Álbum

Vince Staples

Dark TimesBlacksmith-Def Jam-Universal, 2024

En tiempos de rollouts eternos o efectistas lanzamientos por sorpresa, el sexto álbum de Vince Staples –último de su contrato con Def Jam– llega sin pompa ni bombo, anunciado una semana antes de su lanzamiento y con su autor todavía sin TikTok desde el que hacer promo. Staples no está para bullshit. Está demasiado ocupado siendo uno de los grandes, tratando de refinar sus artes y haciendo discos tan breves como contundentes.

“Dark Times” dura poco más de media hora, pero deja tanta huella como la reveladora hora de “Summertime ’06” (2015), si no incluso más: Staples ha aprendido a volver sobre su antigua vida pandillera con un plus de reflexividad, como ya demostró en “Vince Staples” (2021) y “Ramona Park Broke My Heart” (2022) y acaba de certificar aquí; sin que eso signifique, sea como sea, la pérdida de sentido del humor. Es su mejor explicación hasta la fecha del trauma de crecer en North Long Beach y las repercusiones sobre su presente; pero solo hasta la fecha, porque la próxima será mejor.

Tras una breve pero demoledora intro (“to live is to be / like the nigga in the tree”, dice en “Close Your Eyes And Swing”), Staples nos embriaga y desconcierta con “Black&Blue”, en la que explora un momento de fragilidad psicológica: “Who can I call when I need help? / Juggling thuggin’, depression, and pride”. Un sample de los retrosoul Thee Sacred Souls (del corte “Weak For Your Love”) abre una puerta sónica hacia la luz. Entre los productores, su viejo colega Michael Uzowuru. Tirar de cameos sonados para la producción o las voces es solo para hambrientos de atención.

El álbum combina recuerdos de un hermano mayor enterrado (“Goverment Cheese”) e historias de amor con final amargo (“Justin”) con momentos algo más celebratorios. El hit indiscutible del disco es “Étouffée”, especie de vuelta de la victoria (para sorpresa de él mismo) con referencias a la cultura rap de Nueva Orleans y un beat, de hecho, bastante bounce. Nunca ha cantado mejor que en ese estribillo. La fabulosa““Radio””, nueva colaboración con Cardo, es algo así como su particular “Teachers” (Daft Punk), un repaso a flechazos musicales que le cambiaron la vida: el disco “Below The Heavens” de Blu & Exile, el himno de ruptura “Brokenhearted” de Brandy o casi cualquier referencia de Stones Throw (“a better day was just a stones throw away”, dice en un juego de palabras).

Casi tan buena como “Étouffée” es, todo sea dicho, “Little Homies”, pieza de superación (“life hard but I go harder”) con pulso house y fantástico interludio con la invitada Kilo Kish, una constante en la carrera de Staples desde su mixtape de debut “Shyne Coldchain Vol. 1” (2011). Todavía más se oye a Baby Rose en “Shame On The Devil”, reflexión sobre sus malas decisiones amorosas en tiempos de fama. Pero ¿tenemos control real sobre lo que nos pasa? En la casi final “Freeman” parece desistir de ello y dejarlo todo en manos de Dios. Algo de esa inercia se traslada a una producción algo indiferente; un raro caso de tema algo gris en un disco cuyo minimalismo seduce más que aburre.

La historia de Staples, lejos de acabarse con su despedida de Def Jam, solo parece haber acabado de empezar. Lo remarcan sus incursiones en el cómic (“Limbo Beach”) y, sobre todo, la narrativa del streaming: ese loco “The Vince Staples Show” recién renovado para una segunda temporada en Netflix. Él ha dicho en ‘Rolling Stone’ que este proyecto le ha servido para, entre otras cosas, perfeccionar su habilidad como escritor o persona creativa en general. Y pensar que todavía hay gente que habla mal de las series. ∎

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