIE COSMOS y GOOD MORNING hacen una lectura inesperadamente country del tema titular. También hay artistas que prefieren ser fieles a sí mismas: preciosa “Love Songs” de CLAIRO. Juan Manuel Freire

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Esta recopilación replica un guateque de los años sesenta. Muchas de las 86 canciones incluidas en ella son inéditas. Grupos como THE CAMEOS, THE HONEYCOMBS o DIANE AND THE JAVELINS suenan tan joviales como GERRY HARLOW en “Do The Strum”. Ese pop era la cara B de los éxitos de entonces. Los ecos, el bajo y las guitarras del ingeniero y productor Joe Meek, un investigador de sonidos, son más propios de una década anterior. GLENDA COLLINS, GUNILLA THORN, KIM ROBERTS o la recuperada BILLIE DAVIS –a quien Meek grabó, pero no editó– lideran esta colección de singles ahora remasterizada. Miquel Queralt

El segundo volumen de canciones del combo África Negra recopilado por DJ Thom B para el sello suizo Bongo Joe vuelve a regalarnos un viaje a las playas de Santo Tomé y Príncipe al ritmo de la puxa. Conformado por grabaciones inéditas obtenidas de sesiones en 1979 y 1990, los exóticos riffs de guitarra de Leonildo Barros y la vibrante sección rítmica y armonías vocales lideradas por el poeta social Joâo Seria hacen de este un disco de esos que se disfrutan paladeando un cóctel con sombrillita. La muerte en 2023 de Seria, despedido con honores nacionales, recuerdan lo grandes que fueron, no solo en Santo Tomé sino más allá. David Galbete

Los temas de las primeras películas de James Bond definen el sonido grandioso y metalizado de John Barry en el período señalado. Pero Bob Stanley, como compilador de nuevo tras el volumen que cubrió el lustro 1968-1973, espiga ahora otros soundtracks menos conocidos en esa onda (“The Syndicate”) o piezas que han sobrevivido mejor que las olvidadas películas en que nacieron (“King Rat”). De lo señero a lo recóndito, los 25 temas reunidos dan cuenta del vasto espectro sonoro y emocional de John Barry en esta era, de la ligereza cocktail de “Oublie ça” a la eterna melodía sublime de “Born Free”. Ricardo Aldarondo

Del mismo modo que John Fahey propulsó el estilo denominado american primitive guitar, el sello londinense NTS ha tenido a bien lanzar esta estupenda recopilación de músicos europeos que, como sus homólogos americanos, no precisan de nada más que su guitarra para desarrollar un discurso propio. Dieciséis cortes de artistas que lanzaron parte de su obra en los años recogidos en el título. Músicos italianos, alemanes, españoles, eslovenos o ingleses que, en conjunto, ofrecen una panorámica musical exquisita. Un trabajo indispensable para amantes de las seis cuerdas en su expresión más pura. JuanP Holguera

Bob Stanley y Jason Wood publicaron en 2020 “Cafe Exil. New Adventures In European Music 1972-1980”, que situaba la mirada en la gestación de la primera etapa alemana de Bowie con el influjo de la nueva música teutona que la compilación ampliaba. “Fantastic Voyage” se entretiene en investigar la ascendencia de ese caldo de cultivo sobre el post-punk y sus metainfluencias en las dos últimas obras referenciales de la etapa imperial del inglés, léase el orientalizante “Lodger” (1979) –su primer corte titula el recopilatorio– y “Scary Monsters” (1980), con lo que estaríamos hablando de un segundo volumen oficioso. José Manuel Caturla

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A Hal Willner le habría encantado escarbar en los archivos de Pickwick Records para seleccionar estas 25 canciones de Lou Reed en la era pre-Velvet Underground. De hecho, la recopilación le está dedicada y es la tercera entrega de Lou Reed Archive Series –una colección de “rarezas” auspiciada por Laurie Anderson, el sello de Seattle Light In The Attic y el propio archivo de Reed–. Canciones olvidadas, imprescindibles para los fans de Reed y sugerente y recomendable para los arqueólogos del pop de los sesenta. Apareció en plataformas el pasado septiembre y ahora llega en esplendorosa versión en compacto y vinilo. Quim Casas

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Un destilado soberbio que incluye grandes nombres, presididos por TABU LEY ET L’ORCHESTRE AFRISA. No puede faltar tampoco FRANCO & LE T.P. OK JAZZ. Otros tótems son LES BANTOUS DE LA CAPITALE y la banda ZÄIKO LANGA LANGA. Pero lo más interesante del disco es la inclusión de rarezas poco o nada conocidas de PETELO VICKA ET SON NZAZI o M.B.T.s. El tema más extenso del lote, “Nganga”, es un portento de soukous de pronunciado sabor afrocubano, cortesía de LES FRÈRES SOKI ET L’ORQUESTRE BELLA-BELLA, otra agrupación emblemática de los años setenta que contribuyó a hacer de los dos Congo los países más importantes de la edad de oro de la música africana. Algo que refleja un álbum que es una verdadera joya. Ramon Súrio

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Rebusca en las grabaciones fijadas entre 1988 y 1990 en el estudio Noise New York, siempre con Kramer a los mandos. Son dos docenas de cortes, ordenados cronológicamente, que, además de piezas difíciles de rastrear, incluyen ocho temas hasta ahora no escuchados. Y, por supuesto, aquí está la esencia de la banda en busca de su característico sonido de guitarras flotantes y melodías de éter, pero en una versión más cruda, sin pulir, cuasi punk, aunque ya se advierten las referencias hacia las que dirigían su mirada, ya sea The Velvet Underground, Joy Division o Young Marble Giants. Escriben en su Bandcamp que esta recopilación puede considerarse “como una historia secreta de la banda siguiendo el arco de su crecimiento y expansión creativa desde el principio hasta el final de su carrera”. Mejor definición, imposible. Juan Cervera

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Dicen que la culpa original fue de Don Letts pinchando discos de reggae y ska en The Roxy. Aunque eso sería solo la sombrilla de un cóctel –molotov– de rabia que el desempleo y la xenofobia crecientes preparaban en la Inglaterra de mediados de los setenta. La “experiencia compartida de disidencia” que refiere el DJ y documentalista en las notas de este triple álbum comienza con las semillas roots de BURNING SPEAR y DILLINGER, pasa por el punk de THE CLASH y GENERATION X y desemboca en el melting pot de THE SLITS o THE SPECIALS. Hasta señores algo enojados como ELVIS COSTELLO o GRAHAM PARKER se hacen presentes con reclamos a ritmo jamaiquino. Todos con la misma intención a lo Morrissey: hacer canciones que hablen sobre tu vida. Jorge Acevedo

El nuevo ensayo del siempre interesante Jon Savage es un voluminoso volumen de más de 700 páginas que dirige su telescopio hacia la música pop y su relación con el movimiento LGBTQ+. El disco complementario es un suculento espejo sonoro que ilustra –aunque no exhaustivamente: imposible– la teoría del ensayo, empezando con el visionario “I Hear A New World” de JOE MEEK para cerrar, con todos los honores, con “I Need Somebody To Love Tonight” de SYLVESTER. Mientras esperamos (crucemos los dedos) la traducción del libro, este complemento sónico es un festín que destruye etiquetas y que manifiesta que, pese a quien le pese, la noche siempre ha sido, es y será gay. Aunque a veces no nos lo parezca. Juan Cervera

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Quienes nos dejamos seducir a temprana edad por el folk británico de los sesenta acabamos teniendo en el imaginario de las grandes leyendas al club Les Cousins del Soho londinense. A diferencia de Greenwich Village tan presente en los relatos de la eclosión de Dylan y todos sus acólitos, Les Cousins siempre quedaba como un nombre susurrado, los rasgos difuminados de un lugar secreto, mágico, mítico. Por eso es muy pertinente esta recopilación en tres CDs con 72 canciones de los artistas que contribuyeron a hacer de aquel un club tan especial, aunque en las inmediaciones hubiera otros. Ricardo Aldarondo

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En 2020 se publicó la primera parte de “Virtual Dreams”, subtitulada “Ambient Explorations In The House & Techno Age, 1993​-​1997”, con nombres europeos ilustres como Richard H. Kirk o Spacetime Continuum, pero en su mayoría desconocidos. La nueva colección llega bajo esa misma premisa exploratoria, un período casi idéntico y una potente dosis de chill out cuidadosamente elaborado en la incipiente escena de club japonesa. No esperen freestyle melifluo y sí pasajes de IDM atmosférico, con idiosincráticos aromas de minimalismo nipón como “Flutter”, de PALOMATIC. José Manuel Caturla

Confiesa Arthur Baker, artífice de esta recopilación, que su primer contacto con el hip hop se remonta a 1978, cuatro años antes de que se viera embarcado en la producción de “Planet Rock” de AFRIKA BAMBAATAA & SOUL SONIC FORCE, que por supuesto, aparece en el listado de este suculento recorrido por las músicas que acompañaban las contorsiones de los primeros b-boys y b-girls, dispuestos a sudar la gota gorda con ritmos ahumados en las cocinas del funk, la música disco, el soul y los vapores latinos y africanos. Todo era bienvenido en los primigenios fiestones hiphoperos siempre que la música ofreciera el ritmo –la percusión, fundamental– adecuado para dejar que los cuerpos escribieran en el aire y el suelo sus acrobacias desaforadas. Juan Cervera

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Pinchadiscos, escritora y feminista queer, Kampire Bahana se ha hecho un nombre vinculada al sello ugandés Nyege Nyege y al festival del mismo nombre. El prestigio de sus sesiones, en las que mezcla música electrónica de última generación y sonidos africanos vintage, la ha llevado a ser demandada en los mejores clubes y festivales del mundo. Se ha ido convirtiendo en coleccionista de discos y dice que le produce un gran placer cuando la gente reconoce en sus sesiones canciones que hace mucho tiempo que no escucha. Con este espíritu ha abordado la oferta del sello Strut, reuniendo joyas y rare grooves de la música africana de los años ochenta y noventa del siglo pasado, en lo que supone el inicio de una nueva dirección para Strut. Ramon Súrio

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“Spell Blanket” es un tesoro rescatado de los archivos personales de Trish Keenan, 36 piezas grabadas por la vocalista en cuatro pistas y MiniDisc que deberían servir para testar la continuación de “Tender Buttons” (2005). Temas breves pero que ponen de relieve la capacidad de la artista para generar mundos de verdadero ensueño con los mínimos elementos: voz, guitarra, teclados y poco más en un bloc de bocetos que iluminan la cara más íntima de Broadcast, con una Keenan en clave folksinger de una galaxia no explorada. Estos 64 minutos nos advierten de que sus trucos de magia pop no se habían acomodado en la rutina. Lo que no pudo ser entonces resplandece ahora en un disco tan singular como encantador, delicado y humilde. Juan Cervera

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Lo que tenemos en “Distant Call” es un ramo de protocanciones que funcionan como sublimación lo-fi de hermosura sin cortapisas. Catorce pruebas de un grupo irrepetible que siempre ha funcionado mejor siendo entendido como estado mental. La sensación general es la de estar ante un conjunto de canciones que funcionan en sincronía perfecta entre ellas, dando como resultado lo más parecido que podríamos tener a un álbum nuevo de Broadcast o, lo que es lo mismo, una bendita resurrección fantasmagórica de Keenan, cuya voz suena más hechizante que nunca a lomos de una simple base acústica, con momentos de belleza ascética como “Distant Call”, “Ominous”, “Pendulum” o cualquiera del resto de cortes que pueblan los surcos de este LP. Marcos Gendre

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