Lightning In A Twilight Hour

Bobby Wratten es uno de los nombres más importantes y longevos del indie pop británico desde que debutara con The Field Mice en 1989 junto al bajista y amigo del colegio Michael Hiscock –actualmente también en The Gentle Spring–. Ausente en las dos bandas posteriores de Wratten –Northern Picture Library y Trembling Blue Stars–, el rencuentro de ambos se produce en 2015 con Lightning In A Twilight Hour junto con Anne Mari Davies –voz, guitarra y “grabador” en prácticamente todos los proyectos de Bobby Wratten, salvo Trembling Blue Stars tras su separación sentimental y la edición consiguiente de “Her Handwriting” (1996), uno de los mejores álbumes del inglés– y Beth Arzy –colaboradora también desde Trembling–. Como en las mejores familias y grupos de amigos, incluso de trabajo, siempre hay un personaje que hace de aglutinante emocional para que la cosa salga bien. Ese es el productor, ingeniero de sonido, multinstrumentista y compositor Ian Catt, en la esfera del viejo “ratón de campo” desde sus primeras correrías y colaborador permanente de Saint Etienne. Pero tampoco podemos olvidarnos del empresario y portadista Luis Calvo, el hombre Elefant, sello santuario de Wratten durante muchos años y actualmente en exclusiva.

Después de “Overwintering” (2022) llega el no menos gozoso “Colours Yet To Be Named”, otro álbum doble (si es que se opta por el disco de vinilo) repleto de canciones sedosas y fenómenos atmosféricos –“Every Flame A Sunset”, “The No-Sound Of Falling Snow”–, celestes –“Red Comet”–, electromagnéticos –“Folk Radio”–, colores –“Blue Traces”, “Opaque Retreat”– y radiaciones –“Inner Heat”–. Esos tres años transcurridos desde su anterior trabajo no resultan tantos para músicos tan veteranos, siendo admirable el esfuerzo por hacer otra obra tan redonda –también por el cuidado que dedican a los formatos físicos dirigidos a un público que, como ellos, viven instalados en la eterna juventud– y coherente de indie pop electrónico aunque algún corte respire los vientos refrescantes de la improvisación –audibles en “Graph Paper”–, una técnica compositiva que no es nueva en el repertorio sonoro de Wratten.

Que la música de Lightning In A Twilight Hour responde a su propio nombre es un hecho: sintetizadores atmosféricos –el de “Addicere” recuerda a New Music, la entrañable banda de Tony Mansfield de principios de los ochenta–, punteos de folk contemplativo y la voz sedosa de los intérpretes, a menudo dúos entre Wratten y alguna de las dos chicas. Destacan la crepitante “Opaque Retreat”, uno de los temas más breves de este disco de largas extensiones (seis de sus once cortes superan los cinco minutos de duración) y ambient pop ideal para las noches de invierno que se avecinan, como la melancólica “The No-Sound Of Falling Snow”; la construcción lírica de “Every Flame A Sunset” recuerda a “In Every Dream Home A Heartbreak”, de Roxy Music, musicalmente más un cruce de caminos entre los paisajes bucólicos de Virginia Astley y la psicodelia pop de Sagittarius con sus siete minutos orgánicos y esa línea de bajo tan característica de toda la saga Field Mice. Cantadas respectivamente por Arzy y Davis –cuyo timbre es casi idéntico al de Sarah Cracknell–, las guitarras en retrocesión se repiten en “Folk Radio” y la amenaza gentil de “Red Comet”, cuyo pastiche lírico es lo más cerca que ha estado Wratten de la canción política en su impecable carrera.

Son letras de sutil introspección como “Fortress” –donde el peso del pasado lo expresa su autor así: “Levantamos un fuerte sobre aquello que encontramos y no pudimos retener, una fortaleza que nos cuenta incluso ahora cómo algún día creímos”– las que abundan en el cuarto álbum de Lightning In A Twilight Hour, un trabajo sin temas tan potentes como el indie dance de “There’s More To Life Than Crooks” –ay, si New Order sacaran algo solo remotamente parecido a esto–, que junto a “Haar” –el clásico experimento con voces tratadas de Wratten con una breve obertura drone digna de Wagner– integraron el maxi homónimo precedente publicado también en este 2025. ∎