La realidad y el deseo. Foto: Òscar Giralt
La realidad y el deseo. Foto: Òscar Giralt

Concierto

Marianne Faithfull: más brisa agradable que vendaval tormentoso

Marianne Faithfull pasó el 3 de julio de 2005 por el Teatre Grec de Barcelona para recuperar sensaciones personales ajenas al mundo Weill: repaso a su larga trayectoria más un disco digno, “Before The Poison”, y una banda interesante. La cosa prometía.

Ver a Marianne Faithfull poniéndose en la piel de los personajes de Bertolt Brecht y Kurt Weill estaba muy bien, pero ya tocaba una visita de la dama en condiciones, con banda y dispuesta a rastrear sus catatónicas cuatro décadas de trayectoria (interrumpidas, ejem, por algunos años tontos que nos abstendremos de evocar en esta ocasión). La cosa prometía: un disco digno, “Before The Poison” (sobre todo, por las canciones de Nick Cave), y una banda muy presentable, con el viejo compinche Barry Reynolds (guitarra) y el bajo de Fernando Saunders (habitual de Lou Reed). Pero todo ello no llegó a cuajar, a hacer del concierto el deseable manifiesto de radiante madurez. La banda tenía aptitudes técnicas, pero no logró construir el sonido idóneo para Faithfull, y esta actuó con maneras un tanto desdibujadas, con un atuendo diseñado por su peor enemigo, prestaciones vocales irregulares y una actitud escénica demasiado informal.

Pese a ello, sería injusto pasar por alto algunos momentos de intensidad, sobre todo a partir del ecuador del concierto, cuando “Times Square” afinó la puntería y recordó a la Faithfull que remontaba el vuelo a principios de los ochenta. “Working Class Hero” y sobre todo “Guilt” desprendieron algo de su esplendor torturado, y “Strange Weather” creó, vía Tom Waits, un inquietante momento de desamparo. En “As Tears Go By” hubo un poco más de rutina vocal, algo compensada con el consiguiente viaje a “Sister Morphine”, otra reliquia de sus años stonianos. Todo ello convivió con el relato abismal de “The Ballad Of Lucy Jordan” y algunas canciones prescindibles, como “Falling From Grace” y la pomposa “Incarceration Of A Flower Child”, de Roger Waters. Lo mejor, al final: el must de “Crazy Love”, de Nick Cave, que justificó el concierto, y un bis con “Broken English” en angulosa reconstrucción con clímax catártico final. En fin, algo es algo. ∎

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