La programación del martes 28 en LAUT venía para demostrar que el pop puede ser desafiante y experimental, puede escribirse en los márgenes y aunar tradición con vanguardia sin separarse demasiado de las corrientes que lo dominan. Todo ello se notó especialmente en el concierto de la italiana Daniela Pes, que abrió la jornada ante una notable –y sorprendente– congregación de fieles patriotas. En directo se separa del formato camerístico de “SPIRA” (2023), su álbum debut, abrazando una versión más alt-pop que se entiende en el lenguaje del post-dubstep, plantando así el discurso fundamentalmente físico –y electrónico– en primer lugar. Y entre sus mantras sardos –que la conectan con reinterpretaciones folclóricas del tipo Tanxugueiras– y esa aproximación entre lo radical y lo futurista que la convierte en digna apadrinada de IOSONOUNCANE –apostando por su altísimo dominio vocal–, logra que vislumbremos lo que podría suceder si el espíritu de James Blake se apoderase de un festival de Sanremo. Diego Rubio
La primera aparición –vuelven a tocar el viernes– de esta formación que lleva 40 años definiendo la divisoria de lo alternativo se formuló bajo un formato atípico en la sala Apolo. Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew aceptaron interpretar algunas versiones que, de un modo u otro, alimentan el ADN musical de Yo La Tengo. Kaplan recibió a los presentes zarandeando su guitarra eléctrica bajo la guía del “Halloween” de The Dream Syndicate. No fue una disputa aislada, el rejuvenecido guitarrista acaparó miradas en las primeras instancias. Siguió maltratando su instrumento como le corresponde a un acercamiento a The Who vía “I Can’t Explain”. En estos primeros compases, sus dos compañeros parecían rezagados respecto a la firmeza de su frontman. Pero el punto de equilibrio entre ellos se impondría. Sería tras despachar –sin intentar el acople vocal con la original– el “Get Ready” que Smokey Robinson escribió para The Temptations cuando la velada se deslizó hacia una etapa acústica de hermosa parálisis coronada por el estándar country “I’m So Lonesome I Could Cry”, de Hank Williams, y un “Sunday Morning”, de The Velvet Underground, que revolucionó el aplausómetro. A partir de ese punto, la recompensa fue exponencial. Volvió la eléctrica superdotada de Kaplan y hubo dedicatoria al recientemente fallecido Steve Albini con “He’s A Whore”, de Cheap Trick. También numerosas descargas eléctricas con versión de Black Flag, por ejemplo, y sensibilidad silenciadora por debajo de los 70 decibelios. Hubo postración ante Neil Young y también ante Marshall Allen, de Sun Ra. Fuimos convocados por una jukebox mayestática –sonaron delicatessen de Sandy Denny, Randy Newman y Daniel Johnston; también covers de Dylan, The Troggs, The Kinks, The Only Ones… – que descargó bajo una corriente desbordante y recogida, visceral y emotiva. El primer tentempié de lujo. Marc Muñoz