Sin adulterar.
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Revisión

Bad Religion, punk con vocación de servicio

Bad Religion celebran sus 45 años de existencia con la gira “45 Years Doing What You Want”, que pasará este mes por nuestro país. Y aunque recibe ese nombre, 45 años haciendo lo que quieres, un juego de palabras con el título de la canción más corta de su mejor disco, lo cierto es que los californianos han hecho lo que han querido, pero con matices. Porque Bad Religion son especiales por muchas cosas. Por haber allanado el camino al punk y hardcore de los noventa, por sus letras perspicaces, por esa manera de armonizar los coros… Pero también por su vocación de servicio, por ese interés genuino por dar a sus seguidores lo que les gusta.

Quizá porque se llevó muy pronto el primer batacazo con sus fans, Bad Religion es un grupo atípico en cuanto a la manera de componer y elegir su repertorio. Mientras la mayoría de los músicos hablan de crear por mero impulso artístico, sin tener en mente lo que piensen los compradores, Bad Religion se toman muy en serio lo que quiere la gente que los sigue. No se trata de repetir fórmulas o de encasillarse, pero tampoco de subestimar el gusto y el poder de su público. Esto les ha permitido tener una discografía bastante coherente y muy poco irregular, que van a repasar en directo en varias ciudades españolas durante este mes de mayo en Bilbao (9), A Coruña (10), Madrid (13), Málaga (14), Valencia (16) y Barcelona (17). Pocos grupos se atreven a decir “tienes que ser consciente de que no todo lo que compongas como artista va a ser bueno”. Y ellos lo hacen. Pero todo este aprendizaje vino del estrepitoso fracaso de su segundo álbum.

Aprender de los errores propios

Bad Religion habían empezado en 1980 como tantos otros, unos adolescentes del Valle de San Fernando influidos por los Ramones, Sham 69, The Germs o Stiff Little Fingers que ensayaban en lo que ellos denominaban “el agujero del infierno”, que no era otra cosa que el garaje de la madre de su cantante Greg Graffin, que alcanzaba altas temperaturas durante las prácticas. En una época en la que los televangelistas vivían sus mejores momentos, apostaron por un nombre que dejaba claro que cuestionaban lo establecido y pretendían luchar contra el borreguismo. Y se pusieron a componer. Grabaron su primer EP, “Bad Religion” (1981), sin haber tocado en directo aún, y lo autoeditaron en el sello que crearon para la ocasión, al que llamaron Epitaph.

Pronto llegó el primer álbum, “How Could Hell Be Any Worse?” (Epitaph, 1982). Aunque más primitivo, ya contenía las señas de identidad que han hecho inconfundibles a Bad Religion durante estos 45 años: velocidad, sensibilidad melódica y letras para hacer pensar. Vendieron más de 10.000 copias y se convirtieron en el acontecimiento punk de su zona. Pero la escena se estaba degradando con la llegada de la homofobia y el racismo. Y ellos tampoco sabían muy bien lo que estaban haciendo.

Brett Gurewitz, Greg Graffin, Jay Ziskrout (batería en el pimer EP y en parte del primer álbum) y Jay Bentley: Bad Religion en 1980.
Brett Gurewitz, Greg Graffin, Jay Ziskrout (batería en el pimer EP y en parte del primer álbum) y Jay Bentley: Bad Religion en 1980.
Entre la emoción de ese inesperado éxito y la ingenuidad de la adolescencia, ni se les ocurrió pensar que un viraje de estilo en su segundo LP pudiera contrariar a sus fans. De hecho, ni lo planificaron. Las canciones las componían Greg y el guitarrista Brett Gurewitz. Graffin decidió comprarse un sintetizador Roland y empezar a componer con él. Cuando Gurewitz escuchó su primera propuesta para el disco, que no era nada punk, en vez de preguntarle qué hacía trajo una segunda canción en la misma línea. Y así hasta completar el disco. El resultado: un álbum que roza el rock progresivo cuya portada, con una imagen del espacio, ya presagiaba algo raro. El único que protestó por la deriva que estaba tomando su música fue el bajista Jay Bentley, que abandonó la banda en cuanto empezó la grabación.

El fracaso fue épico. “Into The Unknown” (Epitaph, 1983) no se entendió en su día y sigue sin entenderse ahora. Su público les dio la espalda y las críticas fueron demoledoras. Al darse cuenta del error, intentaron retirar de las tiendas todas las copias. Resultado: Gurewitz se quedó sin blanca, Graffin se puso a estudiar y el grupo se desintegró brevemente, aunque en los siguientes años el cantante lo recompuso con distintas formaciones junto a Greg Hetson de los Circle Jerks.

En 1985 retomaron la senda del hardcore melódico en el EP “Back To The Known” y sus seguidores se dispusieron a olvidar el lapsus del segundo álbum, celebrando el regreso como si aquello no hubiera sucedido. Pero hasta 1987 no confluyeron los astros como para que la genialidad de Mr. Brett y Graffin diera su fruto. Entre otras cosas, porque las riendas de la vida de Gurewitz –que aunque los grababa no era parte de Bad Religion en ese momento– las llevaban las drogas.

En 1988, delante del GBGB, en la época de “Suffer”.
En 1988, delante del GBGB, en la época de “Suffer”.

Señalando el camino

Con Gurewitz desintoxicado y Graffin con la carrera de antropología recién acabada, surgió un concierto en Berkeley, en 924 Gilman Street, en el que Hetson no podía tocar porque estaba de gira con los Circle Jerks. Graffin llamó a Gurewitz a ver si les hacía el favor de cubrir la baja. Y el resto vino rodado. De pronto se dieron cuenta de que tener dos guitarras, las de Hetson y Gurewitz, iba a darle más fuerza al grupo. Y se encontraron componiendo para “Suffer” (Epitaph, 1988), para cuyo registro también había vuelto el resto de la formación original, con Bentley de nuevo al bajo y Pete Finestone a la batería.

El tercer largo del grupo sería un punto de inflexión en su carrera y en la historia del punk californiano, aunque era demasiado pronto para que nadie lo supiera. De hecho, la banda aún era desconocida en muchas partes de Estados Unidos y volvieron endeudados de su gira. Pero esas 15 canciones breves, intensas y cargadas de melodías pegadizas e inconfundibles armonías vocales, además de algunas de las mejores letras del punk, mostrarían el camino a tantos que estaban por venir. La escena estaba en horas bajas, pero el disco se recibió con un entusiasmo que no ha hecho más que crecer con el tiempo. Y descubrieron que en Europa sí tenían un público sediento de sus conciertos.

Con “No Control” (Epitaph, 1989) y “Against The Grain” (Epitaph, 1990) dejaron claro que no tenían intención de volver a desvariar musicalmente, cerraron una trilogía gloriosa y terminaron con la costumbre de sacar un disco al año. Más que nada porque Epitaph tenía que adaptarse al crecimiento del grupo, que ya había conseguido vender 100.000 copias de su último álbum y no podía ir tan rápido. “Generator” (Epitaph, 1992) no se desviaba de la ruta, aunque era algo más oscuro. Con la guerra del Golfo resonando entre sus notas, tenía canciones más largas y letras más elaboradas. Cuando grabaron “Recipe For Hate” (Epitaph, 1993), estaban absolutamente inspirados y dispararon un himno detrás de otro. Para entonces la relevancia de unos Bad Religion totalmente asociados a la cultura skate y surf ya era innegable.

Los que asistimos a la explosión del hardcore melódico y el punk californiano en los noventa con una mezcla de asombro y regocijo lo veíamos claro. Por un lado teníamos a los que estaban arrasando, Green Day y The Offspring. Por otro lado un montón de bandas, mejores o peores, practicando el punk y el hardcore veloz y con melodía. Y por otro, a Bad Religion, con su propio estatus: los responsables de todo aquello.

Vídeo realizado por Gore Verbinski de “American Jesus”, del disco “Recipe For Hate” (1993).

Vamos a tantear el mercado

La llegada del grunge a las radios comerciales y el éxito mundial de Nirvana habían demostrado que las guitarras potentes sí podían tener su sitio entre el gran público. Bad Religion no paraban de crecer y las multinacionales buscaban desesperadamente grupos a los que lanzar. Hasta entonces habían publicado todos sus discos con Epitaph, el sello de Gurewitz, que además se había encargado de dirigir el sonido de la banda en el estudio. Pero se plantearon dar un paso más y ficharon por Atlantic, con quien sacaron el también brillante “Stranger Than Fiction” (1994).

Gurewitz accedió a firmar con la multinacional porque no tenía nada claro si en una independiente como Epitaph habían tocado techo. Las ventas millonarias de The Offspring con “Smash” (1994) aún no habían llegado aunque no tardarían, pero estaba un poco dolido porque sus compañeros hubieran preferido abandonar su discográfica. Así que, a los pocos meses, entre lo ocupado que estaba vendiendo millones de discos de grupos como Rancid, NOFX o Pennywise y el resquemor que lo atizaba por dentro, aprovechó una discusión con Jay Bentley para anunciar que dejaba la banda.

Se quedaron estupefactos. Además de miembro fundador, era el compositor de la banda junto a Graffin. En ese momento les pasaron por la cabeza todas las opciones posibles, pero el orgullo de Graffin lo obligó a seguir para intentar demostrar que podían continuar sin Mr. Brett. Tiraron de un peso pesado para sustituirlo –Brian Baker, de Minor Threat, que sigue en el grupo desde entonces; la formación actual la completan el guitarrista Mike Dimkich y el batería Jamie Miller– y salieron del paso bastante bien. A pesar de eso, sus siguientes trabajos en Atlantic brillaron menos en lo musical, aunque “The Gray Race” (1996) escondía una gema como “Punk Rock Song”.

En las década de los 90s: Greg Graffin, Greg Hetson, Jay Bentley, Bobby Schayer y Brett Gurewitz.
En las década de los 90s: Greg Graffin, Greg Hetson, Jay Bentley, Bobby Schayer y Brett Gurewitz.

La vuelta a casa

Tras “No Substance” (1998) y “The New America” (2000), el interés de Atlantic se desvaneció y el de Bad Religion por seguir con dicha compañía también. Habían retomado contacto con Gurewitz para pedirle un solo de guitarra para el vigésimo aniversario del grupo, y le plantearon que volviera a acoger a Bad Religion en Epitaph. Mr. Brett no solo les dijo que sí, sino que se convirtió de nuevo en miembro de la banda, aunque con la condición de que no saldría de gira.

Desde entonces Bad Religion han seguido en Epitaph, aunque han espaciado más sus lanzamientos, publicando seis álbumes de estudio en más de dos décadas: “The Process Of Belief” (2002), “The Empire Strikes First” (2004), “New Maps Of Hell” (2007), “The Dissent Of Man” (2010), “True North” (2013) y “Age Of Unreason” (2019). Y al margen de ocurrencias como el EP navideño “Christmas Songs” (2013), que también tiene su gracia, sus trabajos siguen manteniendo un nivel considerable. Además, están salpicados de sorpresas que se van uniendo a los clásicos de su repertorio: “Sorrow” (con la que consiguieron éxito radiofónico tras los atentados de las Torres Gemelas), la épica “Los Angeles Is Burning” (aunque el deje Rancid descolocaba un poco en la primera escucha) o la furiosa “Fuck You”.

“Los Angeles Is Burning” (2004), vídeo realizado por Lightborne.

Himnario de hardcore punk melódico

10

Fuck You

de “True North” > Epitaph, 2013

El tiempo pasa para todos, aunque Bad Religion han demostrado que se puede mantener el espíritu. Una canción surgida de la perplejidad que le produjo a Graffin escuchar a su hijo decirle “fuck you” por primera vez. Acelerada y agresiva, como en los viejos tiempos, pero parte de su decimosexto álbum de estudio.

09

Incomplete

de “Stranger Than Fiction” > Atlantic, 1994

El primer corte de su debut en una multinacional, con el MC5 Wayne Kramer haciendo voces y guitarras. Cerró bastantes bocas entre aquellos que los acusaban de venderse, dejando claro que seguían inspirados y fieles a su sonido. Aunque el tiempo demostró que dejar Epitaph no fue la decisión correcta.

08

Punk Rock Song

de “The Gray Race” > Atlantic, 1996

Se encontraban en su mejor momento económico, pero el punk estaba de moda y sentían que había perdido su esencia, lo que les producía sentimientos encontrados. La frustración ante tanto punk de boquilla, insensible ante las injusticias, y la rabia de haber perdido a Mr. Brett se tradujeron en un tema memorable.

07

21st Century (Digital Boy)

de “Against The Grain” > Epitaph, 1990

Cuando editaron esta crítica al consumismo en “Against The Grain” no se atrevieron a ponerla en la cara A, por si este medio tiempo soliviantaba a sus fans, pero se convirtió en un clásico. Cuatro años después la regrabaron para Atlantic porque la multinacional no veía ningún single claro para su debut con ellos.

06

I Want To Conquer The World

de “No Control” > Epitaph, 1989

Otra de esas letras brillantes que arremete contra la estupidez, el machismo y el nacionalismo. La constatación de que no tenían intención de volver a perder el norte. Un tema grandioso que recordó a sus fans que Greg Graffin y compañía seguían tocados por la varita mágica en el álbum que siguió al alabado “Suffer”.

05

Suffer

de “Suffer” > Epitaph, 1988

La crearon jugando con los acordes de “Cowgirl In The Sand” de Neil Young y fue la primera que compusieron para su tercer álbum, que con el tiempo se reconocería como un hito en la historia del punk. Una visión demoledora de la sociedad que les mostró el rumbo que debían seguir para componer el resto del trabajo.

04

Generator

de “Generator” > Epitaph, 1992

Un acercamiento un tanto críptico a lo espiritual, con el generador como metáfora de Dios. Salió en una época en la que vendían ya más de 100.000 copias de cada disco y comenzaban a funcionar de manera profesional. Y tenían nuevo batería, Bobby Schayer, lo que queda patente en los cambios de tempo.

03

American Jesus

de “Recipe For Hate” > Epitaph, 1993

Un cántico antiamericano desde el minuto uno, aunque hubo gente que, bien interesadamente o bien con incapacidad para entender la ironía, interpretó que exaltaba el espíritu estadounidense. El último minuto y medio, con esos coros dando respuesta a la voz principal, es sublime. Colabora Eddie Vedder.

02

You

de “No Control” > Epitaph, 1989

En la época de “No Control” Brett Gurewitz cogió la costumbre de ceder gratuitamente los temas de Bad Religion si le pedían permiso para que sonaran de fondo en vídeos de surf y skate. “You” apareció en el videojuego “Tony Hawks Pro Skater 2” y consiguió una inesperada y enorme difusión entre los patinadores.

01

You Are (The Government)

de “Suffer” > Epitaph, 1988

En un disco repleto de himnos como “Suffer” no es fácil elegir, pero la canción que abre el tercer álbum del grupo condensa todo su ADN: rápida, breve, melódica, con inconfundibles armonías vocales y una letra para reflexionar que, por un lado, empuja a la revolución y, por otro, está llena de desesperanza. ∎

Cuatro discos fundamentales: definiendo los contornos de un género

“Suffer”
(Epitaph, 1988)

La reconciliación con sus fans y el disco que allanó el camino para que el hardcore melódico triunfara en los noventa. Letras directas que interpelan al oyente, dos guitarras (la del recién regresado al grupo Mr. Brett y la de Greg Hetson), el reparto de tareas compositivas entre Brett y Graffin funcionando a la perfección, mejor sonido que en grabaciones previas y un himno detrás de otro. Colaboran Suzi Gardner, Donita Sparks y Jennifer Finch de L7, recién fichadas por Epitaph. Aparte de las destacadas en la playlist, sobresalen “Give You Nothing” o “Land Of Competition”. Absolutamente clave para el punk que ha venido después.

“No Control”
(Epitaph, 1989)

Continuista, con ritmo trepidante y melodías memorables, pero incluso más agresivo que “Suffer”. A pesar de grabarlo en el mismo estudio, con la misma formación y tan solo diez meses después, las sesiones no fueron tan idílicas como en el anterior. Sin embargo, las tiranteces no impidieron un resultado brillante. Las letras siguen apelando a la responsabilidad personal en un mundo en el que el capitalismo lo empapa todo. Fue el inicio de su ascenso en el viejo continente, con dos exitosas giras europeas, una nada más grabarlo y otra después de sacarlo, que recargaron la energía del grupo en un momento crítico.

“Recipe For Hate”
(Epitaph, 1993)

El séptimo álbum de estudio de la banda, último de la primera etapa en Epitaph, le gustó tanto a Atlantic que, cuando ficharon por ellos, compró los derechos y lo reeditó. No fue un capricho estúpido. Lo cierto es que el disco tenía potencial comercial y atesora bombazos y armonías vocales impolutas mientras le saca los colores a su país, al individualismo y a la religión. Incluye temas más reposados y aproximaciones a otros estilos, con excelente resultado en general, aunque se podían haber ahorrado el slide y los toques country en “Man With A Mission”. Fue su momento más notable en los noventa.

“Stranger Than Fiction”
(Atlantic, 1994)

Tener que recuperar un tema antiguo, “21st Century (Digital Boy)”, como single no auguraba mucho brillo al proyecto, pero la verdad es que en su debut para Atlantic el grupo suena engrasadísimo. Aunque iban muy ensayados, se grabó con grandes tensiones entre Graffin y Gurewitz. Y tuvieron que sufrir el señalamiento de “venderse” a una multinacional justo el año en que se demostró que desde una independiente también se podía conquistar lo comercial. Por si fuera poco, Gurewitz, miembro clave, abandonó la banda al poco de sacarlo. Aun así, el nivel de todo el disco es considerable y fue su álbum más vendido en Estados Unidos. ∎

Como complemento de esta Revisión, Laura Pardo ha confeccionado esta exclusiva playlist de Bad Religion.

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