Smith también resultó fundamental como eje vertebrador de esta nueva unificación de la juventud. Ella era mujer en un mundo en el que había muy pocas que destacaran. Si el punk iba a tratar sobre el cambio social, tener a una mujer al frente era un mensaje audaz. Es más, en “Horses” la feminidad está presente en todo momento, no tanto como una celebración de la condición femenina, sino como un reconocimiento vital de la individualidad. Este mensaje sigue resonando en el disco incluso hoy en día, en parte porque refleja la necesidad de un mayor cambio social y de inclusión, pero también porque Smith lo ha seguido propagando con audacia y brillantez.
Madrid ha sido –después de Dublín, donde estuvo el pasado lunes– la segunda etapa de la gira de conmemoración del aniversario. El público llenaba casi en su totalidad hasta la cuarta planta del Teatro Real (los pocos huecos debieron ser de invitados que, a última hora, decidieron perderse el acontecimiento), un escenario que sigue resultando inimaginable para este tipo de propuestas musicales, pero dada la edad media de la muchedumbre, seguramente por encima de los 50 años, se mostró adecuado para aguantar la hora y media larga que duró el concierto.
Que Patti Smith escupiera al suelo del escenario un par de veces (algo habitual en sus directos) no debe verse como un gesto punk, sino como una necesidad ante el esfuerzo físico, como sucede con los futbolistas sobre el césped. No hay que olvidar que la cantante y su inseparable Lenny Kaye están a punto de cumplir 79 años, mientras que Jay Dee Daugherty (también inseparable desde 1975) tiene 73 y Tony Shanahan no andará muy lejos. Solo su hijo, Jackson Smith, se escapa de los achaques con 43 años, aunque Patti –que ya nos ha dado un par de sustos en conciertos: uno suspendido en Italia a finales de 2023 y otro que tuvo que acabar en silla de ruedas en Brasil en enero de este mismo año– se mostró en todo momento ágil –con breves pases de baile, incluso– y con un extraordinario chorro de voz que nadie diría que es el de una mujer de su edad.
Patti salió al escenario entre aplausos atronadores, con su característica imagen andrógina –traje masculino y botas– y el pelo completamente suelto. Iba a permanecer así durante la primera parte del concierto, dedicada a interpretar íntegramente el álbum homenajeado. Los motivos por los que cambió el orden de “Birdland” y “Free Money” se me escapan (como curiosidad, para cantar la extensísima “Birdland” necesitó las gafas y dos folios de chuleta para partes de la letra). Que también cambiara el orden entre “Land: Horses / Land Of A Thousand Dances / La Mer(de)” y “Elegie” tiene la función de no concluir una celebración comunitaria de bajona, con ese triste tributo elegíaco a los ídolos del rock fallecidos en plena juventud (en especial, Jimi Hendrix). De hecho, dejar “Land” para concluir esta primera parte se convirtió en uno de los momentos absolutamente álgidos de la noche, levantando a todo el público en pie con una interpretación auténticamente demoledora, en cuyos momentos finales volvió a sonar el “Gloria” de Them. Si en algún momento, a finales de los setenta, la llegó a interpretar en directo con la enorme tensión mantenida y contenida durante tantos minutos con que lo hizo anoche y lo pudo presenciar Michael Gira es posible que fuera ahí donde el futuro líder de los Swans aprendiera a crear su personalísimo y característico estilo.
Habiendo concluido “Horses”, alguien del público le entregó un ramo de flores y ella salió del escenario, pero la banda se quedó para ofrecer un medley de tres canciones de Television, con “See No Evil”, “Friction” y un fragmento instrumental de “Marquee Moon”, todas ellas presentes en el álbum de debut de la banda de su amigo Tom Verlaine (con quien había coescrito la letra de “Break It Up”).
En su regreso a escena, Smith apareció con el pelo recogido en dos trenzas y un chaleco en vez de chaqueta. Fue el momento de recuperar piezas de otros discos suyos y de The Patti Smith Group: “Dancing Barefoot” –de “Wave” (1979)–, “Ghost Dance” –de “Easter” (1978)–, “Peaceable Kingdom” –de “Trampin’” (2004) y “Because The Night” –también de “Easter”–. Antes de interpretar “Ghost Dance”, tuvo un emocionante recuerdo para Gay Mercader, el promotor de conciertos que la trajo por primera vez a España en 1976, con quien mantiene una sentida amistad desde entonces –contó que todos los años, el día de Sant Jordi, Gay le manda una rosa–.
A la hora de presentar “Peaceable Kingdom”, Smith recordó que escribió la canción en recuerdo de Rachel Corrie, una activista estadounidense que murió en marzo de 2003 en la franja de Gaza, a los 23 años, aplastada por un buldócer mientras trataba de evitar la demolición de una vivienda palestina… Inevitable que ayer aprovechara su interpretación para recordar la situación que se vive allí en la actualidad.
Cuando presentó “Because The Night” (escrita por Bruce Springsteen y modificada por ella) quiso recordar a su fallecido esposo, Fred “Sonic” Smith (1948-1994), padre de sus hijos Jackson y Jesse y legendario guitarrista de MC5, al que definió como “el mejor novio del mundo”.
Ahí pudo acabar el concierto, pero se guardó para el único bis una canción compuesta junto a su marido, el himno “People Have The Power”, incluido en “Dream Of Life” (1988), álbum con que Patti Smith regresó a la música después de la disolución, en 1979, de The Patti Smith Group. Smith le dijo al público, antes de lanzarse a su interpretación, que su marido había compuesto esa canción “para vosotros”. Fue la apoteosis final, que tuvo un momento aún más emotivo cuando reclamó que apareciera en el escenario el mismísimo Gay Mercader, que había vivido el concierto entre bambalinas, tal y como ocurrió en sus recientes conciertos en Girona (18 y 19 de septiembre) en la inauguración de festival Temporada Alta, fin de la gira europea previa a esta actual centrada en “Horses” ∎