En el Primavera Sound Madrid 2023, el 10 de junio: su última actuación en España. Foto: Sergio Albert
En el Primavera Sound Madrid 2023, el 10 de junio: su última actuación en España. Foto: Sergio Albert

Entrevista

Steve Albini: nuestra última entrevista

Steve Albini ha muerto a los 61 años por un ataque al corazón. Una luctuosa noticia que pone fin a la singladura de Shellac, el trío que estaba a punto de publicar un nuevo álbum tras diez años de silencio, “To All Trains”,  disco que iba a presentar, como era habitual en la banda, en el próximo Primavera Sound. Lo entrevistamos hace unas semanas con la previsión de publicar la pieza resultante en el próximo Rockdelux en papel que estamos preparando, pero, tras asimilar el impacto del deceso, hemos decidido adelantar la entrega en digital. Aquí tienes una de las últimas entrevistas realizadas por Steve Albini, factótum de un sonido único que marcó el rock alternativo desde la década de los ochenta, con Big Black, primero, con Rapeman, después, y con Shellac, finalmente.

Escribo esto en estado de shock. Steve Albini está muerto. Murió ayer, 7 de mayo –aunque la noticia ha trascendido hoy–, debido a un ataque al corazón. La misma persona que hace pocas semanas me hablaba a través de la pantalla a miles de kilómetros de distancia ya no está. Un trabajador incansable. Uno de los músicos y productores de rock más influyentes de las últimas décadas. Su compromiso con todo lo que hizo y su forma de grabar lo convirtieron en legendario. También su apuesta por lo visceral en su faceta como músico. Tras diez años de sequía discográfica de Shellac, estaban a punto de editar un flamante nuevo disco, “To All Trains” (Touch And Go), a publicar el 17 de mayo.

Dudo mucho de que mi madre haya sido consciente de la existencia de Steve Albini. Tampoco tu vecino del segundo, el que se desgañita celebrando los goles de su equipo los domingos. Ni siquiera tu cuñada, la que se lo pasó tan bien en aquel karaoke cantando como Shakira. Pero lo cierto es que la influencia de este hombre nacido en Pasadena, California, en 1962, llega a todos ellos cada vez que escuchan alguna canción del “In Utero” (1993) de Nirvana. O cuando en un anuncio de televisión suena “Where Is My Mind?”, de Pixies. O si en su serie favorita suena algo del “Rid Of Me” (1993) de PJ Harvey. Todo estos son discos grabados por él. De hecho, la lista en los que estampó su firma como productor –odiaba esta palabra– no cabría en este artículo. Es más, cualquier artista con un presupuesto de alrededor de dos mil euros podría haber escrito a su estudio Electrical Audio, en Chicago, para grabar con él.

Su figura como músico fue igualmente relevante. Entre 1982 y 1987 sembró el terror sónico al frente de Big Black, una máquina de furia eléctrica entre el punk y el rock industrial con un sello de identidad absolutamente único que aún hoy suena peligrosa. Su siguiente aventura fue Rapeman, más corta –entre 1987 y 1989– y menos relevante pero igualmente recomendable. Y desde 1992 estuvo en Shellac, su proyecto más longevo, más exitoso y, en mi opinión, mejor. Junto a Bob Weston (bajo) y Todd Trainer (batería), conformaban uno de los equipos más sólidos e inconfundibles del rock de las últimas tres décadas. Diez años después de “Dude Incredible” (Touch And Go, 2014), su anterior álbum en estudio, en breve tendremos un nuevo y desgraciadamente póstumo disco, “To All Trains”, donde su sonido monolítico permanece intacto.

Ante el inminente lanzamiento del nuevo disco de Shellac, surgió la posibilidad de efectuar una entrevista con él. Decir que sentí cierta inquietud ante la perspectiva de tenerlo enfrente es quedarse bastante corto. Aunque fuera virtualmente (nos vimos por videollamada), iba a poder entrevistar a uno de los personajes de la industria a los que he admirado durante más tiempo. Además estaba la fama de malencarado que le había precedido durante años. Pero lo cierto es que resultó ser un tipo simpático, buen conversador y de respuestas muy interesantes. Tras las presentaciones de rigor y una vez roto el hielo, lo primero que quise saber fue qué había estado haciendo Shellac durante diez años sin publicar nada nuevo. “Tenemos una rutina muy regular. Giramos cada año entre cuatro y nueve semanas. Estamos escribiendo canciones todo el rato como parte de nuestros ensayos y las grabamos cuando están acabadas. Y los discos salen cuando están listos. No hay un calendario o un plan a cinco años ni nada parecido”, dijo. Su voz suena hoy por los altavoces del portátil y me provoca una sensación extraña, de una tristeza rara. La conversación que tuvimos y que estás a punto de leer es una cápsula del tiempo, y se ha convertido en un humilde homenaje a su figura. Allá donde estés, Steve Albini, gracias.

Steve Albini, con Shellac, en 1995, presentando el debut del grupo: “At Action Park” (1994). Foto: Frans Schellekens / Redferns (Getty Images)
Steve Albini, con Shellac, en 1995, presentando el debut del grupo: “At Action Park” (1994). Foto: Frans Schellekens / Redferns (Getty Images)
En Shellac conviven dos ingenieros de sonido, Bob Weston y tú mismo. ¿Cómo tomáis las decisiones más técnicas?

Tenemos una conversación con cada decisión que hay que tomar y no llegamos a un acuerdo hasta que no estamos todos convencidos. Esta es una de las grandes razones por las que hemos sobrevivido durante tanto tiempo como banda. Siempre hemos tenido muy buena relación. Y parte de ello es porque nos tomamos tiempo para cada decisión. Es una buena forma de decidir cosas, estrategias que le recomiendo a cualquiera. Si estoy en el estudio trabajando en intentar que mi voz suene de una forma concreta o algo así, es algo sobre lo que nadie más tiene que opinar. Si es algo que nos afecta a los tres, como mezclar una canción o tomar decisiones sobre cada instrumento, eso sí concierne al grupo al completo y por supuesto opinamos todos.

¿Cómo ves tus anteriores bandas, Big Black y Rapeman, desde la perspectiva actual?

Soy ya muy viejo, por lo que asocio a esas bandas con un momento de mi vida en el que las cosas para mí eran muy diferentes. La escena social era diferente, no tenía tantas obligaciones como tengo ahora, que soy responsable de este negocio que ves tras de mí. También tengo un matrimonio y mascotas y un coche y un montón de cosas que requieren de mi atención. Cuando era más joven y no tenía estas obligaciones, podía jugar a las cartas hasta las cuatro de la mañana, perseguir mujeres constantemente… Mi vida era mucho más sencilla. Cuando pienso en ello como representación de lo que he querido mostrar como artista, estoy muy satisfecho con lo que hicimos en esas bandas. No soy una persona nostálgica, soy mucho más feliz en el proceso de seguir haciendo cosas. Solo quiero hacer cosas que me satisfagan y nos permitan expresarnos de un modo puro, y esa es la misma inspiración que tenía cuando era más joven.

Shellac fueron Bob Weston, Steve Albini y Todd Trainer: trío perfecto.
Shellac fueron Bob Weston, Steve Albini y Todd Trainer: trío perfecto.
Tu forma de hablar de tu trabajo como músico y como ingeniero siempre tiende a reducir el halo de mística que se suele atribuir al mundo de la música.

Totalmente. La música es trabajo. Es muy gratificante, pero es trabajo. Cuando estás haciendo música debes tener un propósito serio. También reconozco que la música es algo placentero para la gente que la hace, por lo que no es trabajo en el sentido de vender tu tiempo a un empleador. No estás cargando cajas por cinco dólares la hora. No me refiero a ese tipo de trabajo. Lo que quiero decir es que debes definir cuál es el lugar de la música en tu vida y, a partir de ahí, buscar el modo para poder continuar dedicándote a ello.

Has grabado algunos de los discos de rock más influyentes de las cuatro últimas décadas. ¿Escuchas alguna vez alguno de ellos?

Como ya he dicho, no soy una persona nostálgica, por lo que no gasto mucha energía reviviendo glorias pasadas o como quieras llamarlo. Pero por ejemplo es imposible formar parte de la cultura y no escuchar en alguna ocasión a Nirvana. Por supuesto que hay momentos de reconocimiento y de recordar aquello, pero no le doy mayor importancia.

Teniendo en cuenta que eres músico e ingeniero de sonido, ¿eres capaz de escuchar música sin analizarla?

Cuando escucho música en casa, si mi mujer pone un disco o si voy en el coche o voy a ver a una banda tocar en directo, la parte técnica de mi cerebro desaparece. Si estoy en el estudio, donde tengo la obligación profesional de escuchar de manera crítica, todos mis conocimientos técnicos están dedicados a esa escucha.

“Parte de mi vida es como jugador de póquer, otra parte es como músico en una banda, otra es como ingeniero en el estudio y otra es como ponente en la universidad. Tengo muy compartimentadas mis actividades y me siento bastante cómodo haciéndolo de esta manera”

¿Te definirías como un ingeniero que es también músico o justo al revés? ¿Qué va primero en el modo en el que tú lo sientes?

Cada día voy al estudio y trabajo como ingeniero. Es mi profesión, mi negocio y donde paso una parte significativa de mi tiempo. Pero también toco en una banda, y esa banda significa todo para mí. Cuando toco música con la banda estoy al cien por cien centrado en ello, pero cuando estoy en el estudio también estoy al cien por cien. Verás, parte de mi vida es como jugador de póquer, otra parte es como músico en una banda, otra es como ingeniero en el estudio y otra es como ponente en la universidad. Tengo muy compartimentadas mis actividades y me siento bastante cómodo haciéndolo de esta manera.

¿Y disfrutas de cada una de estas cosas del mismo modo?

No diría “disfrutar”, sino que soy capaz de centrarme en cada parte de mi vida de manera absoluta cuando estoy en cada una de ellas aun siendo muy diferentes entre sí. Por ejemplo, cuando estoy en mi casa con mi mujer disfruto al cien por cien de ello sin pensar en ningún momento en cualquiera de las otras cosas que tenga entre manos en ese momento.

Steve Albini al frente de Shellac en el Primavera Sound 2023, el 2 de junio. Foto: Clara Orozco
Steve Albini al frente de Shellac en el Primavera Sound 2023, el 2 de junio. Foto: Clara Orozco
Tu manera de entender el negocio de la música ha sido siempre muy crítica en lo referente a la forma de funcionar de las grandes compañías. ¿Cómo lo ves en la actualidad, cuando las multinacionales están ganando más dinero que nunca gracias al streaming mientras una compañía como Spotify ha dejado de pagar a los artistas con menos de mil reproducciones al año?

Creo que el comportamiento de Spotify ha sido criticable desde el principio. A día de hoy estoy muy contento de no tener nada que ver con ellos. Nuestra música estaba ahí por defecto al principio, pero decidimos retirarla y me hizo sentir bien no seguir formando parte de su negocio, aunque esto tiene consecuencias y nos penaliza. Los otros servicios de streaming son todos una especie de imitadores, y si Spotify ha decidido no pagar a los músicos que no generen un cierto número de escuchas, lo más probable es que el resto haga lo mismo antes o después. Creo que el streaming desaparecerá del mismo modo que lo hizo la cinta de ocho pistas cuando parecía que iba a sustituir al vinilo y no lo hizo. O cuando parecía que sería el casete y tampoco lo hizo. O cuando apareció el CD. Se suponía que las descargas iban a matar al LP y no lo hicieron. El streaming tampoco lo hará. No sé predecir qué será lo siguiente, pero sí que será algo mejor que el streaming. Por otra parte, algo que me produce cierto placer es ver cómo las grandes compañías tienen hoy menos influencia que nunca antes, y que hay artistas con carreras muy exitosas que no tienen nada que ver con ellos. Gente que cuelga su música online, encuentra a su público e interactúa directamente con ellos y no necesita para nada a una compañía discográfica. Esto es un gran avance.

“Algo que me produce cierto placer es ver cómo las grandes compañías tienen hoy menos influencia que nunca antes, y que hay artistas con carreras muy exitosas que no tienen nada que ver con ellos. Gente que cuelga su música online, encuentra a su público e interactúa directamente con ellos y no necesita para nada a una compañía discográfica”

Siempre has sido un firme defensor del vinilo. ¿Qué opinas del actual auge del formato? ¿A qué crees que se debe?

Creo que hay algunos buenos condicionantes para que esto se haya dado. El interés del público, por supuesto, ha sido determinante. Creo que hay grandes estrellas editando su obra en vinilo, lo cual está bien, pero además tienes pequeñas bandas que ahora tienen acceso a prensar sus discos de un modo que no había sido posible desde hacía mucho. Durante mucho tiempo las grandes compañías monopolizaron el acceso a las prensas, y ahora hay una industria al completo que ofrece servicio a músicos independientes para fabricar sus discos con tiradas modestas y así poder vender en sus conciertos, en persona, en tiendas locales, a través de distribuidoras… Creo que esto es una buena evolución. Hay varias nuevas tecnologías que se aplican a estos procesos y que han ayudado a que no haya que fabricar miles de copias para ser viables no solo económicamente, sino también a nivel técnico para disponer de copias con buena calidad. En el caso de Shellac, nuestro disco se terminó hace dos años, pero hemos necesitado todo este tiempo porque nos gusta atender a cada pequeño detalle del proceso para conseguir algo que esté a la altura de lo que queremos ofrecer. Conseguir un buen prensado y una calidad de sonido alta no es fácil, y queríamos usar los más altos estándares, con los mejores materiales y la tecnología más moderna posible. En general hemos usado un procedimiento totalmente nuevo, y esto ha necesitado de cierto tiempo para hacerse bien. Además, creo que físicamente es un disco muy bonito. Es como un espejo, perfectamente liso, y en lugar de tener el típico papel de la compañía pegado en el centro del vinilo, el diseño está impreso en él directamente. Estamos muy satisfechos con el resultado, y contentos de haber podido hacerlo así. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados