Durante toda mi conversación con MIKE van apareciendo terceras personas, nombres que en un momento u otro sirven para dar sentido a su trabajo, para contextualizarlo. Que explican, incluso, su personalidad artística. Es curioso, cuando menos: cualquiera que se fije en él sin un poco de preparación podría pensar que su música es esencialmente introspectiva y que no es amigo de mezclarse ni de diluirse en otros sonidos. Nada más lejos de la realidad. Michael Jordan Bonema es amigo y admirador de sus amigos, y cree fervientemente en el poder de la colectividad. Lo entendió tras mudarse con su tío a Brooklyn, en torno a 2012-2013. “Todo estaba pasando en apenas un par de bloques y yo era muy joven, y poco a poco me fui dando cuenta de que sucedía algo: los artistas se conocían en el instituto, quedaban ‘online’ para hacer música… y yo fui encontrando mi lugar dentro de todo aquello”, cuenta.
En aquellos años formó junto a sus colegas Adé Hakim, aJodi.10k, Darryl Johnson, King Carter y Mason Dreiling el colectivo sLUms. Todo iba de eso, de hacer música con los colegas, pero también de perseguir un sueño a base de trabajo duro. “Se lo decía a un colega ayer: es increíble estar rodeado de gente que piensa como tú, que quiere lo mismo que tú en la vida y que además tiene grandes planes para su futuro, que intenta hacer cosas locas… y que sea la amistad lo que lo refuerce todo, todos esos vínculos que trascienden hasta lo profesional y lo puramente artístico. Me parece precioso verlos crecer y sentir que crecemos juntos en esto”. En absoluto eran conscientes de que estaban formando parte de una generación que iba a cambiar el latido del hip hop en uno de sus epicentros, la ciudad de Nueva York, pero sí sabían que sus lazos merecían la pena. “Incluso si no me hubiera dedicado a la música les habría seguido, hubiera querido estar cerca de ellos, empaparme de ellos…”, confiesa. Ser el que hace las fotos o rueda cortes para un futuro documental. Formar parte de algo siempre fue el objetivo superior, y no hay duda de que son estas cosas las que construyen escena.
Han pasado más de diez años desde los tiempos de sLUms, y es ahora cuando “su mierda”, dice, está empezando a cuajar. “He hablado de esto bastante el último año. Llevo haciendo esto mucho tiempo ya y realmente no he empezado a ver una repercusión o una verdadera estabilidad hasta el año pasado”. Pero ha creído siempre en sí mismo y en que en eso estaba la clave del éxito. “Sobre todo en que esta mierda solo iba a funcionar si permanecía fiel a mis convicciones en cuanto a lo que es la música”, dice. “Creo que lo más importante es aceptar realmente el hecho de que esto es lo que quieres de tu vida, que quieres que tu vida sea así”.
A partir del confinamiento, su música empezó a llamar la atención más allá de los circuitos más alternativos y underground, en parte acompañando a una revitalización del rap más canónico en brazos de subversores contemporáneos como The Alchemist, Earl Sweatshirt, billy woods o todo el círculo de Griselda. “La primera cosa que recuerdo como un test ya de lo que se podía avecinar fue el concierto del Governor’s Ball, un festival muy grande aquí en Nueva York. Vinieron mis sobrinas y se lo pasaron genial, y me reafirmó en la idea de que yo era capaz de hacer eso, de abrir un espacio para que las personas a las que quiero pudieran disfrutar. Una experiencia como esa para mí es todo un lujo. Justo después de eso abrí mi Instagram y me encontré con todo tipo de mierda. Loco”.
Todo el camino recorrido hasta su más reciente “Burning Desire” (10k, 2023) cuenta una historia de autenticidad, descubrimiento, convicción, experimentación y aprendizaje. En todos los sentidos, desde lo personal hasta lo creativo. “MAY GOD BLESS YOUR HUSTLE” (10k, 2017), por ejemplo, reflexiona sobre la ansiedad, sus problemas para socializar o la depresión sufrida en su adolescencia. “tears of joy” (10k, 2019) y “weight of the world” (10k, 2020) lidian con el dolor causado por la muerte de su madre. Y entre tanta confusión siempre se atisban destellos de luz. “Creo que lo más importante es la capacidad para entender las cosas desde el punto de vista del agradecimiento. Casi todo en la vida sucede por algo, y es importante no dejar nunca de agradecer todo lo bueno que nos sucede y a lo que muchas veces no prestamos atención; tendemos a darle mucha más importancia a lo malo”, reflexiona. Pero también insiste en la paciencia: ha aprendido a practicarla con respeto a sí mismo y encontrando el equilibrio con la necesidad de empujar hacia delante porque “la vida continúa”. “A veces se nos olvida que una de las relaciones más importantes que tenemos, si no la que más, es con nosotros mismos, y que de ahí vienen muchas de las cosas que definen la forma en la que nos relacionamos con el mundo y con los demás”. Quizá esa sea la clave, después de todo. Para encontrarse con los demás, ha sido fundamental encontrarse a sí mismo.
Me lo dice desde su habitación, sin camiseta y liándose un porro, y yo me permito el lujo de hacer lo mismo. Levanta el portátil: “Esta es mi cama… y este es mi estudio”, dice señalando a los extremos de su dormitorio. “Me gusta aprender de mi música, vivir en cierto modo en ella. Eso me permite tomar mis propias decisiones, e incluso si cometo errores serán mis propios errores, significarán algo y me permitirán aprender y seguir formando parte de ese proceso. Creo que esa capacidad te la da sobre todo un espacio tan íntimo y personal como es tu cuarto, ¿sabes? Me gusta esa idea de mantenerlo todo en el mismo lugar, de no descentralizar el proceso creativo”. Del dormitorio al mundo, dándole todo el sentido a la música de un artista que empezó a cobrar relevancia con la explosión del bedroom pop, que se ha declarado fan de King Krule y de Amen Dunes y que hace algo que bien podríamos denominar como bedroom rap. Pocos artistas convierten la etiqueta en algo tan significativo.
Su proceso, que siempre parte de un primer verso potente desde el que empieza a elaborar, pasó por la revisión constante, y eso ha logrado que su idea del hip hop se expanda cada vez más. “Piénsalo: el verdadero espíritu del hip hop es el ‘remix’. Todo es un ‘remix’. Y creo que cuanto más cómodo estás en esa convicción mejores ideas eres capaz de poner sobre la mesa. Al final el hip hop carece de unas bases fundacionales, como otros tipos de arte más físico, y esa idea de la mezcla es fundamental para romper las barreras que ha habido siempre con la alta cultura”. Y aunque siempre ha pensado que la instrumentación real “hace que el rap suene un poco cursi”, en “Burning Desire” es la primera vez que la ha utilizado: “Siempre he intentado que haya una intención real detrás de mi música, y en este caso sentía que la canción necesitaba eso, necesitaba sentirse orgánica, viva, con instrumentos en directo, tocados en el estudio, más allá de lo que a mí me guste o no me guste. Ese chico, Venna, estuvo increíble ahí. Y lo de Liv.e es de otro planeta”.
Una de sus máximas es que “de todo se aprende”. Incluso de la música comercial. “A mí me gusta defender un hip hop consciente, real, y no puedo mantener esa necesidad constante de cambiarse de traje y de personalidad que se exige desde el ‘mainstream’. Pero me gusta dar a todos los artistas el beneficio de la duda… y especialmente en un género bastardo como es el hip hop, donde todo forma parte de un ciclo. Creo que siempre suele haber un contacto con la cultura”. Al final, para él, es un tema de jugar o no el juego de la industria. “Yo también me lo planteo en mí música, ¿eh? Y si lo haces yo no voy a ser quien te juzgue: ve a hacer dinero, yo estoy intentando hacer dinero también. He tenido ansiedad y he sido muy duro juzgándome y entiendo que eso puede hacer que sientas la necesidad de validarte ante el mundo, ¿sabes? Siempre que seas consciente de ello y, luego, cuando las cosas vayan bien, seas capaz de devolverle al arte, al mundo creativo y a todo el tejido underground lo que te ha dado. Si piensas en alguien como Kanye West, por ejemplo, no puede ser más ‘mainstream’, ¿no? Pero escucha la música y olvídate de lo demás. Es experimental, es una locura. Y puedo ir a un bolo underground y no entender absolutamente nada, no conectar. O sea, que creo que al final lo importante es ver a los artistas simplemente como personas que hacen música, más allá de nombres o una identidad, y tratar de aprender de ello”.
“Me gusta que mis proyectos tengan un punto de partida y siempre empiezo todos los discos desde una especie de ‘moodboard’, recopilando todas las referencias e influencias que le dan sentido. Siempre tengo eso claro antes de ponerme a escribir”, dice MIKE. Para “Burning Desire”, todo empezó cuando se dio cuenta de que su cumpleaños caía en viernes 13. “Se me ocurrió conceptualizarlo todo con ese punto terrorífico, rollo Freddy contra Jason, el rollo de la máscara, toda esa movida Michael Myers… Y dije: ‘Joder, yo también me llamo Mike’”. El título llegó por casualidad: “Tenía este tema que usaba el ‘sample’ del ‘GTA: San Andreas’ –recuerda– y después me enteré de que estaba en una misión que se llamaba así, ‘Burning Desire’. Supongo que fue muy especial para mí y supe que iba a ser el título de la canción, y también del disco: descubrí el juego por mi primo Saddiq cuando tenía 8 años y me enamoró desde el primer momento, pero siendo tan pequeño no tenía ni idea de cómo seguir las misiones, solo deambulaba con el coche y la liaba de vez en cuando”. ∎