Yo La Tengo: furia y fragilidad. Foto: Óscar García
Yo La Tengo: furia y fragilidad. Foto: Óscar García

Festival

Primavera a la Ciutat (28 de mayo): marcar la diferencia

La nutrida segunda jornada de Primavera a la Ciutat permitió comprobar que la mecha creativa de la música de raíz negra –con diversidad de enfoques y amplia perspectiva genérica– sigue tendiendo a infinito. También sirvió para disfrutar de propuestas que abordan la experimentación con fundamento en lugar de con impostura. Y nos llevó a la cálida vera de Yo La Tengo, siempre maestros, ya sea con repertorio propio o –como fue el caso– interpretando el de los demás. En otros recintos de la ciudad también comparecieron grupos como Les Savy Fav, The Mountain Goats o Sweeping Promises.

Armand Hammer

En su primer concierto en España, en La (2) de Apolo, el dúo de Queens –Elucid y billy woods– optó por realizar un extenso repaso a su discografía, con especial énfasis en “We Buy Diabetic Test Strips” (2023), además de las colaboraciones con otros artistas –como The Alchemist o Kenny Segal– y de sus trabajos en solitario: “Smile Lines”, de Elucid, o “Asylum”, de billy woods. A pesar de alguna que otra irregularidad puntual en el volumen de las mezclas, el latigazo cervical causado por unos arranques-parones un tanto súbitos y una confusa progresión de setlist incluyendo final bajonero con “The Key Is Under The Mat”, Armand Hammer defendieron con creces su absorbente hip hop experimental radicado tanto en beats como en abstractos parajes sonoros. Alternándose ágilmente al micro, con respectivos instantes de brillantez individual, por lo general se instalaron en lo más inhóspito y severo de su propuesta –las informes “Landlines” y “The Flexible Unreliability Of Time And Memory”, o la apocalíptica “Year Zero”–, concediendo algunos momentos de necesario respiro em “Tabula Rasa” o la estival “Falling Out The Sky”. Xavier Gaillard

El dúo Armand Hammer: hip hop experimental. Foto: Sharon López
El dúo Armand Hammer: hip hop experimental. Foto: Sharon López

Daniela Pes

La programación del martes 28 en LAUT venía para demostrar que el pop puede ser desafiante y experimental, puede escribirse en los márgenes y aunar tradición con vanguardia sin separarse demasiado de las corrientes que lo dominan. Todo ello se notó especialmente en el concierto de la italiana Daniela Pes, que abrió la jornada ante una notable –y sorprendente– congregación de fieles patriotas. En directo se separa del formato camerístico de “SPIRA” (2023), su álbum debut, abrazando una versión más alt-pop que se entiende en el lenguaje del post-dubstep, plantando así el discurso fundamentalmente físico –y electrónico– en primer lugar. Y entre sus mantras sardos –que la conectan con reinterpretaciones folclóricas del tipo Tanxugueiras– y esa aproximación entre lo radical y lo futurista que la convierte en digna apadrinada de IOSONOUNCANE –apostando por su altísimo dominio vocal–, logra que vislumbremos lo que podría suceder si el espíritu de James Blake se apoderase de un festival de Sanremo. Diego Rubio

Daniela Pes: mantras hipnóticos. Foto: Òscar Giralt
Daniela Pes: mantras hipnóticos. Foto: Òscar Giralt

Irreversible Entanglements

Poesía, lucha y liberación: los espíritus de Frantz Fanon, Sun Ra, Fela Kuti y Angela Davis –quien, de hecho, andaba por Barcelona en estas mismas fechas– fueron conjurados en La (2) de Apolo en el brutal ritual-experiencia de Irreversible Entanglements, el colectivo activista liderado por Camae Ayewa (Moor Mother), bestias pardas capaces de canalizar tanto hard bop como la deconstrucción más pura del jazz espiritual vanguardista. La inicialmente deforme y tribal “The Port Remembers” inauguró 50 minutos de expresión político-artística –subrayada sobre el escenario con pañuelos de simbólica carga a favor de Palestina– donde temas de ruido acumulativo, exploración textural y free jazz aventurero mutaron en piezas de sudoroso baile: especialmente sobrecogedoras fueron la interpretación de “Protect Your Light”, con una Ayewa paseándose entre el público en un trance inducido antes de brincar con el triunfal estallido del ritmo, y su tour de force como iluminada predicadora en la catarsis de la última composición, donde reiteró visceralmente “WE HAD ENOUGH”, una clara denuncia contra las atrocidades en Gaza. Xavier Gaillard

Irreversible Entanglements: Moor Mother y la ceremonia free. Foto: Sergi Paramès
Irreversible Entanglements: Moor Mother y la ceremonia free. Foto: Sergi Paramès

Mabe Fratti

“Sentir que no sabes” –el nuevo álbum de Mabe Fratti– es un disco excelente, y es sencillo. Esta es una de las razones que avalan la idea de que el de la guatemalteca fue –y será– uno de los grandes conciertos de este Primavera Sound: su pop de cámara adquirió dimensiones nuevas, disonantes a veces, que llegaron incluso al stoner rock sin abandonar la intensidad melódica ni una intención decididamente abstracta y desordenada. Pero no es la única razón. La traslación al directo de su universo privado en la sala LAUT –angustioso en según qué tema, liberador en otros casos porque no hay poder sin sumisión– es caótica como pretende ser el álbum, incomprensiblemente emocional. Su chelo puede sacudirse en horizontal, confundiendo glissandos entre glitches, o golpearse con contundencia en vertical, sin arco, como un bajo apocalíptico, convocando conjuros mientras el saxo y la batería entran en trance y la guitarra –abrasiva y abstracta, conectada al micrófono a través de un diabólico vocoder– define los límites de la perversión. Y en el fondo todo es un rescate, una llamada: dejarse llevar por la intuición, por los gritos que nos braman desde dentro, al final puede ser la mejor opción. Diego Rubio

Mabe Fratti: intensidad de cámara. Foto: Òscar Giralt
Mabe Fratti: intensidad de cámara. Foto: Òscar Giralt

The Messthetics And James Brandon Lewis

Antes de dar inicio al último concierto de su gira europea, el grupo de Washington D.C. quiso dedicarlo a la memoria de Steve Albini, viejo conocido de la sección rítmica de la formación: el siempre sereno y hierático Joe Lally al bajo y un muy sonriente Brendan Canty a la batería. Aunque los dos excomponentes de Fugazi son los nombres más célebres de este proyecto y en La (2) de Apolo demostraron ser las bases de su infraestructura sónica –Lally discretamente, Canty de forma más abierta, ya fuera en su pulsión de relojería en temas cíclicos como “Fourth Wall” o en su relajado y placentero posado jazzístico en “Railroad Tracks Home”–, las dos estrellas del combo son sus solistas. Por un lado, el inventivo guitarrista Anthony Pirog, capaz de pasar radicalmente de elegantes punteos a lo Wes Montgomery a freakouts ruidosos de la escuela Sharrock-Zappa o angulosidades post-hardcore. Por otro, el inagotable saxofonista James Brandon Lewis, claro heredero del post-bop sesentero. Asombró la compenetración entre ambos, tanto en diálogos con patrón pregunta-respuesta como en líneas discordantes o en gruesas melodías al unísono, caso del apoteósico plato rockero final: “Serpent Tongue”, la única pieza no extraída de “The Messthetics And James Brandon Lewis” (2024), disco que se ventilaron en su integridad. Si bien las revoltosas “That Thang” y “Emergence” aportaron deliciosos ritmos matemático-festivos, fueron las aparentemente inofensivas piezas a fuego lento “Three Sisters” y “Boatly” las que, con su paciente expansión en crescendo y unas abrumadoras cúspides de sopladura por parte de Lewis, hicieron vibrar más los cimientos de la sala. Xavier Gaillard

James Brandon Lewis: el saxo que propulsa a The Messthetics. Foto: Sergi Paramès
James Brandon Lewis: el saxo que propulsa a The Messthetics. Foto: Sergi Paramès

Yo La Tengo

La primera aparición –vuelven a tocar el viernes– de esta formación que lleva 40 años definiendo la divisoria de lo alternativo se formuló bajo un formato atípico en la sala Apolo. Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew aceptaron interpretar algunas versiones que, de un modo u otro, alimentan el ADN musical de Yo La Tengo. Kaplan recibió a los presentes zarandeando su guitarra eléctrica bajo la guía del “Halloween” de The Dream Syndicate. No fue una disputa aislada, el rejuvenecido guitarrista acaparó miradas en las primeras instancias. Siguió maltratando su instrumento como le corresponde a un acercamiento a The Who vía “I Can’t Explain”. En estos primeros compases, sus dos compañeros parecían rezagados respecto a la firmeza de su frontman. Pero el punto de equilibrio entre ellos se impondría. Sería tras despachar –sin intentar el acople vocal con la original– el “Get Ready” que Smokey Robinson escribió para The Temptations cuando la velada se deslizó hacia una etapa acústica de hermosa parálisis coronada por el estándar country “I’m So Lonesome I Could Cry”, de Hank Williams, y un “Sunday Morning”, de The Velvet Underground, que revolucionó el aplausómetro. A partir de ese punto, la recompensa fue exponencial. Volvió la eléctrica superdotada de Kaplan y hubo dedicatoria al recientemente fallecido Steve Albini con “He’s A Whore”, de Cheap Trick. También numerosas descargas eléctricas con versión de Black Flag, por ejemplo, y sensibilidad silenciadora por debajo de los 70 decibelios. Hubo postración ante Neil Young y también ante Marshall Allen, de Sun Ra. Fuimos convocados por una jukebox mayestática –sonaron delicatessen de Sandy Denny, Randy Newman y Daniel Johnston; también covers de Dylan, The Troggs, The Kinks, The Only Ones… – que descargó bajo una corriente desbordante y recogida, visceral y emotiva. El primer tentempié de lujo. Marc Muñoz

Yo La Tengo: Ira Kaplan revitalizando versiones. Foto: Óscar García
Yo La Tengo: Ira Kaplan revitalizando versiones. Foto: Óscar García
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