Después de unos cuantos años espolvoreando singles autoeditados y memorables videoclips lo-fi como la trepidación surf-punkera “Poli en chándal” o la balada de supermercado “Begoña”, los malagueños Orina ya tienen listo su primer LP, el cual se va a publicar el 17 de octubre: “Mea culpa” (Desorden Sonoro, 2025), un título que honestamente no podría ser más perfecto. Entre esos anteriores temas y los primeros avances del disco –la gomosa “Moreno albañil”, mordisco sardónico a la precariedad laboral, y el saborcillo latino de “Cúcaro”, retrato antropológico de una criatura de bar– demostraron con creces que la rigidez estilística les importa un comino, a la vez que declararon la guerra a las pretensiones y la rimbombancia artística, morando en su particular rincón de cachondeo y costumbrismo –lo cual, por supuesto, para nada implica que la suya sea una propuesta ligera a nivel musical–.
El tercer anticipo del álbum y enérgica canción que le da título, estreno en exclusiva hoy en Rockdelux, no decepciona en lo que a esos frentes se refiere. El peculiar clip en blanco y negro –dirigido por Pablo Chabbey– que acompaña al lanzamiento nos muestra al vocalista Manué llegando pesadamente al lugar de ensayo para sentarse en una silla a escribir unas letras, acción que es interrumpida por la explosión en llamas de la libreta, seguida de una suerte de aparición mariana buñuelesca.
El grueso del clip lo conforman imágenes del grupo –que mutó para ahora convertirse en sexteto– rockeando en un sórdido parking subterráneo. Si bien el estribillo de la pieza es simple punk rock sin mucho ornamento, el resto de la canción, más elaborada en términos instrumentales, discurre sobre cíclicos fraseos guitarreros de carácter espasmódico-alienígena que son ideales para bailoteos deformes y revelan una clara herencia sónica de la rica tradición zolo o devoniana; unos espíritus que abrazan con el punzante solo de guitarra, un pasaje deliciosamente alargado sobre notas de teclado-organillo que aporta una inesperada exuberancia al corte.
Se trata de una música acorde a las temáticas que plantean las letras –el maldito calor, la enajenación urbana del día a día, sus irritaciones y tedios derivados, la pobreza, el maldito calor de nuevo, la sensación de futilidad ante toda esta mierda, etc.–, muy enfocadas a la rima simpática, la absurdez puntual y el desprecio a la pedantería lírica. Desde luego, la dejadez y las risas forman parte de la estética conceptual de Orina, pero que su nombre no despiste a ningún lector, porque hay mucho más que gamberrismo superficial en lo que miccionan.
Están todos invitados a la fiesta de presentación del álbum, que ofrecerán en la Wurlitzer Ballroom madrileña el 18 de octubre, un día después de su lanzamiento: el flujo de líquidos corporales está garantizado. Además, actuarán en Málaga el 30 de octubre, en el Moments Festival, y en la Fira Trovam de Castellón, que se celebrará entre el 13 y el 15 de noviembre. ∎