El arte de la perseverancia. Foto: Travys Owen
El arte de la perseverancia. Foto: Travys Owen

Entrevista

Valerie June, el alma sureña que aprendió a confiar en el tiempo

Valerie June creció entre campos de algodón en West Tennessee afinando su oído desde temprana edad. Desde entonces, su música une la tradición del sur con su mirada propia, contemporánea y libre. Una mezcla inconfundible de blues, folk y soul. Su trayectoria es una lección de perseverancia. Desde esta semana hará escala en cinco ciudades españolas, en el marco de una gira por Europa continental y Reino Unido.

Antes de ser nominada al Grammy y a tres Americana Music Honors & Awards, Valerie June trabajó limpiando casas y sirviendo cafés. El gran salto llegó con “Pushin’ Against A Stone” (Concord-Sunday Best, 2013), producido por Dan Auerbach. La mitad de The Black Keys lo vio enseguida. Luego llegaron “The Order Of Time” (Concord, 2017), y “The Moon And Stars: Prescriptions For Dreamers” (Fantasy, 2021).

En “Owls, Omens, & Oracles” (Concord-Music As Usual, 2025), renueva su alianza con la magia guiada por M. Ward. Ha sido elogiada por Bob Dylan y ha compartido escenario con Willie Nelson, Brandi Carlile, Robert Plant o John Prine. En estos años también se permitió un disco de versiones y otro de Navidad. Por todo esto, hemos querido charlar con ella antes de su visita a España este noviembre: pasará por el festival Feroe de Barcelona (15), Valencia (16), Madrid (18), Bilbao (19) y el festival Outono Códax de Santiago de Compostela (20). Lejos de nuestra grabadora, la artista se iluminó hablando de su discográfica Concord, juntas de meditación, yoga y outfits.

“Endless Tree”, del disco “Owls, Omens, & Oracles”. Vídeo dirigido por Neta Ben Ezra.

Empecemos por tu infancia, ¿cómo fue crecer en Tennessee?

Vivíamos en el campo, en una zona rural de Tennessee, y no había muchas cosas alrededor aparte de la naturaleza. Era una vida sencilla. Tengo una familia grande, somos cinco hermanos y a todos nos gusta cantar. Estoy en mis 40 ya y, cuando intento mirar atrás, los recuerdos se vuelven un poco borrosos. Recuerdo jugar con mis hermanos y hermanas y disfrutar de estar al aire libre, en el bosque.

¿Y recuerdas ese momento concreto en el que sentiste que querías escribir tus propias canciones?

Sí, escribo mis propias canciones desde que era niña. En aquel entonces no tocaba ningún instrumento, pero siempre escuchaba hermosas voces que me cantaban melodías. Yo simplemente las seguía y eso me sigue ocurriendo desde entonces. Canto una canción para doblar la ropa, otra para lavar los platos, otra para comer… Todo el día aparecen pequeñas canciones. Son muy personales y divertidas, así que casi nunca las comparto con nadie.

Tu voz es muy especial. ¿Cómo empezaste a explorar el timbre que querías mantener?

Sigo en ese proceso, porque la voz cambia cada día. Desde muy joven me di cuenta. Por la mañana suena diferente que por la tarde o por la noche. La voz es un instrumento con sus propios tonos y texturas, incluso al hablar. Por la mañana es más grave, más baja. Luego se vuelve más libre, más aguda. Y con los años también cambia mucho, de una década a otra. A veces, si mi voz está en un modo más grave, es momento de grabar un blues. Si está más alta, puedo grabar algo más luminoso, como “Calling My Spirit” de mi último disco, con esas capas de voces agudas tan hermosas. O “Call Me A Fool” del álbum anterior, donde hicimos un falsete muy alto con Carla Thomas. Eso no puedo hacerlo a primera hora de la mañana. Tengo que esperar a que mi voz esté lista.

Canciones soñadoras. Foto: Travys Owen
Canciones soñadoras. Foto: Travys Owen

Has trabajado con M. Ward como productor para esta última entrega. ¿Qué fue lo más revelador?

Que fue divertidísimo trabajar con él. Voy a verlo dentro de poco en concierto y estoy emocionada. Pensaba: “Oh, dios mío, estoy trabajando con alguien cuya música adoro”.

Carla Thomas, Mavis Staples, Emmylou Harris... ¿Qué has aprendido al estar rodeada de mujeres con un legado tan poderoso?

Ha sido uno de los grandes regalos de mi vida. Lo curioso es que, aunque tengan 70 u 80 años, son más jóvenes que mucha gente joven que conozco. He aprendido que la música te mantiene viva y alegre. Y cuando digo “alegre”, no hablo de felicidad constante. Mavis, por ejemplo, tiene un disco que se llama “Sad And Beautiful World” (se publicó el pasado día 7), porque sabe que esa alegría convive con el peso y la oscuridad de la vida. Este verano abrí para Emmylou Harris, y dijo algo precioso en el escenario: “Tengo 78 años y sigo agradecida de poder compartir estos mensajes y canciones”. Esas mujeres nos enseñan a no tener miedo, a envejecer con valentía y a seguir sintiendo juventud en el alma. Son mensajes que inspiran unión, algo muy necesario en el clima político de Estados Unidos y en el momento que vivimos en el mundo. Y pienso que esas artistas son lo que un día seremos nosotras.

“Carla Thomas, Mavis Staples, Emmylou Harris... Esas mujeres nos enseñan a no tener miedo, a envejecer con valentía y a seguir sintiendo juventud en el alma. Son mensajes que inspiran unión, algo muy necesario en el clima político de Estados Unidos y en el momento que vivimos en el mundo”

Pasemos a algunas de tus últimas canciones. En piezas vitalistas como “Joy, Joy!” o más lentas como “Trust The Path” aparece siempre esa sensación de esperanza y de luz. ¿Cómo mantienes vivo tu espíritu?

No es fácil. En “Trust The Path” estaba llorando mientras la grababa, y se nota. No siempre conozco el camino ni confío en él. Esa canción fue un recordatorio de que debo hacerlo, de que tengo que estar en paz adonde me lleve. El tiempo me ha demostrado que al final todo está bien, solo hay que aceptarlo, aunque no sea fácil.

“Calling My Spirit” es una canción muy meditativa. ¿Tu intención desde el principio fue mantenerla a capela?

Sí, porque no tengo muchas canciones a capela en mis discos y quería incluir una. Si pones música detrás de una voz, la llevas a un espacio de género. Puede sonar a rock, a hip hop, a soul o a folk. Pero si solo cantas, sin instrumentos, la canción se queda donde tú quieres, sin etiquetas. Es pura, honesta y directa. Por eso quise tener al menos una canción así.

Y luego está “Love Me Any Ole Way”, que suena a una vieja gramola.

Esa textura viene directamente de la producción de M. Ward. Cuando escucho sus discos, propios o con She & Him, tienen ese aire antiguo, ese encanto atemporal, y logró sacarlo perfectamente en esta canción. Además, cuando Nate Walcott se encargó de los teclados y de los arreglos de viento y cuerda, el resultado terminó en el punto exacto que yo buscaba. Quería que sonara a algo de Nueva Orleans, como de los años veinte o treinta.

Sonidos sin edad. Foto: Travys Owen
Sonidos sin edad. Foto: Travys Owen

Hablemos de tu faceta como escritora. Has publicado un libro de poesía, “Maps For The Modern World” (2021), un workbook, “Light Beams. A Workbook For Being Your Badass Self” (2023), y un cuento infantil ilustrado por Marcela Avelar, “Somebody To Love. The Story Of Valerie June’s Sweet Little Baby Banjolele” (2022). ¿Dirías que el proceso de cada uno es diferente?

Sí, es diferente. El libro de poesía fue el primero. Surgió cuando falleció mi padre. Después de su muerte, las voces que solía oír cantando ya no traían melodías, sino palabras habladas, sin música. No había una canción que pudiera cantar, era solo palabra hablada. Empecé a escribir todo lo que me llegaba y acabé con cientos de fragmentos. Se los mostré a una amiga y me dijo: “Esto son poemas”. Y así fue como nació, de palabras inspiradas que me llegaban igual que las canciones. Los otros dos libros, el cuento infantil y el workbook, fueron distintos. Tuve que sentarme, pensarlos, construirlos. Nunca imaginé que escribiría un libro, pero esas palabras llegaron, las seguí, y luego pensé: “Bueno, ya escribí uno… puedo escribir otro”... (ríe).

Fuiste nominada a los Grammy y a los Americana Music Honors & Awards. ¿Qué significaron para ti esos momentos?

Fueron como un gran abrazo colectivo. Nunca he ganado un premio, pero he recibido muchos abrazos, y eso me recuerda que puedo seguir haciendo lo que amo: ser creativa, dibujar, bailar, tocar canciones o pasar el día probándome ropa (ríe). Es una realidad muy diferente a la de hace veinte años, cuando limpiaba casas y servía cafés para poder vivir. No tenía estudios, ni los tengo, pero sí sueños. Soñaba con poder cantar, con ser artista y con tener diez minutos para hacer yoga. Empecé con cinco, luego diez y poco a poco fui construyendo esa vida. Por eso creo en los sueños, en la capacidad que tenemos para cumplirlos, y también en los sueños colectivos, en imaginar juntos un mundo más bello.

Bob Dylan dijo que eras increíble y que le gusta mucho tu música.

Sí, el día que Bob Dylan dijo que escuchaba mi música y que le gustaba, ese día sentí que me daban “el doctorado”. Si un compositor como él dice que estoy bien, entonces es como “¡vale, sí!”.

“Puedo seguir haciendo lo que amo: ser creativa, dibujar, bailar, tocar canciones o pasar el día probándome ropa (ríe). Es una realidad muy diferente a la de hace veinte años, cuando limpiaba casas y servía cafés para poder vivir. No tenía estudios, ni los tengo, pero sí sueños”

A lo largo del camino imagino que ha habido muchos más artistas que te han influido. ¿Cuáles han sido especialmente significativos?

Siempre tengo que mencionar a Mavis Staples, porque tiene un alma preciosa. También a Carla Thomas y Booker T. Jones. Son gente de mi zona, parte de la familia Stax, todo eso que pasa por mi amada Memphis. Me encantan Otis Redding, Candi Staton y, en la otra parte de Tennessee, Tina Turner, Dolly Parton y todas las cantantes de country. Si salimos del estado, toda la música del sur, desde Sister Rosetta Tharpe hasta Little Richard, que inspiró a los Rolling Stones, los Beatles o Pink Floyd. Y luego está Tom Waits, una inspiración enorme para mi voz. Me decías que suena diferente… cuando escuché la suya pensé: “Está bien ser diferente”. No todo el mundo suena como Whitney Houston, Shania Twain, Céline Dion o Beyoncé. Sus voces son preciosas, pero algunas sonamos distintas.

He leído que le pones nombre a tus instrumentos. ¿Es cierto?

Sí, todos mis instrumentos tienen nombre. De hecho, el cuento infantil lleva el nombre de mi “Sweet Little Baby Banjolele” porque el “baby” es mi banjolele, así lo llamo. Y al banjo grande lo llamo “mama”, porque siempre viajan juntos, van en el mismo estuche, como un canguro con su bolsa. Tengo dos acústicas y las llamo “The Stranger”, porque siempre son tan diferentes… cálidas, pero distintas. Y luego está “Sister”, que es una SG eléctrica y se llama así por Sister Rosetta Tharpe. Tenía una que llamaba “Big Red”, pero pesaba demasiado y al tocar en el escenario me dolía la espalda. Al final tuve que dejarla.

Antes de despedirnos, ¿qué canciones hay en tu playlist actual?

Últimamente hay sonidos tranquilos, pero también blues. Mississippi Fred McDowell y Junior Kimbrough, mucho. Y Robert Belfour. Algunas de esas canciones de blues entran en mi set y me emociona poder tocarlas ahora, como las de Lightnin’ Hopkins. Durante años no podía tocar los solos, pero ahora puedo tocar la eléctrica como quiero. Estudio cada día para mejorar y mi forma de estudiar es escuchar todo eso constantemente. Me quedo pensando: “¿Qué hizo B.B. King ahí?”. Me lo meto en la cabeza y me digo: “Algún día voy a tocar eso”. ∎

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