Aunque se estrenó en 1982 con el sencillo “Coplas retrógradas”, de Chicho Sánchez Ferlosio, el camino editorial de Nuevos Medios ganó velocidad con su apuesta por el flamenco y el jazz. Con su compañera, Cucha Salazar, Pacheco frecuentaba garitos de lo jondo (
“no teníamos dinero y nos quedábamos en la barra”), donde firmó a Pepe Habichuela. Y el guitarrista marcó el rumbo: Pata Negra –
“Blues de la frontera” (1988), mejor disco español de los años ochenta para Rockdelux–, Ketama… Nacía el nuevo flamenco, el flamenco joven y libre: Ray Heredia, La Barbería del Sur, Martirio, José El Francés, Miguel Poveda, Mayte Martín, Diego Carrasco, Duquende, Tomasito, Willy Giménez y Chanela, Son de la Frontera…
“Al principio”, recordaba su ideólogo,
“el público se lo tragaba, pero los medios no. Y los músicos, tampoco tanto. No estaba tan preparado nadie, ni nosotros”.
Tampoco fue fácil, sin confundir al público, combinar la apuesta por el flamenco con el acercamiento a la nueva ola. Vaya, la movida.
“Al principio me parecía una chorrada, pero luego nos dimos cuenta de que estaba bien, de puta madre. Recapacité y fiché a Golpes Bajos y a La Mode. No eran pop anglosajón, no eran ni pop ni rock en realidad, y tenían cierto componente literario, lírico”. Con “El eterno femenino” (1982), primer álbum de La Mode, Pacheco rozó lo perfecto y con Golpes Bajos consiguió uno de sus grandes éxitos comerciales.
“La Mode nunca gozó del consenso general que arropó a Golpes Bajos, con quienes todos estaban de acuerdo. Todo el mundo se puso de acuerdo en que era el primer grupo de la movida que realmente tocaba. Eran los más originales, salían con detallitos soul, y Germán Coppini triunfaba como cantante. Sus letras no eran tan sencillotas, eran mucho más elaboradas, más poéticas. Lo nuestro empezó con el típico contrato de servilleta de cafetería: aquí te pillo, aquí te mato”.