Serie

La amiga estupenda

Saverio Costanzo(T4, Max)
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Sí, “La amiga estupenda” (2018-2024) se ha acabado. Pensábamos que la tetralogía de Elena Ferrante podría estirarse un poquito más, pero el décimo episodio de la cuarta temporada enunciaba que aquella serie a la que muchos fans nos agarramos con uñas y dientes llegaba a su fin. Y de qué manera. Quedamos quienes todavía creemos en el mito, que es el motor de la última temporada, con catástrofes naturales incluidas, fruto de la rabia de los dioses. Con el cambio de algunos actores –Lila (Irene Maiorino) y Lenù (Alba Rohrwacher, hermana de la directora Alice Rohrwacher), aspecto que ya se nos anunció al final de la tercera temporada–, algunos pensamos que el resultado sería decepcionante, sobre todo por el cariño que le habíamos cogido a esos dos personajes en su etapa adolescente. Sin embargo, y especialmente en el caso de Lila, cuesta pensar que no se trata de la misma persona (con unos cuantos años más). Ambas mantienen la esencia intocable y el perfil napolitano. Lo mismo ocurre con Nino Sarratore (Fabrizio Gifuni en la cuarta temporada). Sigue siendo insoportablemente atractivo, pero al final, con la ayuda de cada una de las protagonistas femeninas de la serie y la participación activa de espectadoras como yo, se consigue acabar con Nino. Esta vez, más que nunca, Nino nos pone en bandeja su nivel de mediocridad para que nunca nadie dude de la existencia de la misma; para que todos sepamos que, en su caso, la balanza siempre ha estado desequilibrada, y que incluso en comparación con los personajes más poliédricos de la serie, Nino es insalvable. Qué brillante Ferrante elevándolo a los cielos de la política para bajarlo a trompicones a la tierra.

La cuarta temporada supone en su esencia un ejercicio de comunión. El tiempo le devuelve a cada uno de los personajes sus fantasmas del pasado; sombras que se revelan en momentos de soledad o incluso en heridas visibles, como la cojera de Lenù, que persiste. Para algunos, el final es un descanso merecido, un susurro de paz tras años de lucha. Para otros, es un castigo implacable, la amarga cosecha de lo que sembraron. Todos, sin excepción, se encuentran ante un espejo, uno que desnuda sus verdades más profundas, ofreciéndoles una última mirada entre lo que podrían haber sido y lo que, irrevocablemente, son, tal y como sucede con la familia Ferrara. Lejos de un ejercicio dogmático o de la puesta en escena de aquello de lo que el karma es capaz, la narrativa es implacable, y no todos los buenos se salvan; tal y como evidencia la serie a lo largo de las cuatro temporadas, la clase, el origen de cada uno de los personajes, el barrio napolitano de calles angostas es imborrable, y lo cargan con ellos por lejos que intenten huir de él.

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“La amiga estupenda”, con esta temporada, logra consagrarse como una de las mejores series de Max. Estar a la altura de los libros de Ferrante no ha sido una tarea fácil; son muchas las adaptaciones de otras novelas que han quedado en un mero intento: que Dios salve a Anne Rice de “Mayfair Witches” (Michelle Ashford y Esta Spalding, 2023-). En este caso, con un inicio marcado por la guía de Saverio Costanzo y la dirección de Laura Bispuri, “La amiga estupenda” ha conseguido llegar a buen puerto, aunque esto haya requerido de un guion que nos ha tenido estos últimos y largos diez episodios con el corazón en un puño. El compositor de la banda sonora de la serie, Max Richter, anuncia desde el primer episodio, con el tema “In Spite Of All”, de qué va todo esto. La serie es un “a pesar de todo”: a pesar de la ruina, el dolor ajeno, los celos, el odio o la competitividad, hay quienes tienen la suerte de estar acompañados, dividiendo las penas, de una amiga estupenda. ∎

A pesar de todo, amistad estupenda.
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