Disco destacado

Wet Leg

moisturizerDomino-Music As Usual, 2025

Wet Leg están aquí para quedarse, para hacerlo pasar bien y, cuidado, también conmovernos. Si con su debut homónimo de 2022 consiguieron ya dejar atrás, a base de ganchos constantes, cualquier imagen de one-hit-wonder (siendo ese hit el divertidísimo “Chaise Longue”), con este álbum de confirmación se asientan como gran realidad del alt-rock británico, raro ejemplo hoy en día de grupo de guitarras con capacidad de arrastre cada vez más acentuada.

Y toca reafirmar eso de “grupo”: lo que antes era más bien dúo se convierte en banda en toda regla, con Rhian Teasdale (voz, guitarra rítmica) como poderosa frontwoman, Hester Chambers (voz a veces, guitarra principal), un poco más alejada de los focos, y Ellis Durand (bajo), Henry Holmes (batería) y Joshua Mobaraki (multiinstrumentista), sus camaradas para los directos, convertidos en parte creativa esencial de la aventura. Otra vez, el productor Dan Carey (Kae Tempest, Squid) se encarga de sacar lo mejor de todos ellos: riffs (aún más) afilados, dinámicas (aún más) efectivas, una forma de cantar-hablar (aún más) descarada.

Locura de amor. Foto: Alice Backham
Locura de amor. Foto: Alice Backham

La mayor sorpresa de “moisturizer” es que venga tan cargado de canciones de amor, después de un álbum de debut tan sarcástico (a costa de los corrillos indie de Isle Of Wight) y con tantos temas de ruptura. Teasdale se ha enamorado locamente, como deja claro desde el principio en una “CPR” en la que sus sentimientos la dejan con necesidad de reanimación cardiopulmonar. Su relación (con una persona no binaria) le ha descubierto su propia fluidez sexual y eso la conduce a hacerse toda clase de preguntas: “¿Quieres a un hombre? Yo haré de uno / ¿Qué debe hacer un tipo como yo?”, canta en “jennifer’s body”, titulada así seguramente en referencia a la comedia feminista de Karyn Kusama de 2009.

Pero el amor no es solo reciente y sulfuroso; también es antiguo pero prometedor. Chambers compone alguna canción sobre su década de relación con Mobaraki, como la preciosa “don’t speak”, en la que canta desde la perspectiva de él: “No me importa hacerme viejo / Si es tu mano la que puedo agarrar”. Resuenan los My Bloody Valentine más pop, los de “Isn’t Anything” (1988), igual que al final en “u and me at home”, canción cada vez más épica sobre, simplemente, estar en casa con tu persona querida y hacer lo que os venga en gana.

Quienes busquen a las Wet Leg más gamberras disfrutarán sobre todo con “catch these fists”, bomba garagera sobre (o mejor, en contra de) la invasión del espacio personal: “No quiero tu amor, solo quiero pelear”, cantan en el estribillo de un hit dance-punk de sabores dosmileros, fácil de imaginar en una vieja sesión de Razz Club entre “Banquet” (Bloc Party) y “House Of Jealous Lovers” (The Rapture). En el otro extremo de energía estaría la meditabunda ¿y verdadera cima del disco? “11:21”, una perla de baladismo art pop que gustará a Julia Holter. Otra oda al amor a largo plazo (“pasa el tiempo / pero siento lo mismo por ti que el día que nos conocimos”) con la que Wet Leg se remodelan e intensifican. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados