En su gran noche. Ilustración: Pepo Pérez
En su gran noche. Ilustración: Pepo Pérez

Editorial

Bad Gyal y La joia 24 Karats Tour: #soproud

El triunfal concierto de Bad Gyal del pasado viernes en el Palau Sant Jordi de Barcelona invita a Marta Salicrú (directora de Radio Primavera Sound) –quien ha seguido de cerca su trayectoria desde el principio– a reflexionar sobre los logros de la artista catalana y su actual propuesta en directo.

L

a primera vez que vi a Bad Gyal en directo fue en octubre de 2016 en la sala Bikini de Barcelona. Era el 50º aniversario de Canada Editorial y fue la encargada de abrir un line up encabezado por Joe Crepúsculo que también incluía sesiones de DJ de Hidrogenesse y El Último Vecino, entre otros. Mi memoria de ese primer concierto de Bad Gyal, con Fake Guido lanzándole bases, es que fue un pequeño desastre: recuerdo (aunque puedo equivocarme) poca afluencia de público, problemas de sonido y una Alba Farelo muy verde. Normal: tenía 19 años y aún no había debutado con su “Slow Wine Mixtape” (2016), que iba a sacar en diez días. Yo la había entrevistado por primera vez un par de meses antes, a causa del vídeo de “Pai”, su adaptación en catalán del “Work” de Rihanna en el que ya se definía como el “pussy que mana” (“el coño que manda”). El hype era grande y le dediqué una doble página en ‘Time Out’, en una entrevista a la que llegó una hora tarde (problemas con la Renfe al venir a Barcelona desde Vilassar de Mar, una excusa más que verosímil), con una sesión de fotos sin maquillaje ni estilismo (contexto que por cierto se repetiría ese mismo otoño con una también debutante Rosalía). A Bad Gyal el artículo resultante no le gustó, como me comunicó por DM en Instagram (glups), porque la identificaba como hija del actor Eduard Farelo. Yo lo había leído en internet: la información no era ni una exclusiva ni periodismo de investigación. Cuatro años después, hija y padre protagonizarían juntos el spot de los Premios Gaudí 2020 del cine catalán, dirigido por ​​Marçal Forés. Pero por aquel entonces Bad Gyal no quería parecer una nepo baby o, como decíamos entonces, una “hija de”. Ella era el “pussy que mana”, no la hija de nadie.

El relato de la batallita viene a cuento porque siempre me viene a la cabeza cada vez que me siento testigo de cómo Bad Gyal continúa ascendiendo en su carrera, brillando como la joia que da título a su nuevo álbum –que sumó 3,9 millones de streams en Spotify el día de su lanzamiento– y quedando en el podio de los nuevos álbumes más escuchados en la plataforma, tanto en España como en el cómputo global. Como si el hecho de haber tenido la oportunidad de seguirla desde los inicios me otorgase algún mérito, intento no perderme ni uno solo de sus hitos, que me producen una especie de orgullo maternal injustificado. No me puedo ni imaginar lo que debe sentir Alba Blasi (antes project manager de Canada Editorial, desde 2021 directora de su agencia Doble Cuerpo, junto a su socio Borja Rosal), que apostó por ella desde esa fiesta en la sala Bikini y la ha acompañado siempre, incluidos momentos clave como su fichaje por Interscope. Desde la distancia y entre el público, yo me he sentido #soproud al verla por primera vez con un coro de bailarinas dancehall en Sónar 2019; con una escenografía que ya apuntaba maneras de la diva que es en Primavera Sound 2022; en São Paulo, en la primera edición brasileña del festival que me paga la nómina y que cubrí para Rockdelux, en una sala abarrotada por tres mil personas cantando sin parar, sin entender ni papa (o eso asumí yo como alguien que habla castellano y continúa sin saber qué coño es “el piquete a lo Lil’ Kim”); en su primer Palau Sant Jordi justo hace un año, y en el segundo, sold out como el primero, del viernes pasado.

El pussy que manda. Foto: Xavi Torrent / Redferns (Getty Images)
El pussy que manda. Foto: Xavi Torrent / Redferns (Getty Images)

Desde la grada, el recinto con capacidad para 18.000 personas se veía raro sin las pasarelas que tantas veces lo atraviesan (mención especial al laberinto de pasillos del “The Celebration Tour” de Madonna en 2023) y que permiten que un mayor número de fans puedan tener en algún momento a sus ídolas a tiro de móvil. Ojalá un día Bad Gyal pueda destinar tal presupuesto a una gira: en el estreno en su ciudad del nuevo “La Joia 24 Karats Tour”, la gira de presentación de su primer LP –“Worldwide Angel” (2018) también se presentó como mixtape–, la puesta en escena se basaba en pantallas de alta definición, por supuesto verticales; columnas de módulos de LED que formaban las palabras “hot” y “bad” y una serie de plataformas combinadas de maneras distintas a tracción humana para generar diferentes escenografías en cada parte del show. En una de ellas, las tarimas se configuraron formando una pasarela por donde cada una de las seis personas del cuerpo de baile desfiló en solitario mientras el resto y el público las jaleaban –como en el segmento ball del “Renaissance World Tour” de Beyoncé–. Cuando todes hubieron tenido su momento, Bad Gyal irrumpió en el escenario cargada con bolsas con su monograma y caminó por el catwalk con más bultos que los turistas ricos en Passeig de Gràcia. Una comedia que ilustra el carisma de Bad Gyal como popstar. Su discurso no es el de la ética del trabajo de Rosalía o Bey: a ella sería imposible sacarle memes con cara de esfuerzo como los de “unflattering Beyoncé” cuando encabezó el halftime show de la Super Bowl en 2013 porque, como Riri, uno de los encantos de Alba Farelo es que parece que todo lo haga sin despeinarse. Incluso las dos proyecciones de vídeo que sirvieron de separadores durante el concierto la mostraban de fiesta, perreando en privées, botella de champán en mano.

Sin el colofón del shopping, ya se había podido ver una versión beta del número de la pasarela en el concierto de Bad Gyal en el Sant Jordi en 2023. Varios momentos del show dejaban cierta sensación de déjà vu –la secuencia que encadenó fragmentos de “Blin Blin”, “Slim Thick”, “Pussy”, “Su payita (Gramos)” y “Gasto” fue idéntica, compruebo comparando los setlists, y lo mismo con el tándem “Real G” / “La prendo”–, pero con mejoras. En las primeras partes del show los hits se encadenaron sin respiro, como cuando estás en una fiesta y te das cuenta que solo está sonando una canción de Bad Gyal tras otra; hacia el final algunas pausas rompieron un poco el ritmo. También fue de agradecer que cuando el cuerpo de baile escenificaba posturas sensuales, como en “Sexy”, se incorporase cierta diversidad, cuando en anteriores giras solo se sugería sexo hetero. Los featurings de Quevedo (“Real G”), Tokischa (“Chulo pt. 2”), Nicki Nicole (“Enamórate”) y Karol G (“Kármika”), entre otros, sonaron por supuesto enlatados. Pero sí contó con la presencia como artista invitado de Morad en “Así soy”: entre los dos suman más de 27 millones de oyentes mensuales en Spotify, el 50 por ciento para cada uno (ojo, Bad Gyal 600.000 más), como referentes del urban catalán. Ojalá en la próxima quien se suba al escenario sea la hermanísima Mushkaa, que esta vez disfrutó del concierto como invitada después de marcarse dos sold outs consecutivos en la sala Apolo la semana pasada. Me pregunto cómo debe ser formar parte de la familia Farelo y sentirse #soproud de manera legítima y no de una manera tan injustificada pero sincera como la mía. ∎

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