os unos: nombre breve para un patio de juegos musicales inmenso. El batería Edi Pou y el guitarrista y programador Pau Rodríguez, ellos forman Za!, son capaces de todo: rock, electrónica, psicodelia, jazz. Prueba-error, rareza, futurismo. Hábiles en estudio, sorprendentes en directo. Experimento por encima de todo.
El otro: Tomás Fernández Soto, Perrate. Descendiente de una de las grandes dinastías gitanas del cante flamenco. Perrate por donde lo mires: por ser hijo de Perrate de Utrera y sobrino de María La Perrata. Pero criado en primer lugar por el rock hasta que, apenas en 1999, prueba a cantar y se le queda dentro. Entre unas cosas y otras puede con el tango, el jazz o –él también, claro– la experimentación.
Esta es la historia sonora de un encuentro inevitable datado a finales de 2021 –que es cuando Perrate ve en directo al dúo catalán por primera vez–, sellado poco más tarde –a partir de una oportuna iniciativa del ciclo sevillano de Música y Museos– y facturado en un estudio cerca de Utrera. Za! y Perrate: choque de electrones de consecuencias imprevisibles. El fruto: “Jolifanto” (Lovemonk, 2024), un álbum rebosante de post-rock, electrónica, psicodelia, free jazz y flamenco.
“Todos tuyos”, nos dice voluntarioso el jefe de prensa antes de la entrevista con Pou y Perrate una soleada mañana en una terraza del centro de Madrid. “Listos para hablar de física cuántica”, bromea, dando a entender que pueden con todo.
Pues venga: hablemos de física cuántica.
Edi: Bueno, si hablamos de la dualidad onda-corpúsculo –es decir, que a nivel microscópico toda partícula es onda al mismo tiempo–, pues yo creo que la tradición y la experimentación tienen algo de física cuántica.
Perrate: ¿Tú crees? Yo estoy más por la teoría de cuerdas (risas). Sin cuerdas no vamos a ningún lao.
Edi: ¿De tripa de cerdo?
Perrate: Yo soy más de nailon, pero, bueno… (carcajadas de ambos).
Buen comienzo. Ahora hablemos de lo que habéis hecho.
Edi: Un artefacto.
Perrate: Hemos hecho lo que sabemos hacer. Yo na más que cantar flamenco, que es lo que yo sé. La guitarra se ha traducido en percusión, en una batería, en una guitarra eléctrica, en un sintetizador y en los trigger de la batería… Pero yo, personalmente, lo que estoy haciendo son cantes por seguiriya, por soleá, algún pregón y poco más.
Edi: Volviendo a la física, yo diría que la tradición y experimentación son dos formas físicas distintas. La tradición sería equivalente a una masa y la experimentación es aquello que la erosiona, lo varía, lo altera. Entonces hay momentos –esto es una constante desde el big bang– en que estas tradiciones están atravesadas y varían más rápido, y hay veces que no. Algunas tradiciones de repente se quedan más paradas y no reciben estos impactos de la experimentación. Por decir algo, la música tradicional catalana de sardanas recibe muy pocos impactos, se mueve muy poco desde hace mucho tiempo… por eso con Za! intentamos el año pasado golpear un poquito con “Za! & La TransMegaCobla” (Gandula-The Indian Runners-Lovers & Lollypops, 2023). Te doy la razón en que en la tradición del flamenco sí que lleva mucho tiempo avanzando a gran velocidad, moviéndose, modificándose y avanzando constantemente, sin nunca dejar de ser flamenco.
Perrate: Bueno, yo en realidad no encuentro tanto cambio ni a tanta gente experimentando. Desde “La leyenda del tiempo” (1979) o de Morente para acá, experimentar lo que se dice experimentar… Cristian de Moret –que es un gran músico– está haciendo cosas osadas, porque se está autoacompañando con una guitarra eléctrica, y poco más. Quizá esté experimentando más la gente de la danza que la gente de la música.
En el flamenco, ¿aún hay que dar explicaciones sobre las obras experimentales? Morente tuvo que poner el cuerpo para defender experimentos como “Omega”…
Perrate: Yo creo que por parte del público lo que sí existe es un gran interés. A lo mejor la crítica flamenca sí que tiene todavía esta visión, pero son cuatro pamplinas.
Vale. Ahora repasemos vuestro encuentro allá por 2021.
Edi: Fuimos a tocar a Sevilla con Za! y Tomás nos vio. Poco después Javi Rivera, ex Pony Bravo, que montaba un ciclo de conciertos, le propuso a Tomás hacer algún encuentro con algún colectivo que no fuese flamenco, y a partir de aquello nos juntamos. Hicimos primero una videoconferencia cada uno desde su casa, luego nos fuimos intercambiando archivos, ideas, audios… y después nos encontramos una semana cinco o seis días en los estudios La Mina, al lado de Sevilla, en una urbanización… ¿dónde era?
Perrate: Al lado de Utrera.
Edi: Y nada, en dos días estuvo compuesto el disco.
¿Cómo se construyó el disco? ¿A partir del encuentro, de los Zoom, del directo?
Perrate: A partir del directo. Sevilla, en cuanto a lo que estábamos hablando antes de la relación del público con nuevas músicas acopladas al flamenco, es una plaza muy interesante. Después del encuentro en La Mina hicimos el concierto en Sevilla y fue una verdadera revolución para los que estaban allí. La gente no solo estaba encantada, sino un poco alterada, fatal de los nervios. Los periodistas que estuvieron allí no solo amplificaron la música, sino la pequeña gran revolución que estamos formando porque la música que hace Za! es una antítesis de lo que yo estaba haciendo… en teoría.
En una entrevista de aquellos días, tú, Tomás, explicabas que a este asunto de la colaboración con Za! “te metiste ‘preocupao’ y saliste tranquilo”.
Perrate: Claro, hombre, me metí preocupao porque ya te digo que hay que respetar el compás, el compás de amalgama, el de doce tiempos, que es el que normalmente trabajamos en el flamenco, que es muy difícil de asumir por gente que se dedica al rock y que se confunde mucho con el tres por cuatro. Hay que saber hacerlo muy bien. Cuando vi que Za! eran capaces de controlar ese tiempo en el que yo encajo perfectamente mis palos, ya no había problema. Ya lo demás, los arreglos, te pueden gustar o no, pero es imprescindible poder cantar con compás. Yo digo: si no hay compás no hay flamenco, y si no hay flamenco no hacemos na. La base del flamenco es primordialmente esa. De hecho, yo creo que Morente no cantaba tanto por bulerías porque no había encontrado el tempo. Los demás registros los tiene todos, pero búscale, búscale por bulerías, verás como no tiene tantas cosas.
Otro de los lugares de encuentro entre Za! y Perrate es el trance. Hay un tema en el que eso queda muy claro: la “Seguiriya MIDI”.
Edi: Con Pau hablamos muy a menudo de “mesetas”. Ninguno de los dos hemos estudiado música y al final hablamos muy a menudo de que cuando llegas a una en la que estás a gusto, puedes andar durante muchos kilómetros y puedes estar mucho rato. Viviendo en estos tiempos de ultraceleración, es un placer sensorial atávico poder estar en un sitio, avanzar y, cuando ya te has adentrado lo suficiente, disfrutar de los pequeños matices: del pequeño redoble que mete Tomás, de la subida de volumen de Pau, del cambio de cut off… Ahí está la maravilla del trance: que todo el rato va cambiando, pero de una forma sutil en la cual puedes viajar muy a gusto. Y ahí nos encontramos muy a gusto.
Perrate: Yo al trance lo llamó trance, no lo llamo meseta. Cuando realmente las cosas me salen bien en un escenario, es un trance del que participo. Evidentemente eso va acompañado de una concentración que me tiene que poder permitir lo que esté pasando a mi alrededor. Hay guitarristas con los que puedo entrar en trance fácilmente porque me dan esa tranquilidad de que, cantando yo a compás y con esa persona dejándome llevar, puedo cerrar los ojos, tranquilizarme y cantar bien. Porque en el flamenco que yo hago hay un esfuerzo físico importantísimo. Y si a mi alrededor no llevo ese compás, me quiebro, hago las cosas de forma automática y un poco para salir del paso. En esos silencios que me procuran Za! puedo cerrar los ojos y cantar en condiciones. Esa es la tranquilidad de la que hablamos antes: eso es lo que a mí me procura el poder sentirme acompañado con todas las de la ley, tanto si es de una guitarra como de unos palmeros…
Edi: Yo creo, así sin pensarlo mucho, que el trance es un estado musical en el que hay una invitación al público. Al no ser tan unidireccional, al no enviar tanta información todo el rato, el público puede subirse más fácilmente a lo que se está haciendo, ser más partícipe. La música electrónica es el máximo exponente de todo eso.
Perrate: Yo a veces siento la reciprocidad, ese circuito que se produce cuando tú lanzas un mensaje con tanta sinceridad, con tanta verdad por parte de tus adentros, que de alguna manera el público lo percibe y te envía también otro tipo de energía. Eso no es ninguna exageración y ninguna pamplina, es completamente cierto. Si uno alcanza ese grado de trance que en teoría es el habitual cantando en mi disciplina, hay una reciprocidad que es una maravilla. Es lo mejor que te puede pasar en el escenario.
Hablemos del argumento dadá de “Jolifanto”.
Perrate: “Jolifanto bambla o falli bambla, großiga m’pfa habla horem, egiga goramen” (Perrate recita de memoria los primeros versos de “Karawame”, primer poema dadaísta). Está en la portada de “Tres golpes” (2022), mi disco anterior. Esto es un poema dadá de Hugo Ball que me propuso Pedro G. Romero para un espectáculo de Israel Galván en el que bailaba e interpretaba Belén Maya. Este poema me costó mucho trabajo adaptarlo a toná, que es una especie de martinete, pero cuando lo adapté fue una experiencia maravillosa porque se me venían a la boca los fonemas; fue una cosa mágica. Simboliza un poco todo el mundo surrealista en el que entré a partir del encuentro con Pedro, que me propuso un mundo lleno de uso contemporáneo, y con Israel Galván, que además de su propia estética me propuso una infinidad de colaboradores que, cada uno de una disciplina distinta, me convencieron de que había algo más que la música tradicional. El dadá lo he llevado por delante, y por supuesto a Dionisio Aeropagita. Es un leitmotiv. Y, claro, con toda la magia que se produce con Za!, con ese encuentro prácticamente fortuito, como si el universo hubiera decidido que nos juntásemos. Y que la cosa fluyera. Esto se produce no solo en el encuentro musical, sino en el más importante, que es el encuentro de tres personas que estamos riéndonos continuamente, que estamos disfrutando, que estamos intentando que la música de cada uno sea de todos… En fin, es una experiencia mágica y yo creo que es memorable para mí. A mí me va a marcar la vida. Ya ha marcado mi carrera.
Edi: A Za! siempre nos han clasificado como música muy dadaísta sin nosotros haberlo querido o investigado sobre ello. Pau y yo empezamos como adolescentes escuchando música anglosajona, Rage Against The Machine y cosas así. Pero llega un punto en que te haces un poco más adulto y te sientes un poco engañado porque toda la vida te han servido solo esta música; entonces te pones a investigar lo más extremo. Nosotros intentamos mezclar lo inmezclable: la nocilla con el salami, a ver qué pasaba ¿no? En estos dos últimos años estábamos fascinados con el gamelán, con el noise japonés… pero también en buscar en lo más cercano. El año pasado fue toda esta tradición mediterránea con La TransMegaCobla, y ahora adentrándonos en un universo como el flamenco, al que siempre hemos tenido mucho respeto, muchísimo. Entrar de la mano de Tomás, de alguien que sabe tanto de ello y que ha estudiado y que lo lleva en sus genes, ha sido fantástico.
¿Que hay que hacer cuando colaboras con alguien de otro mundo muy distinto al tuyo: meterte a fondo en el mundo del otro o ignorarlo respetuosamente y que cada quien haga su parte?
Perrate: Yo creo que ni una cosa ni la otra. No hay que ignorar porque no se puede ignorar. Trabajo con mucha gente de otras disciplinas y lo que hay siempre por medio es una conversación.
Edi: El diálogo musical es precioso; ojalá se pudiera aplicar a la política y a otros ámbitos sociales. La esencia es no renunciar a lo que eres, a lo que te representa y disfrutas haciendo. Se trata de aprender del otro, de escuchar, ceder, sumar sin desvirtuarse. Esta es la definición del diálogo, creo.
Perrate: En un estándar de rock’n’roll es muy fácil acoplarse, pero con el flamenco hay una medida. Y ahí estamos: ya sabes lo que te digo, no hay más.
¿Y hacia dónde va la conversación?
Edi: Pues va evolucionando. Estuvimos hace un mes en mi casa, en mi pueblo, Calonge, los tres ahí cerquita del mar en la Costa Brava, pocos días antes de Semana Santa, con un nazareno con incienso de Esperanza de Triana. Ahí estuvimos tres días componiendo.
Perrate: Y amargura, amargura… tuvimos a bien hacer un encuentro músico-espiritual.
Edi: Con oloroso de por medio…
Perrate: No demasiado tampoco. Fue un encuentro para montar algunos temas más, porque queríamos ampliar un poco y a la vez reencontrarnos en un paisaje fantástico que hay allí. Todo esto creo que nos va a llevar a muchos sitios. Ya nos ha llevado. Yo aprendo mucho de ellos dos porque tienen una visión musical muy interesante y muy novedosa para mí, y no solo por parte de ellos, sino de su entorno. Y que está un poco lejos de mi alcance profesional porque por ejemplo Sara (la música Sara Fontán), su pareja, me resulta a mí superatractiva como para poder mezclarla en futuros proyectos míos o incluso hacer alguno con ella. En fin, yo creo que a partir de aquí se nos abre un mundo de posibilidades increíble, y sobre todo de aprendizaje por mi parte.