Esta vez, sí. Retomando el título de su –involuntariamente– profética canción “Refused Are Fucking Dead” en serio. La banda sueca inicia este otoño una gira de despedida que terminará en los días prenavideños en su país, pero antes pasará por otros como el nuestro. La cita es doble: martes 28 de octubre en Razzmatazz 1 de Barcelona acompañados de Viva Belgrado y Zeidun y miércoles 29 en La Riviera de Madrid con CRIM y Ella La Rabia.
Refused se termina. Ha sido un largo camino desde 1991, aun con el parón entre 1998 y 2012, hasta hoy. Su cantante Dennis Lyxzén, en conversación con Rockdelux, reconoce que eso justamente es de lo que se siente más orgulloso. De que, en sus palabras, chicos de clase trabajadora de la ciudad de Umeå, al norte de Suecia, montasen un grupo duradero que ha sido relevante para unas cuantas personas. Música que importa, como alguien dijo de The Clash desde un despacho. La voz del cuarteto que completan el batería David Sandström, el bajista Magnus Flagge y el guitarrista Mattias Bärjed habla sobre el adiós, su controvertida obra cumbre o la decisión de no boicotear festivales financiados por dinero israelí.
Dennis, el año pasado sufriste un ataque al corazón. ¿Cómo te encuentras?
Estoy bien. Me llevó mucho tiempo volver a la normalidad tanto a nivel físico como mental, pero me siento genial. Deseo que llegue ese día en que lo que me ocurrió sea solo un recuerdo distante del que ni siquiera haya que hablar.
¿Piensas mucho sobre ello?
Lo he hecho. Cuanto menos lo hago, más sano me siento, en cierta manera. Tiene que ver con el trauma y la angustia que genera algo así. Pasé mucho miedo, eso fue raro para mí porque no es un sentimiento que hubiera experimentado nunca de esa manera, y además me sentía muy sano. De repente, es como si tu cuerpo se volviera en tu contra. Hizo falta mucho trabajo, por ejemplo con terapeutas, para poder sacar ese miedo de la cabeza.
¿Es este el verdadero final para la banda? ¿Refused are fucking dead para siempre?
Sí, en diciembre. Nos separamos y todavía tendremos que hablar sobre reediciones o merch, así que, aunque Refused acabe, quizá trabajaremos juntos durante años. Pero sí, en lo que respecta a directos y música nueva este es el final.
Supongo que esta es una banda que exige mucho físicamente. ¿Tiene eso algo que ver con dejarlo?
Para mí sí. David y yo empezamos el grupo en 1991 y el pacto siempre ha sido que, si alguno de nosotros no quería seguir, no seguiríamos. Es David quien no quiere continuar, pero tras mi ataque al corazón, y siendo efectivamente un grupo muy demandante a nivel físico, me convencí de que era buena idea porque siempre quise que este fuera un sitio en el que fuera capaz de dar el cien por cien. La energía es parte del lenguaje de Refused. Podría haber seguido un par de años, pero ahora podré estar de manera distinta en el escenario con otros grupos. No quiero que nos pase eso de darnos cuenta un día, de repente, de que lo que hacemos es malo. Queríamos dejarlo en un buen punto.
¿No os veíais haciendo acústicos sentados?
Puedo bajar de intensidad, pero no seré capaz de quedarme sentado ahí quieto. Me encanta estar en la música, he pasado noches en que estaba agotado del día anterior, lleno de moratones, sintiendo que ya no podía seguir, pero en cuanto he cogido el micro con la mano ha sido como oh yeah.
¿Cuál es tu recuerdo favorito de la época de Refused?
Nos lo pasamos muy bien. Puede sonar cursi, pero el hecho de que David y yo, dos chicos hijos de padres de clase trabajadora en una ciudad pequeña del norte de Suecia, pusiéramos en marcha un grupo que ha durado tanto tiempo y ha sido importante para algunas personas es lo mejor que me llevo. Es como hemos logrado esto. De joven, no había nada en mi entorno que me llevase a pensar que podía ser músico toda mi vida. Simplemente, no lo consideraba posible. Sería un punk unos años y después tendría que buscar un trabajo. Y aquí estoy, con 53 años dedicándome a la música a tiempo completo.
¿Cómo habría sido tu vida sin esto?
Es difícil imaginarlo, porque esto es todo lo que he conocido. Tuve algunos trabajos al principio, pero desde los 14 años mi obsesión ha sido la música. Tocar, escuchar, pensar y hablar sobre ella lo ha sido todo. Eso y la política.
El disco “The Shape Of Punk To Come” no tuvo una recepción totalmente favorable en 1998. ¿Cómo te imaginas haberlo sacado hoy, en días de redes sociales?
Supimos enseguida que a la gente no le había gustado. Éramos parte de una escena hardcore a la que le pareció que nos habíamos vuelto muy pretenciosos. Eso nos lo dijeron a menudo a la cara. Nosotros sí teníamos la sensación de haber creado algo guay, pero Refused se separó sintiéndonos derrotados. Imagina todo eso con redes sociales, con comentarios de la gente odiando el disco que has hecho. Creo que habría sido complicado.
Estamos habituados a escuchar eso de que no dejemos que las opiniones de los demás sobre nosotros nos afecten, pero la realidad es que sí suelen importar.
Sí, pero hay una cosa buena de estar en un grupo: que tienes a los demás. Hoy en día sigue habiendo gente enfadada con nosotros, pero es más llevadero que si fuera un artista en solitario.
¿Notas que tenéis nuevos seguidores tras haber aparecido en la serie “The Bear” (en cuatro episodios de las dos primeras temporadas sonó la canción “New Noise” del disco “The Shape Of Punk To Come”)?
Es difícil saber qué impacto tiene eso, o haber aparecido en “El triángulo de la tristeza”. Seguro que hubo quien nos descubrió por ello, pero creo que, sobre todo en el caso de “The Bear”, es más bien gente que dice “¡eh, conozco a este grupo!”. Hace unos años hicimos la música para un videojuego, “Cyberpunk”. Eso sí que nos ha dado seguidores jóvenes. Casi cada noche que tocamos hay un par de chavales con camisetas de samurái en las primeras filas.
Hicisteis música furiosa contra el mundo a finales de los noventa. Se dice siempre que cuando nos hacemos mayores nos calmamos, que incluso nos volvemos más conservadores. ¿Cuánta de la rabia de aquellos días sigue viva en ti?
Soy políticamente más radical hoy que de joven. Y no soy para nada una persona que suela estar enfadada. Sé que es curioso, porque hacemos música agresiva. Puedo estar molesto con cómo está el mundo o cómo nos tratamos entre las personas, pero cuento con el desahogo de gritar en el escenario durante una hora o escribir canciones que reflejen esa energía. Algo divertido de estos últimos conciertos es que son muy emotivos, con un gran sentimiento comunitario, y estamos tocando nuestras canciones enfadadas con una sonrisa.
En España podemos pensar que la extrema derecha ha monopolizado la ira, mientras que la izquierda se encuentra más triste. ¿Qué ocurre en Suecia?
No había pensado en eso, pero tiene sentido. La derecha parece especialmente buena a la hora de apelar a varones jóvenes infelices con su vida. Es lo que hace el populismo, dar respuestas fáciles a cuestiones complejas. Creo que la izquierda necesita volver a estar un poco enfadada y llevar el descontento y la protesta a la calle. En este mundo, ahora mismo, hay mucha gente decepcionada con el estado de las cosas. Ser joven ahora debe ser espantoso. Cuando creces escuchando hardcore punk puede que eso te lleve a posiciones de izquierda porque era parte de la misma rabia. Creo que necesitamos eso en la izquierda actual, más rabia y poner más foco en el estímulo. Y, sobre todo, pasar más tiempo ocupada en presentar alternativas que en reaccionar a lo que hace la derecha.
¿Crees que el mundo está peor en 2025 que en 1998?
Sí. Casi cada país tiene a su populismo fascista en el poder. De hecho, es extraño acabar con una banda que hace música política en un momento así. El escenario ideal sería que la gente nos dijese que ya saben de lo que hablamos, que ya no somos necesarios. Siento que la gente ya no lee, tiene opiniones sin nada que las respalde, el mundo se ha vuelto más estúpido, lo que beneficia a los populismos de derecha.
Hablemos sobre Palestina. Este verano decidisteis manteneros en el cartel de festivales organizados por la empresa Superstruct, financiada por el fondo israelí KKR, en lugar de optar por el boicot. ¿Teníais cien por cien clara esa posición?
No, no, no la teníamos clara. Cuando sacamos el comunicado explicándonos, una parte de nosotros pensó, de forma ingenua, que se abriría un debate. Ser honestos a nivel político significa que debemos ser políticos siempre. Antes de publicarlo, David y yo estuvimos al teléfono horas, durante tres semanas, hablando con activistas palestinos, políticos, promotores y festivales. La cosa iba de un lado a otro: boicot, tocar, boicot, tocar. Al final esto es lo que decidimos y no, no estoy seguro de que esta sea la decisión acertada. Es lo que implica ser una persona politizada en un mundo imperfecto. No hay nada al margen del hipercapitalismo en este momento y tratamos de navegar en ello de la mejor manera. Decidimos que lo mejor que podíamos hacer era ir a estos festivales, hablar en el escenario sobre Palestina y sobre KKR y Superstruct, que no es lo más guay del mundo, porque a la mayoría de asistentes les da igual quién es el propietario del evento. Hablaron activistas y algunos de esos festivales nos dieron dinero extra para organizaciones palestinas. Conseguimos 60.000 euros para el grupo de apoyo a Palestina en Suecia. Pero entiendo completamente a la gente que piense que tomamos una decisión errónea y estoy superabierto a esa crítica.
¿Cómo es la situación en Suecia con respecto a Palestina?
En Suecia ha habido siempre mucha simpatía hacia Palestina. Es uno de los países que lo reconoce como Estado. Tenemos un gobierno de extrema derecha con una visión trumpista del mundo, que no habla de genocidio y mantiene comercio de armas con Israel. Sin embargo, la opinión pública sueca es muy propalestina.
Dais vuestros últimos conciertos en España, en Barcelona y Madrid. ¿Qué puede esperar la gente?
Vamos a tocar más tiempo que nunca antes. Es gracioso: empiezas una banda de hardcore punk para tocar 20 minutos y acabas haciéndolo hora y media. Va a ser una celebración del grupo y de su pasado, así que vamos a tocar algunos temas muy antiguos y todos los que la gente quiere oír. Tenemos además bandas de apoyo muy buenas. Creo que será la hostia.
¿Habrá más rabia que nostalgia?
Hay un toque de nostalgia porque hay canciones viejas y es la despedida, pero sin embargo siento que lo que hacemos es muy relevante. Mucho de lo que escribimos hace tanto tiempo sigue siendo real y actual, así que también será un aquí y ahora.
¿Cuáles son los próximos planes?
Seguiremos trabajando en el legado de Refused. Será solo cuestión de encontrar tiempo para hacer un libro sobre la banda. Grabamos toda esta gira para publicar un directo. Estaré ocupado con mis otros cuatro grupos. Fake Names grabamos disco en mayo. Con Backengrillen sacamos álbum en enero. INVSN y Vännäs Kasino también trabajamos en música nueva. Y, bueno, David, Magnus, Mattias y yo vamos a seguir tocando juntos con un nuevo nombre y estilo, quizá más experimental y libre. Sin prisa y a ver dónde nos lleva. ∎