Lee Perry no era de este mundo.
Lee Perry no era de este mundo.

Fuera de Juego

Lee Perry: la magia de un visionario

De los orígenes del reggae a la eclosión del dub y su sonido profundo, la trayectoria de Lee Perry (1936-2021) atraviesa lo mejor de la música jamaicana, puntuándola con producciones innovadoras que siguen siendo una hoja de ruta cósmica para un sinfín de artistas. Repasamos en este artículo el legado de un músico esencial del siglo XX, fallecido ayer, 29 de agosto, a los 85 años.

Un sucinto inventario de las muchas aventuras, logros y producciones acumulados por Lee Perry (Kendal, 1936-Lucea, 2021) a lo largo de su fructífera vida podría servir como sentido epitafio a este artista inmenso cuyas luces empiezan a vislumbrarse a medida que nos adentramos sin tapujos en sus densas sombras; neurosis y genialidad de una personalidad que trasciende ámbitos y géneros, y que podemos considerar como una de las más icónicas del último siglo.

Ya a finales de los 50 “Coxsone” Dodd contrató al que sería el “gran upsetter” como “chico para todo” en su floreciente imperio discográfico, que sería el sedimento del reggae. En poco tiempo, Perry ya se ocupaba de audicionar a otros artistas, gestionar sesiones de grabación o producir sus propios cortes como cantante –se estrenó con “Prince Is In The Back”, en 1963–, generalmente con The Skatalites como banda de acompañamiento.

Tras un breve período entre 1966 y 1968 trabajando en los estudios WIRL y junto a diversos productores jamaicanos como Prince Buster, Clancy Eccles y Joe Gibbs, el músico nacido como Rainford “Hugh” Perry –conocido como “Little”, “Lee”, “King”, “Scratch”, “Upsetter” o “Pipecock Jackson”, entre otros alias– empezó a construir su leyenda fundando su primer sello, Upsetter, en 1968. En la frontera entre las décadas de los 60 y los 70, Perry destacó como un productor iluminado, siempre en la vanguardia y propenso a investigar nuevas formas de creación y producción musical.

Su gran baza en aquellos años vino de la mano de The Wailers, la formación en la que pugnaban los egos de Bob Marley, Peter Tosh y Bunny “Wailer”, y con los que grabó un puñado de grandes cortes –“Soul Rebel”, “Duppy Conqueror” o “Small Axe”– que todavía son considerados entre lo más destacado de esta seminal formación. Pero Perry ya había dado la campanada en 1969 con “Return Of Django” y “Night Doctor”, los exitosos singles que grabó al frente de su formación habitual, The Upsetters, que le habían abierto también las puertas del mercado británico. Con esta banda, Perry registró un excelente corpus musical, y su formación más emblemática constituyó la base de The Wailers en los siguientes años.

El carácter innovador de las producciones de Perry lo llevó a ser pionero en la revolución del dub y la remezcla que se cernía sobre Jamaica a partir de 1972, trabajando en colaboración con King Tubby en algunos de los considerados primeros álbumes del género, como “Rhythm Shower” (Upsetter, 1973; con temas de The Upsetters, Dillinger y Sir Lord Comic) y “Blackboard Jungle Dub” (Upsetter, 1974; acreditado a The Upsetters). Su talento sobresaliente y su refrescante “excentricidad” lo situaron como un productor adelantado a su tiempo, que no solo grabó a algunos de los mejores artistas jamaicanos –Junior Byles, The Gatherers, I-Roy, Susan Cadogan, Bunny Rugs, Carlton And The Shoes, Little Roy, Dennis Alcapone, Jimmy Riley, Dillinger, The Heptones, Augustus Pablo, etc.–, sino que estaba sentando las bases de una nueva forma de hacer música en la que el ingeniero de sonido se convertía en artista por derecho propio. En ese sentido, la apertura de su propio estudio de grabación, Black Ark, en la zona de Washington Gardens, constituyó un enorme paso adelante en su carrera y en la evolución del reggae y el dub, pues desde su consola Perry se sintió libre para desarrollar un sonido absolutamente mágico y sobrecargado de efectos, en el que la base rítmica funcionaba como un rodillo sónico que producía un auténtico masaje cerebral de resonancias lisérgicas.

Lee Perry en Black Ark.
Lee Perry en Black Ark.

Desde Black Ark y durante cinco años, Perry articuló los sonidos más groovies y la mística rasta, la experimentación más radical y las voces de los principales artistas del momento, convirtiéndose así en un referente más allá de los límites de la pequeña isla caribeña donde había nacido, en ámbitos a priori muy alejados como el rock, el jazz, el hip hop o la electrónica. El toque mágico de Perry haciendo dub con tan solo cuatro pistas demostraba la ilimitada inventiva del productor convertido en artista, siendo el recopilatorio “Scrath And Company” (Clocktower, 1981) el primer larga duración de dub que surgió de Black Ark. “Super Ape” (Upsetter-Island, 1976), uno de los álbumes mejor considerados de entre los que publicó como The Upsetters, llegó al tiempo que nuestro hombre lanzaba decisivos trabajos de Max Romeo, Junior Murvin, The Heptones, Prince Jazzbo o George Faith, y en 1977 veía la luz otro disco emblemático en el que estuvo estrechamente implicado, el debut de The Congos, “Heart Of The Congos” (Black Ark), considerado una de las cimas del reggae de todos los tiempos.

Pero su habitual excentricidad se mezclaba cada vez más con episodios de enajenación y crisis que delataban sus problemas mentales, y hacia 1979 un incendió devastó Black Ark, el arca mágica de la nueva alianza del reggae y el dub en su época más gloriosa, y se especuló con la plausible sospecha de que el mismo Perry hubiera provocado el fuego en un acceso de locura.

Desde entonces, ya exiliado en Zúrich y alejado de los círculos de influencia de su Jamaica natal, Perry llevó una vida artística errática, grabando incesantemente con diversos productores como Mad Professor o Adrian Sherwood, entre muchos otros, gestionando la reedición de sus grabaciones clásicas y viendo como estas daban lugar a antologías como la seminal “Arkology” (Island, 1997) y girando intermitente, haciendo gala de alguna de sus personalidades más excéntricas.

Parece ser que un infarto fue el responsable de su muerte ayer, 29 de agosto, a los 85 años de edad, dejando tras de sí una carrera que lo sitúa como una de las personalidades más remarcables e influyentes de la música del siglo XX, aquel en el que nos mostró sus luces y sus sombras, y en el que gozamos con la absoluta genialidad de un artista cuya repercusión seguirá haciéndose notar y continuaremos evaluando en años venideros. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados