Álbum

Grande Amore

IIIErnie-Altafonte, 2025

Nuno García Pico, el líder de Grande Amore, cumplirá 30 años el próximo mes de mayo y, pese a esa (todavía) relativa juventud, tiene referentes musicales completamente anacrónicos para su generación, algo que yo celebro con entusiasmo. Por ahí andan el heavy (AC/DC, Deep Purple, Led Zeppelin o Motörhead), lecturas sobre Patti Smith, Bob Dylan o Iggy Pop, hasta llegar, vía Velvet Underground y el grupo gallego Terbutalina (que anunció su disolución en enero y ofreció su último concierto el 22 de febrero en la sala Madeleine de Bruselas, en el marco del festival Emigrasón), al existencialismo post-punk y Suicide, o Alan Vega en concreto: la actuación que ofreció en noviembre de 1983 en el programa ‘La Edad de Oro’ y que él vio en algún momento de su adolescencia lo empujó a hacer música en solitario (también forma parte del quinteto Oh! Ayatollah y de Los Rastreadores) hasta que se aburrió de hacer directos en solitario y, con la ayuda de Clara Redondo (guitarras) y mariagrep (teclados y sampler), se lanzó a alcanzar el estrellato sin buscarlo.

Después del sorprendente debut –“Grande Amore” (2021)– y el difícil segundo disco –“II” (2023)– y las peculiares portadas de ambos, a lo banda de heavy satánico escandinavo, el tercero –“III”– vuelve a subir el listón de calidad del grupo, como unos Mondo Duplantis del rock underground. Aunque el productor es nuevo, Jacobo Naya (mulinstrumentista de La M.O.D.A.), este ha mantenido (¡e intensificado!) uno de los grandes hallazgos del segundo álbum: esa voz que parece salir de una alcantarilla y que, como sucedía históricamente en el caso de Los Planetas, sirve para añadir misterio a unas canciones que, en el caso de Grande Amore, están cantadas en gallego y cuesta descifrar. Pero como sucedía en la generación de su padre, en la que pocos entendían qué decían Johnny Rotten o Lemmy Kilmister en sus letras, la afinidad llegaba por la vehemencia con que se cantaban esas canciones que llegaban a las tripas como si se tratasen de puñetazos: no hacía falta saber qué decía “God Save The Queen” para que te entraran unas ganas brutales de cagarte en todas las dinastías, las patrias putas, las banderas sucias, los reinos de mierda y la sangre azul. Aquí pasa lo mismo: Grande Amore te atropellan con una violencia punk que pocos se esperarían, escuchando hablar a Nuno con la simpatía con que lo hizo en su intervención en el programa de La 2 ‘Un país para escucharlo’.

Según el texto de promoción del disco, solo “Maldita sea mi suerte” es un tema ajeno: una versión de Los Suaves, publicado en su álbum homónimo de 1991. Curiosamente, “Ontes fun moi malo” no figura como versión, sino como inspirado en otro tema del siglo pasado, “Denim Demon”, de los noruegos Turbonegro. Y yo añadiría lo que me parece otro “homenaje” más: “Contigo”, que tiene el mismo arranque (algo más acelerado, eso sí) que “Ghost Rider”, el tema con que se abre “Suicide” (1977), el álbum de debut de la banda de Alan Vega y Martin Rev.

Releo lo anterior y percibo que puede ser considerado con tono de reproche. Nada más lejos de mi intención: en los dos primeros casos, canciones que en su estado original me resultaban ni fu ni fa, en la anfetamínica reinterpretación de Grande Amore sí sacian mi apetito. Y aunque la tercera me haga pensar en Suicide –y en volver a escuchar más tarde sus dos primeros discos–, no deja de impresionarme lo que de novedoso me ofrece: la calidez que transmite esta pieza frente a la extrema frialdad y desapasionamiento de las maneras del dúo neoyorquino con el que imagino ver semejanzas.

El mismo texto de promoción ya citado –escrito por Virginia Díaz (la responsable de ‘180°’, el programa de Radio 3)– nos informa de que Steve Albini iba a realizar la mezcla final de la producción y que, posiblemente, el último correo electrónico que pudo recibir el estadounidense era la confirmación del grupo de su visita a Chicago… frustrada por el repentino fallecimiento del legendario músico y productor. Yo imagino que lo que se iba a encontrar le podría gustar: el ritmo es frenético y la adrenalina brota como sangre de una femoral seccionada. Y cuando los bpm bajan, sientes que esa máquina del tiempo que es Grande Amore te lleva directamente a los mejores años de Killing Joke (concretamente en dos temas, “Lela” y “Tempo queimado”, sobre todo en esta última, una auténtica burrada del mejor after-punk de cualquier época, que ya es, para mí, una de las mejores canciones del año).

El disco cuenta, además, con dos colaboraciones sorprendentes (tan sorprendentes como “Que pode saír mal”, esa espídica versión en gallegoñol del “Qué puede salir mal” de Muchachito Bombo Infierno, que cantaron ambos a dúo en un single publicado a finales de octubre). La primera es “Ti máis eu” –una breve canción compuesta a medias con Nacho Vegas e interpretada por el asturiano, aunque esta no sea, precisamente, de lo mejor que hayan hecho ninguno de los dos–, y “Se te volvo a ver”, compuesta a medias con David Ruiz, el cantante de La M.O.D.A.

Lo que sí percibo son las dificultades comerciales de Grande Amore: su propuesta no es tan exclusivamente suburbial como el punk calimochero del rock radikal vasco ni se puede visualizar como gamberreo cachondo a lo Siniestro Total. Son la tercera vía: una propuesta de punk arty que apela más al intelecto que al frenesí fiestero. Y eso no sé si en este país puede llevarlos al éxito que merecerían. ∎

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