¿Cómo os sentís con este regreso?
Contentos y tranquilos. Porque seguimos disfrutando de lo que hacemos a pesar de todo, que es de lo más importante para nosotros, y porque hemos logrado grabar un disco que se parece mucho a ese disco soñado que tenemos en la cabeza, y que siempre esperamos que sea el siguiente en grabar. También muy bien acompañados junto a Mariano Gracia y Albert Morales, nuestros nuevos aliados en Pumuky y artífices también de “No sueltes lo efímero”.
¿Cuál crees que es el concepto que orbita en “No sueltes lo efímero”?
Suelo pasar largas temporadas sin tocar ni una nota, no me suelo forzar a componer, como si necesitara recargarme durante un tiempo para luego escribir de golpe muchos bocetos de canciones que entonces sí voy puliendo poco a poco de forma casi obsesiva. En esos momentos ni pienso ni quiero pensar en nada parecido a un concepto general para el posible disco o EP que tengamos entre manos, porque eso sería muy limitante. Simplemente voy vomitando frases, melodías, perfilando estructuras y cadencias. Cuando pasa el tiempo, y con la perspectiva que te da ir alejándote de algo en lo que has estado imbuido durante un largo período, años incluso, sí que te das cuenta de que puedes encontrar conceptos que agrupan bien las canciones que de alguna manera pertenecen a un momento más o menos definido de tu vida. Y en este trabajo el concepto que orbita en el disco queda reflejado de una forma bastante precisa en el título. Saber identificar y valorar esos pequeños momentos y vivencias de la existencia… una sonrisa, un paisaje, una conversación, un olor, una caricia, que normalmente van pasando sin que prestes demasiada atención, pero que cuando ya no están adquieren una importancia capital. En la corriente del tiempo al final todo termina siendo efímero, pero ser más consciente de algo mientras ocurre lo puede alargar algunos “instantes de eternidad” más.
¿Este es vuestro disco más ambicioso?
Ambición es un término con el que no me suelo identificar mucho. Siempre intento hacer las cosas lo mejor que sé, o lo mejor que puedo, dentro de mis circunstancias y limitaciones; no sé si a eso también se le puede llamar ambición. Lo he intentado con cada disco que he hecho, dedicándole las mismas ganas y energías, y a veces ha salido bien y otras muy mal. De hecho estamos bastante sorprendidos del recibimiento que está teniendo el disco, porque después de tantos años de predicar en el desierto mi sensación todo el tiempo era que estaba haciendo un disco para mí, para escuchar con los míos y poco más.
Habéis optado por la autogestión desde el colectivo Keroxen. ¿Creéis que cada vez es más difícil entrar en la estructura de un sello y la independencia se presenta como una buena opción?
Hemos estado asociados a muchos sellos y estoy agradecido a todos ellos del trabajo que hemos podido hacer conjuntamente. Pero llega un momento, después de arrastrar tantos años de precariedad, que ya no le ves sentido a seguir repartiendo migajas entre tantos intermediarios, y no ves otra salida que asumir más responsabilidades, y aún más riesgos, y hacer todo lo que puedas por tu cuenta. La ventaja es que al menos lo que haces principalmente tú al final es tuyo, y no de otro. En la industria musical, y hablo en general pero también por experiencia propia, se firman acuerdos que son un disparate, y que puestos en una balanza curiosamente los más perjudicados, los que más trabajan pero menos réditos obtienen, son casi siempre los mismos, los músicos, las bandas. Y muchas veces además perdiendo el control sobre tu obra, lo que es tristísimo. Simplemente estoy intentando que eso no me vuelva a pasar.
En Pumuky tiene una importancia sustancial las letras, por su lirismo, por su poética inherente que transmite vuestra esencia. ¿Qué filosofía os estimula a la hora de componer, a la hora de expresar y comunicar?
Para bien o para mal he leído bastante en mi vida, de joven a veces no tenía otra cosa mejor que hacer, pero lo único que de verdad me estimula para lograr que me siente a escribir son mis vivencias, mi niñez, mi entorno, lo que escucho o veo por ahí, aunque a veces lo esconda un poco usando narrativas ambiguas o dobles significados. En el pasado a veces metía muchas referencias literarias en las canciones, pero solo porque me sentía inseguro con respecto a lo que escribía y pensaba que así les estaba aportando un valor añadido. Por suerte ya no me da tanto miedo intentar ser yo mismo. Cuando escribo intento hacerlo de la forma más sencilla y directa que puedo, con las menos florituras posibles, pero al mismo tiempo impregno los textos de cierta ambigüedad para que el que escucha la canción pueda interpretarla tal y como necesite hacerlo. Tú entiendes lo que necesitas entender y yo expreso lo que necesito expresar, con la tranquilidad que me da observar que la mayoría de las veces la gente no sabe de qué estoy hablando realmente.
En este disco se intuye la importancia del momento presente, del aprendizaje de las crisis, de agarrarse a lo sustancial y relevante, de exprimir cada instante como único e irrepetible. ¿Qué capta “No sueltes lo efímero”?
Mientras lo escribía perdimos a varios familiares queridos, muy de sorpresa además; luego, en casa mi pareja y yo cuidamos de un familiar que lleva muchos años enferma en cama, al mismo tiempo que lo hacemos con nuestra hija de seis años, llena de vitalidad e ilusiones, de alegría, de inocencia. Y todo ese contraste te hace recapacitar, te das cuenta de lo fácil que es perderlo todo o de lo complicado que es disfrutar de lo presente cuando estás desbordado por las obligaciones, pero al mismo tiempo aprendes a apreciar y disfrutar de cada pequeño momento que la vida te regala, intentando además atesorarlo en el recuerdo, por si algún día hay un temporal fuerte en tu cabeza y necesitas pensar en ello para refugiarte.
En lo musical tengo la sensación de que siguiendo vuestra marca habéis buscado más atmósferas, más guitarras envolventes y recargadas en un espectro noise, más presencia de los teclados… ¿A qué queríais sonar?
Cuando estoy vistiendo una canción no suelo buscar a qué sonar, sino más bien cómo transmitir un sentimiento, una sensación, con sonido. Para ello el uso de sintetizadores o de pedales de efectos con las guitarras son útiles, porque te permiten crear sonoridades muy dispares. Para este disco realicé muchas sesiones de improvisación con sintetizadores, durante casi un año, grabando horas y horas de material a ver qué salía y hasta dónde podía llegar, y luego hice el camino inverso destruyendo todo lo que terminaba sobrando hasta quedarme con algo que en su mínima expresión transmitiera lo que tenía en la cabeza. De hecho creo que es uno de los discos más minimalistas que tenemos, lo que me alegra porque llenar los discos de demasiados elementos ha sido un vicio del que me ha costado años quitarme. Y mis compañeros hicieron un trabajo de ida y vuelta similar. Como vivimos en islas distintas y nos vemos poco, trabajamos mucho por separado, pero nos viene bien para poder hacer una reflexión más pausada e íntima sobre lo que vamos componiendo, sin demasiada influencia del resto de compañeros. Finalmente lo confrontamos todo para resolver posibles conflictos y corregir lo que sumado no termina de funcionar.
Encontramos canciones tituladas “Estudio sobre mi rabia”, “Escapismo o barbarie”, “El desencanto”… Vuestros textos exponen emociones primarias, refugios, pero también cierto hastío, cierta necesidad de protección. ¿Es la música vuestro reducto, vuestro impulso, vuestra válvula de escape?
La crianza que has tenido marca mucho y a veces de adulto tienes que romper partes de ti para rehacerlas de nuevo, y pueden surgir heridas que hay que ir limpiando para que puedan sanar. Para eso yo he podido usar, por suerte, el arte, la música. Así que sí, es mi válvula de escape, mi terapia, y siempre lo ha sido.
¿Cómo ves la profesionalización musical y el reto de poder dedicarse única y exclusivamente a la música en nuestro país?
El grado de profesionalización de un artista con el arte que realiza, o de comercialización mejor dicho, es una especie de dilema que cada uno tiene que resolver por su cuenta. Y es un reto porque hay muchas variables que están totalmente fuera de tu control. Mis circunstancias y yo tenemos una fórmula que más o menos nos ha funcionado, y que incluye una equis que es tener a su vez otro trabajo –por suerte para mí, no relacionado con la música– para poder darle de comer a mi familia. No me siento menos músico ni menos profesional por ello. Cada músico, cada artista, tendrá que resolver su propio dilema por su cuenta. ∎