Desde sus primeras manifestaciones artísticas, Judeline se ha apoyado en la retícula del audiovisual para configurar una identidad artística voluminosa. Si en su primer EP, “de la luz” (2022), sobresalió como una creadora capaz de aunar tradición con vanguardia e incluso darle cobertura con unas vestimentas visuales pasmosas (y aún revolotea en el recuerdo el posterior clip de “Canijo”, elegido por esta casa entre los mejores de 2023), con su álbum debut pretende repetir osadía. Y ya, como mínimo, iguala la ambición con un primer adelanto, “mangata”, de un cercano LP que debería zanjar cualquier duda sobre su frondoso talento.
También desde la parcela audiovisual, cuidada desde sus primeros gateos, la gaditana imprime solvencia. Para dar forma a este “mangata” recurre a los servicios de Nono + Rodrigo, un tándem de realizadores asentados en Londres –Nono es español; Rodrigo es brasileño-japonés– y representados por la prestigiosa agencia Partizan. Ellos entremezclan la tradición andaluza y el imaginario judeocristiano con el desenfreno, la rave y el latir juvenil. Una correspondencia con la propia propuesta de la joven artista, la que liga sin estridencias el folclore con la electrónica y el R&B.
Por su parte, la función visual recurre a la simbología religiosa y gótica, al contraste del blanco pulcro de Judeline y el negro de ese comando de mujeres inquietantes vestidas con cobijás (traje de Vejer de la Frontera que data del siglo XV) que la acompañan y a los ambientes cerrados y hasta tétricos para lanzar un relato de amor y desamor marcado por presagios y señales.
En el look que se evoca en las escenas ligadas a la representación religiosa, en su búsqueda de un acabado cinematográfico, sobrevuelan sombras de “El espíritu de la colmena” (Víctor Erice, 1973) o “Cría cuervos” (Carlos Saura, 1976). Aunque esa puesta en escena inspirada por ciertos clásicos del cine español de los setenta queda pronto desacatada por esos pasajes de desenfreno fiestero y la realización contemporánea: dolly de seguimiento, planos volteándose, flashes. Es ahí cuando el estilo de la dupla de realizadores parece alinearse con la guía visual de The Blaze.
A sus 21 años, Judeline sigue acumulando, desde todas las facetas, una merecida atención para un talento que deja entrever cuantiosas regalías. Y eso que aún está en las primeras fases. ∎