A principios del pasado octubre, Jolie Holland publicó “Haunted Mountain” (Cinquefoil, 2023), su último disco hasta la fecha. Mes y medio antes, a finales de agosto, otro trabajo con el mismo título había visto la luz, el de Buck Meek, conocido, además de por su carrera en solitario, por su papel de guitarrista en Big Thief. Ambos álbumes incluían la misma canción, llamada igual, y compuesta en su mayor parte por Holland. Quizá otra artista más quisquillosa se habría enfadado, pretextando que Meek le había pisado la canción y el título del disco. No fue la reacción de la cantante y compositora de Houston, Texas, quien llegó a un acuerdo con su paisano Meek.
“Él tenía varios títulos en mente mientras grababa su disco”, explica Holland desde Vermont, “pero la gente de su entorno, de su banda, lo llamaba ‘Haunted Mountain’. Entonces dijo: ‘¡Vale, me rindo, lo llamaré así!’. Me telefoneó para pedirme permiso, porque yo llevaba dos o tres años tocando esa canción, antes de que él añadiera el último verso”. Como revelan los créditos del disco de Holland, ella compuso el 85% del tema y Meek el 15% restante. Meek aclaró que, en caso de que ella quisiera usar el título, él desistiría. Holland respondió que, de hecho, pensaba hacerlo. “Lo hablamos un momento y llegamos a la conclusión de que era algo muy gracioso, así que ambos terminamos bautizando igual nuestros respectivos discos”. Prueba de que alcanzaron un entendimiento amistoso es que Meek acabó no solo aportando unos versos a la canción, sino cantando a dúo con Holland “Highway 72”, otro de los nuevos temas de su amiga.
Basta escuchar “Haunted Mountain” –el de Jolie Holland– para entender el irresistible apego al título. Se trata de un disco oscuro y austero, que suena como tocado en una cabaña perdida en mitad de una montaña embrujada azotada por el viento; sus letras emergen insufladas de belleza brumosa, fantasmal. El áspero sonido es resultado de un trabajo a tres bandas: Holland coproduce el álbum con Adam Brisbin y Justin Veloso. “Nunca antes había hecho un disco como trío”, explica. “Y ha sido fantástico. En el estudio todo el mundo tenía mucho que aportar y ambos son músicos increíbles”. Veloso ya había colaborado con Holland en “Wine Dark Sea” (Anti, 2014) y en “Wildflowers Blues” (Cinquefoil, 2017), de Jolie Holland y Samantha Parton.
En la nueva música de Holland, como en la anterior, hay un medido equilibrio entre la búsqueda de bellas líneas melódicas y la experimentación. “Me encanta una buena melodía, porque la melodía es como la semilla de una canción, que luego puede existir en diferentes contextos. Hay un auge ahora de música pop que no enfatiza la melodía. Hay música pop que me gusta, pero otra trata las melodías como si fueran canciones infantiles, y puede haber algo poderoso en ello, pero yo prefiero poner energía en crear una que sea de verdad hermosa; en cómo sacarla de tu mente y luego llevarla a diferentes contextos”. Admite que los músicos que tocan con ella “obtienen vía libre” de su parte para desarrollar su creatividad. “Brisbin y Veloso tienen una visión muy clara de lo que quiero dejar fuera del camino para que la canción salga, pero todos los músicos con los que trabajo poseen ese lado experimental, por lo que siempre va a existir esa frescura y ese desempeño en el estudio. Es gente maravillosa”.
Describe su nuevo proyecto como “música de protesta abierta, es decir, música de protesta que lleva a un diálogo”. Cita como antecedentes temas como “You Can’t Blame The Youth”, de Peter Tosh, o “Better Change Your Mind”, de William Onyeabor. “Son canciones de protesta increíbles, ya que son discursivas e invitan a la conversación. De ahí viene la idea de hacer música de protesta discursiva, la cual veo distinta a la música de protesta del punk, que es todo el rato ‘tú, tú, tú’. Crecí escuchando punk, y pensaba ‘oh, esta gente está gritando por algo’, pero me daba la sensación de que su mensaje no llegaba más que a la gente que estaba viendo el concierto”.
¿Por qué protesta Jolie Holland? El discurso de género ocupa lugar destacado en sus letras. “Won’t Find Me” encierra un mensaje de huida hacia la libertad: “Me fui temprano por la mañana, alrededor de las tres y media. Salí corriendo con tu chaqueta mientras dormías. Cuando te despiertes, no me encontrarás. Hace mucho que me fui”. En “Orange Blossoms” espeta: “Cada alma en este globo giratorio está cautiva en este concurso de medición de pollas”. A la composición de “Feet On The Ground” (“Hey, hombre, ¿por qué no me escuchas? Escúchame cuando canto, escúchame cuando lloro, escúchame cuando hablo, escúchame cuando suspiro”) le dedicó meses.
“A veces me paso mucho tiempo dando vueltas a una idea, tratando de desarrollar un concepto”, apunta. “Ese tema ha sido un reto en términos de concepto, porque estaba tratando de escribir música de baile antipatriarcal, lo que es un concepto bastante diferente de por sí. Obviamente, hay artistas que hacen música de baile antipatriarcal, como Pussy Riot, Le Tigre, ANOHNI, pero abordar esa música era algo nuevo para mí, como lo es el hecho de denominarla así. Es un tema extremadamente conceptual y me llevó meses escribir la letra. Debía resolver la idea de ‘¿esto qué significa?’”.
Otro de los temas, “One Of You”, inspirado en un libro de Jerzy Kosnski, lo acabó en quince minutos. “No tenía pensado escribir nada así, pero simplemente se me ocurrió, la grabé y la terminé”, describe. La espectral canción que da título al disco surgió de forma espontánea improvisando con los músicos. “Colecciono historias de fantasmas”, señala. “Conozco de primera mano cientos de ellas, pero también he leído mucho a lo largo de mi vida. Hay muchas referencias literarias en mi trabajo”.
Antes de publicar su disco de debut en estudio, “Catalpa” (Autoeditado, 2002) –ya había autoeditado una grabación en directo, “Jolie Holland & Quiet Orkestra Live” (Autoeditado, 2002)–, Jolie Holland residió en varios estados de su país hasta cruzar la frontera con Canadá y establecerse una temporada en Vancouver, donde formó The Be Good Tanyas. Abandonó la formación, sin embargo, antes de que publicasen su primer álbum. Desde entonces, Holland ha presentado ocho discos, todos en el sello Anti excepto los dos últimos (el ya citado “Wildflower Blues”, junto a Samantha Parton, excompañera en The Be Good Tanyas, y “Haunted Mountain”), que han visto la luz bajo la señera Cinquefoil Records, creada en 2017 por Holland.
Es, por tanto, una artista totalmente independiente. Recurre al crowdfunding –a través de la plataforma Patreon– para financiar las grabaciones. Los fans pueden colaborar hasta con 97 dólares al mes, a cambio de los cuales la artista ofrece una recompensa a elegir entre media hora de charla telefónica sobre cualquier tema, 45 minutos de taller de composición, algún texto manuscrito de su puño y letra, una conexión por FaceTime a la luz de las velas para contar historias de fantasmas o cualquier producto de merchandising. A sus trescientos suscriptores les envía una nueva canción cada lunes.
“Soy una proletaria de la música”, dice. “Hay muchos artistas que no tienen ese origen de clase trabajadora”, afirma. “Taylor Swift nació en el seno de una familia muy rica; nadie quería ficharla cuando era adolescente, así que su padre compró el 51% de un sello. Es una gran artista, ha hecho cosas increíbles para otros artistas, admiro su postura militante contra Spotify, pero me gusta que la gente reflexione sobre la economía de las artes. He visto a personas dar un millón de dólares a una banda con recursos familiares, y la banda no ha llegado a ninguna parte. El tener dinero no garantiza el éxito; pero definitivamente ayuda”. Concede que siente la responsabilidad de dar la talla ante esos seguidores que dan dinero para que ella pueda grabar música. “Pero no puedes dejar que los fans te digan qué debes hacer. No es ese tipo de relación”, aclara.