A esto se le llama triunfo absoluto. Foto: Óscar García
A esto se le llama triunfo absoluto. Foto: Óscar García

Concierto

Antònia Font y las emociones azules y eléctricas

La noche del pasado sábado 15 de octubre en el Palau Sant Jordi de Barcelona no fue una más. Tampoco fue un juego de niños, entendiendo que el fenómeno de fans poco tiene que ver con ese universo musical conocido como Antònia Font, que pivotan alrededor del eje formado por el cantante Pau Debon y el guitarrista y compositor Joan Miquel Oliver.

El recinto, enorme para casi cualquier nombre, se llenó sin agobios. La percepción de que podía ser una noche para el recuerdo se hacía evidente. El grupo mallorquín Da Souza salió al escenario para presentar los temas de su quinto álbum, de peculiar título: “Dies d’attrezzo” (2022). Después de abrir la velada con “Fotogrames” y “Diarro” –en esta última contaron con el saxo alto de Eva Fernández, nombre emergente del desacomplejado y juvenil jazz catalán–, el grupo de Lluís Cabot (voz y guitarra) y Xavi Hernández (batería y voz) hizo más densa su sonoridad, luciéndose en “Robots de neteja”, “24/7” y “La faula del falcó III”, canciones en las que domina el pop de guitarras, teclados y loops. Los desajustes de sonido no les impidieron concluir en alto con “Metres per segon”, título distintivo en su discografía.

En la rueda de entrevistas llevadas a cabo la pasada primavera por Pau Debon y Joan Miquel Oliver a raíz de “Un minut estroboscòpica” (2022), el nuevo y quién sabe si último álbum de Antònia Font, hubo dos asuntos recurrentes. El primero, que los conciertos no iban a ser una oda a la nostalgia. Oliver hizo entender al conjunto que regresar a los escenarios sin canciones nuevas no tenía mayor sentido. El segundo, la sensación de cansancio que desprendían las declaraciones de ambos. Con esto en mente, el frontman apareció con exquisita puntualidad sobre la austera tarima del Palau. Todo el peso escénico recayó en Debon, que no pudo evitar la emoción. ¿Qué se debe sentir teniendo a miles de personas delante, pendientes de uno?

Como trovadores modernos que son, aprovecharon el encomiable bagaje de unas canciones que se desplegaron desde el escenario como aviones de papel, alcanzando la piel de la audiencia, convertidas en emociones azules y eléctricas, vestidas de costumbrismo mediterráneo y propulsadas por las descargas pop que caracterizan al combo, además de esos acentos del catalán tan característicos de Mallorca. Ausente la naftalina, Antònia Font –en los cielos de la memoria colectiva de una generación que, a finales de los años 90 rondaba la veintena y, ahora, 25 años después, muestra arrugas, muchas canas y bastantes alopecias– plantearon un repertorio coherente que huía del formato de “grandes éxitos”.

Joan Miquel Oliver y Pau Debon, fórmula perfecta. Foto: Óscar García
Joan Miquel Oliver y Pau Debon, fórmula perfecta. Foto: Óscar García

La audiencia del pasado sábado en Barcelona forma parte de los amantes perfectos del combo isleño. Sin esa fidelidad de ungidos en la marmita fontniana –más los que se han ido sumando con los años–, el quinteto no habría florecido, canción a canción, como lo ha hecho. “Amants perfectes”, un bombón que en directo suena más agridulce, supuso uno de momentos álgidos de la sesión. Debon puso una marcha más a partir de “Oh la la” y “Miquel Riera”, incluidas, como la anterior, en el último álbum. La mejoría del sonido también ayudó al público, que se entregó cuando intuyó que llegaba “Taxi” (2004) con cuatro temas consecutivos: “Armando Rampas”, “Vitamina sol”, la preciosa “Portaavions” y “Jo, robot”. Y a continuación, “Dins aquest iglú” y “Vos estim a tots igual”, de “Alegria” (2002). A estas alturas, surrealismo y fantasía por doquier.

El conjunto tomó aire con las piezas de “Vostè és aquí” (2012), resaltando “Cartes de Ramiro”. Se acerca el final y, desde el escenario, llegan las primeras notas de “Venc amb tu”, también del último álbum. No había transcurrido ni hora y media. Tanto en la pista como en las gradas había expectación, pues el concierto parecía finalizado. Pero fue al contrario, pues empezó un extenso encore con material elegido de “Batiscafo Katiuscas” (2006) y “Lamparetes” (2011). Los aromas infantiles de “Sospitosos” y “Mecanismes” acariciaron el cielo del multiusos olímpico, al igual que “Batiskafo Katiuscas”, “Clint Eastwood” e “Icebergs i guèisers”. Las emociones azules y eléctricas, en el final de los bises, alteraron para bien el ritmo cardíaco del personal con “Alegria” y “Alpinistas-samurais”. Nueva retirada del escenario. Los parlamentos de Pau Debon se pueden resumir en “Gràcis!, “Gràcis!, Gràcis!”. Después de otro subidón anímico con “Calgary 88”, los convocados entendieron el valor añadido de la última canción, “Viure sense tu”, del primer álbum, “Antònia Font” (1999). Con todo el papel vendido, la velada fue un espléndido éxito de pop luminoso.

Antònia Font se van con la sobriedad que los caracteriza. Sin invitados. Sin parlamentos pomposos. La influencia de los baleares en la que es la primera ola de solistas y grupos de este siglo que se expresan en catalán es notable. Unos no pasarán de la emulación, otros inventarán. Una de las mejores páginas del pop moderno en catalán parece ceder los trastos. Nuevas píldoras de pop vendrán. ∎

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