Londres, tenemos un problema. Diseño: Jordi Gramunt / Imágenes: Freepik
Londres, tenemos un problema. Diseño: Jordi Gramunt / Imágenes: Freepik

Informe

Girar tras el Brexit: España, de mercado clave a la gran olvidada

A medida que caen restricciones y la industria del directo recupera progresivamente su actividad, mayores resultan los estragos que causa el embrollo que trajo consigo el Brexit. La falta de acuerdo entre los gobiernos de Reino Unido y España provoca cancelaciones de giras ya programadas e impide que se trabaje con garantías en las del año que viene. Pese a ser el tercer país donde más tocaban los británicos, los elevados costes de los visados dificultan que artistas pequeños y medianos visiten nuestras salas y festivales. Razón más que suficiente para volver a una cuestión que ya abordamos en el mes de febrero. 

El pasado 7 de octubre arrancaba la gira europea de Squid en la sala Paradiso de Ámsterdam. Los de Brighton se lanzaban a la carretera con uno de los mejores debuts del año bajo el brazo en una serie de conciertos que contaba con paradas en Barcelona, Madrid y Vigo. Sin embargo, a finales de septiembre conocíamos la cancelación de las tres fechas a través de un comunicado de Primavera Sound, la promotora de dichos eventos, por problemas burocráticos derivados del Brexit. “Sin visados no hay música”, rezaba el contundente titular, encendiendo todas las alarmas: ¿puede España quedar fuera de las rutas de los artistas británicos cuando salgan a tocar por Europa?

La respuesta corta es “sí”. De hecho, como evidencian los casos de Squid y Black Country, New Road –también forzados a cancelar sus próximos compromisos aquí por el mismo motivo–, lo que a principios de año era tan solo una amenaza es ya una realidad. Pese a que el gobierno británico ha logrado cerrar acuerdos con 19 países de la Unión Europea para que artistas y crews puedan realizar giras de hasta 90 días con visas o permisos de trabajo gratuitos, España se mantiene al margen. “Puedes ir a tocar a Holanda o Alemania de la misma manera que antes del Brexit. A España, no”, comenta Emma Banks, codirectora de la oficina londinense de CAA, agencia de representación en cuyo roster encontramos nombres de la talla de Lorde, Arcade Fire o Katy Perry. “Tendremos que enfrentarnos a cosas como los carnets, pero lo podremos sortear. Sigue siendo mucho, así que el beneficio potencial disminuye, pero los ingresos deberían mantenerse al mismo nivel. Tener costos altos de visados, además de tener que pagar para poder llevar el equipo, lo hace insostenible”.

“Me cuesta pensar que artistas tocando en España en salas con un aforo de 2000 personas o menos, si ofrecen uno o dos conciertos, puedan hacer viable económicamente su gira”, explica Banks. “A lo que nos enfrentamos es a una situación en la que algunos tendrán que, o bien invertir su propio dinero, o bien tener un sello discográfico que pueda permitirse pagar por ello. Pero habrá muchos artistas que simplemente no podrán”. Todo ello redundará en una menor oferta y en un empobrecimiento de la vida cultural española. “No es solo que los artistas británicos salgan perdiendo, porque uno puede argumentar que el Reino Unido votó a favor del Brexit –alguna gente votó por ello–, así que ahora que se apañen. Pero esos artistas británicos seguirán sonando en las radios y serán escuchados en las plataformas de ‘streaming’. Así que, en realidad, los promotores españoles, que hacen mucho dinero con shows de artistas del Reino Unido, pierden esos ingresos. También es una pérdida para los negocios españoles: para los que alimentan a esa gente, para las compañías ticketeras, para los promotores que pagan a esas bandas, pero que ganan dinero y generan empleo. Esto no solo va de los ‘pobres artistas británicos’ que no pueden ir, también va de quitarle oportunidades de negocio a empresas españolas”.

Squid en Primavera Weekender 2019, ¿una imagen irrepetible en escenarios españoles? Foto: Christian Bertrand
Squid en Primavera Weekender 2019, ¿una imagen irrepetible en escenarios españoles? Foto: Christian Bertrand

Matt Harris, del equipo de End Of The Road Records y mánager de conjuntos como The Golden Dregs o los muy prometedores Modern Woman, confirma lo que ya apuntaba Banks: “Cuando eres una banda pequeña y giras por primera vez, generalmente vas a tener pérdidas por salir a tocar a esos sitios. O el grupo pone dinero de su propio bolsillo o lo pone el sello”. Sobre el papel de las discográficas, deja esta inquietante reflexión: “Si no cuentas con un gran equipo, te quita mucho tiempo de la vertiente creativa; tiempo que deberías dedicar a crear el mejor producto posible, una obra de arte de la que la gente se enamore”

Las afectaciones a la propuesta artística no acaban ahí. “Con Modern Woman estamos en una posición afortunada, pues dos de los componentes tienen pasaporte europeo”, cuenta Harris. The Golden Dregs, por el contrario, se encuentra en una situación parecida a la de los ya mencionados Black Country, New Road. Ambas formaciones cuentan con siete miembros, a lo que hay que sumar al menos dos personas más en gira. El coste de los trámites burocráticos, por tanto, se dispararía hasta superar con creces los 2000€. “Al tratarse de una banda tan numerosa, cuando salgan a Europa tendremos que resolverlo con formaciones reducidas. A Alemania fueron solo dos. Es una lástima, porque los artistas quieren presentar su música con la visión con la que fue concebida, y en estas condiciones es inevitable que acaben sintiendo que no han ofrecido una experiencia completa, al menos mientras no alcancen el nivel de popularidad que les permita disponer de esas cantidades de dinero”.

“Sería increíble si el gobierno británico pudiera subvencionar a las bandas que no se lo pueden permitir, pero no creo que ocurra. Está creando otra brecha. Girar por Europa siempre ha supuesto un esfuerzo que compensa si es barato. Va a acabar con todas las posibilidades antes de que puedas siquiera echarte a la carretera”

James Smith (Yard Act)

Harris es de los que cree que el gobierno británico tendrá que empezar a considerar nuevas maneras de financiar las giras. Es una de las vías para acabar con ese techo de cristal que, a día de hoy, separa a aquellos artistas que pueden hacer frente al dispendio burocrático de los que no. “Costará mucho sin ello. A corto plazo, la gente podrá aguantar el golpe, pero a largo plazo no puedes seguir apostando por giras modestas cuando hay tanto dinero en juego y seguir perdiendo porque no tiene sentido”. Así lo cree también James Smith, frontman de Yard Act. El flamante nuevo fichaje de Island afirma que “sería increíble si el gobierno británico pudiera subvencionar a las bandas que no se lo pueden permitir, pero no creo que ocurra. Está creando otra brecha. Girar por Europa siempre ha supuesto un esfuerzo que compensa si es barato. Va a acabar con todas las posibilidades antes de que puedas siquiera echarte a la carretera”.

A principios de 2022 llegará el esperado álbum debut de Yard Act, con su consiguiente gira europea. Pese a lo inminente que resulta visto así en el calendario, la falta de claridad es alarmante. “Obviamente, la pandemia permitió a los políticos ganar algo de tiempo porque nadie podía salir de gira. Pero ahora que todos estamos de vuelta en el mundo real, necesitamos respuestas. No han sido claros. Creo que todos queremos saber cómo de malo va a ser para ponerse a trabajar. Esto no trae nada bueno. Nadie me ha señalado todavía una sola ventaja”, sentencia Smith.

No hay banda (inglesa). Foto: Christian Bertrand
No hay banda (inglesa). Foto: Christian Bertrand

La “mayor claridad” parece ser una demanda unánime. El proceso para tramitar los visados es tortuoso, pues requiere una presencialidad no siempre compatible con la vida en gira. Preguntados por la cuestión, el Ministerio de Cultura y Deporte explica que “no hay una absoluta equivalencia entre las leyes migratorias de España y las del Reino Unido y, por ello, no siempre es posible aplicar medidas equivalentes”. Este es el motivo al que aluden para no aplicar el principio de reciprocidad. Aun así, las fuentes ministeriales consultadas insisten en que el régimen español “es bastante favorable, en tanto que no se exige autorización de trabajo y que el procedimiento para obtener el visado es bastante ágil y se aplica una tasa razonable”. En cuanto al coste, la cantidad de 80€ a la que hacen referencia dista mucho de los más de 250€ que mencionan otros implicados. Una discrepancia que se explica, seguramente, en la omisión de cualquier referencia a los gastos administrativos que encarecen realmente el tortuoso proceso para validar toda la documentación necesaria para trabajar y actuar en España, reflejado en primera persona por el pianista Joseph Middleton en este artículo aparecido en ‘The Guardian’ a principios de año. 

Mientras tanto, la labor de promotores y programadores culturales se hace todavía más cuesta arriba. David Pedrouzo, que regenta la sala Torgal de Ourense, reconocida por su infatigable labor en la promoción del talento joven, señala el desequilibrio entre el importe de los trámites burocráticos y los cachés que perciben los artistas como el principal problema. “No podemos asumir ese sobrecoste, porque al final con las bandas que traemos aquí hacemos de prescriptores. Por tanto, alrededor de ellas hay una nube de incertidumbre al respecto de cómo van a salir en términos económicos. Los visados hacen que dejen de ser una opción a valorar para pasar a ser algo completamente ruinoso que ya ni siquiera te planteas”. Preocupado por la progresión y el desarrollo artístico de músicos en los primeros estadios de su carrera, pide a los grandes nombres que den un paso al frente para romper ese temido techo de cristal: “Es clave que los que ahora pueden afrontar esos gastos ayuden y se traigan a las bandas pequeñas consigo”.

Alineado con lo que apuntaba Emma Banks, Pedrouzo sostiene que “necesitamos que vengan. La música de Reino Unido está viviendo un momento muy dulce. Como programador, todo lo que me llama la atención en el último año y medio viene de allí. No podemos quedarnos fuera de eso; nuestros eventos, nuestras salas y el público no pueden quedarse fuera”. La solución, insiste, pasa por que ambos gobiernos lleguen a un acuerdo. “Tienen que hablar para dar facilidades y que esté regulado de tal manera que a las bandas pequeñas y medianas no les afecte”, concluye. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados