Lourdes Hernández recibe sonriente a Rockdelux en el cuartel general que su sello tiene en el centro de Madrid. Nos advierte ya de entrada: habla por los codos. Nada que reprochar al respecto. Han pasado muchos años desde que Russian Red dejara su anterior rastro de carmín discográfico y apetece que nos cuente qué la ha traído hasta aquí. A bote pronto, podría decirse que han sido las ocho canciones de “Volverme a enamorar” (Sonido Muchacho, 2024), pero detrás de las mismas hay un proceso vital complejo, muchas páginas de biografía y cierta sensación de purga.
Hernández, que ahora tiene 38 años, protagonizó un inesperado fenómeno de popularidad tras la publicación de su debut, la deliciosa colección de canciones folk “I Love Your Glasses” (Eureka, 2008). Fue cabeza de cartel, hizo anuncios, salió en portadas y en el prime time catódico, vendió miles de discos y publicó dos álbumes más ya en territorio pop y con presupuesto multinacional, “Fuerteventura” (Sony, 2011) y “Agent Cooper” (Sony, 2014).
Hace diez años, en Seattle, dejó sin terminar el concierto que ofrecía y se refugió en su casa de Los Ángeles junto a su marido, poniendo en marcha otros proyectos laborales. En 2017 autoeditó la colección de versiones ochenteras “Karaoke” e incluso planificó varios conciertos, pero no tardó mucho en volverse a esfumar. Aquella primera etapa en el mundo de la música, con la veintena recién estrenada, fue un tiempo de éxito y reconocimiento, pero también de sobrexposición pública y algún juicio sumario online. Cuando decidió dejar el sello independiente que publicó su primer disco –junio de 2009– lo hizo dejando claro que a ella las cuentas no le salían y que se sentía engañada. Más sonadas fueron sus declaraciones a la revista ‘Marie Claire’ –junio de 2011– en las que afirmaba que su querencia política apuntaba a la derecha antes que a la izquierda. O aquella polémica en X –septiembre de 2012– a propósito de un confuso tuit en el que muchos vieron una irresponsable apología de la delgadez y que la llevó a abandonar dicha red social.
El caso es que aquí está de nuevo, diversificando su actividad –protagonizó la película “Ramona” (Andrea Bagney, 2022) e interpreta un papel de tono humorístico en la serie de Netflix “Un cuento perfecto” (Marina Pérez y Chloé Wallace, 2023)– y lidiando con ciertas contradicciones: “Hay una parte de mí que sí quería un ‘break’, pero otra parte de mí sí decía ‘¿dónde están mis focos?’ (ríe). Una parte de mí decía ‘esto es lo que tú haces, tienes el foco por algo’”, reconoce.
El disco empieza con una pregunta: “¿Qué me pasa?”. ¿Se refiere solo al proceso de creación del disco o a los años que has estado lejos del universo musical?
Es una pregunta muy buena porque algo siempre nos pasa, pero no le damos importancia. De hecho, creo que la producción artística en general sale de esa pregunta. Qué me pasa y qué investigación puedo hacer, y si puedes transformar esa investigación en un disco, una peli, un libro, lo que sea, cualquier manifestación artística, un cuadro… Creo que surge un poco de ahí, la verdad es que no lo había pensado nunca. Te lo estoy diciendo como si tuviera el discurso superelaborado, pero me lo estoy inventando. Hay tres canciones en el disco, la primera, la quinta y la octava (se refiere a “Me gustan todos los chicos”, “Una fresca” y “Yo me lo invento”), que son el hilo conductor. Las cinco canciones core son el resto y esas tres canciones las he robado armónicamente de las otras y he hecho canciones sin estructura para presentar un poco el personaje y el ethos de la cantante que hay en este disco y de toda esa búsqueda del enamoramiento, de ese “un momento, ¿qué pasa, esto se puede?...”.
¿Tienes ya alguna respuesta a esa pregunta primera?
Sí, sí, de hecho esa pregunta me la he hecho al final. Esa canción fue una de las últimas en componerse. Una vez compuestas esas cinco canciones primeras dije “ah, aquí hay un disco”, porque entendí lo que me pasaba. Esa pregunta está hecha a posteriori, con conciencia del proceso.
¿Y qué te pasaba?
Pues que me quería enamorar otra vez y no sabría si podría.
Ajá…
(pausa)… Si estaba bien eso de enamorarse otra vez estando en una relación… Es una investigación sobre eso…
Enamorarse estando en una relación, dices. ¿Te refieres a enamorarse de otra cosa?
De lo que sea, sí…
Lo más lógico es pensar en si podrías volver a enamorarte del que había sido tu trabajo durante tantos años, de la música…
Es que, por ende, me he enamorado de muchas cosas. Al abrir esa puerta yo me he vuelto a enamorar sobre todo de mí misma. Bueno, vuelto a enamorar de mí misma, no, me he enamorado de mí misma por primera vez, vaya. Y esto ha sido parte fundamental de poder volver a la música, pero también de poder entrar a procesos creativos basados en la confianza que tengo en mí, algo que no había tenido anteriormente. No sé, siento que el enamoramiento y tener esa disponibilidad hacia el mundo y la vida es importante a la hora de, sí, tener procesos creativos.
Hablamos de recuperar la autoestima.
Totalmente. Bueno, de recuperarla no, de ganarla. Siento que el enamoramiento es un espejismo. El enamoramiento es una cosa y luego está el amor. Son cosas diferentes. Puede dar lugar al amor o puede no tener nada que ver con el amor porque la otra persona a lo mejor ni sabe que estás enamorada. Hay mucho de espejismo, de buscar algo en ti que ves en la persona que te refleja, mucho de autoaprendizaje. Es una cosa egoísta. Quiero enamorarme, quiero sentir estas cosas. Me parece que es muy valioso ese proceso, me parece que te conecta, que te entran ganas de la vida.
Llevamos tres minutos hablando y ya hemos abordado asuntos delicados como la falta de autoestima o la búsqueda de estabilidad emocional.
Sí, son muy delicados. Pero llevo así toda la mañana, me he dado cuenta de que vengo con mi mensaje y que le he perdido el pudor, la verdad.
El disco es corto, unos veinte minutos, con varias canciones que duran menos de dos. ¿Es voluntario o es lo que te fuiste encontrando?
Es con lo que me he ido encontrando. Es difícil para mí darte una repuesta mental sobre cosas que van apareciendo y que voy respetando, dándoles una forma estética y navegándolas. Pero sí que es verdad que hay canciones más cortas, que son las transiciones, un poco lo que hablaba antes de cuando entendí que había un disco y solo eran cinco canciones. Para mí había un mensaje, un material, e hice las otras tres un poco como guía de lo que le pasa a la cantante Russian Red. Está subidito el volumen en las letras, precisamente porque me doy el permiso de hacerlo a través de la cantante porque realmente no siento que soy una loca sin alivio, pero hay una parte de mí que sí, y le puedo dar rienda suelta a través de la cantante. Es una cosa que antes no había hecho, para mí antes no había una distinción entre Lourdes y Russian Red. Ahora sí, porque a Russian Red le puedo subir mucho el volumen y encima como también soy actriz me lo puedo llevar a un sitio de un personaje como enajenado, optimista, y a través de eso puedo contar un mensaje y que cale más que si fuera una persona mitad racional, mitad romántica… No, voy total a la romántica trágica perdida. Me parece interesante poder abordar la música desde este lugar nuevo.
Te permite hacer más cosas que antes.
Y me permite estar mucho más libre en el proceso, con más confianza en mí misma. Sé donde estoy parada, siento que la gente también lo entiende mejor.
Se entiende todo, sí, es un disco transparente.
Sí. Hay una pérdida de pudor, de miedo a lo que se está abordando.
Pasan muchas cosas en el disco, aunque sea corto es muy variado.
Es verdad. Sí, el concierto va a tener un primer acto, que es el disco este entero de principio a fin y en el orden en que viene. Hay toda una teatralización, lo que llamo un “acto psicomágico”, desde el principio, desde ese “¿qué me pasa?” que comentabas antes, que me ha encantado que empezaras por ahí, hasta el “yo me lo invento”. Creo que romantizar la realidad tiene que ver con fantasear con la realidad, crear tu versión de la realidad, y eso es un salvavidas increíble. Y creo que llevo haciendo eso desde pequeña y que mi conexión con la música tiene que ver con eso, pero ahora está totalmente reconocida. Para mí es un disco muy importante porque aquí me reconozco, reconozco mi necesidad de seguir fantaseando de por vida. Es una cosa de mi identidad bastante fuerte que no sabía cómo integrar en mi vida.
En este álbum hay un elemento nuevo muy atractivo, el sentido del humor. Y está en todas las canciones. ¿Antes te cortabas más o es que no tenías la suficiente seguridad para soltarte?
Creo que sí, que no había conocido esa parte de mí mucho más lúdica y más irónica. Realmente siento que no la había conocido todavía. Pienso que soy una persona nueva, totalmente diferente. Soy quien soy hoy gracias a mi pareja. Esto es una cosa muy real y muy bonita. El sentido del humor es algo con lo que he conectado a través de él. Real. Cuando estás con una persona que tiene unas determinadas cualidades, se te pegan, y mi chico es una persona absolutamente carismática, con un sentido del humor increíble, con una finura… A mí se me ha despertado eso, robo mucho de él, a veces me veo haciendo comentarios muy propios de él. Esto me gusta mucho porque ya vive en mí y eso me encanta. El tema del sentido del humor es algo totalmente nuevo en mí como persona y en mis discos y lo que voy haciendo, incluso en mis personajes. Hice un personaje para una serie de Netflix que tenía muchísima comedia y yo eso no lo había hecho en mi vida. Una ligereza nueva.
Enamorarse si no hay sentido del humor a la vista es complicado, ¿no?
A mí me lo parece. Es muy importante. El sentido del humor es una de las cualidades más atractivas, que te hagan reír. La gente que se sabe reír de sí misma me parece lo más sexi que hay.
Creo que el disco va poco con estos tiempos en los que todo es bastante explícito. Aquí hay algo más pícaro, más sugestivo. Se dicen cosas subidas de tono, pero un poco a la antigua usanza.
Sí, entiendo lo que dices y creo que es parte de la ironía. Ahora se lleva mucho ese lenguaje más fresco y directo, se le ha perdido el miedo a todo eso y creo que tiene que ver con todo lo urbano en la música, que no es mi código ahora mismo, aunque no lo descarto. Hablar de ser una fresca en lugar de utilizar la palabra “zorra”, que ahora está en boca de todos por la canción de Eurovisión, sí que es a conciencia. Porque podría poder decir en ese tono sugestivo y suave que soy una zorra, y sonaría completamente diferente, pero pienso en cómo mi abuela hablaba de las cosas y me sale hacerle un homenaje. Pero no porque sea demasiado pudorosa, sino porque me hace gracia eso, en plan cuplé. No hay cuplé ni nada de chotis, pero siendo muy de Madrid y teniendo familia madrileña y muy castiza sí que hay momentitos que sí que son un poquito así. Hay un piano en “Yo me lo invento” que es un poquito cupletista, que es un piano robado de una arreglo de “Intelectual sexual”.
Estamos hablando de que todo es diferente, que suena distinto. He venido aquí escuchando “I Love Your Glasses” y tu voz llega desde una parte completamente diferente ahora.
Totalmente, me ha cambiado la voz físicamente y aparte es que canto desde otro sitio distinto. Es voluntad de estilo, pero ya no tengo el registro de antes, y tampoco me sale explorar aquel registro. Parte de mi vuelta tiene que ver con haber explorado otro registro y gustarme en él.
¿Buscaste esa nueva voz o te encontraste con ella?
Me la encuentro, me sale. Sí, no hay una búsqueda racional. Ahora tengo curiosidad y duda por cómo voy a afrontar el repertorio antiguo en los conciertos. Siento que me ha cambiado la voz y que no voy a poder reproducir las canciones; “Cigarettes” la voy a tener que bajar de tono, ¿entiendes? Tengo curiosidad.
Las canciones de antaño van a seguir estando ahí y les tienes el cariño debido, ¿no?
Les tengo un montón de cariño y me da curiosidad y un poco de vértigo ver desde qué sitio las canto. He hecho una elección de mis canciones favoritas de esos tres discos más “Karaoke” y a ver qué tal me quedan.
Has estado muchos años en Los Ángeles. ¿Es porque te gusta estar allí?
Me gusta, pero no todo el rato. He estado sobre todo porque encontré mi pareja allí y aposté por eso muy fuerte. Y en ese momento había que quedarse allí para apostar por la pareja. Me he dedicado a otras cosas, he sido la CEO de un espacio de eventos, un negocio que teníamos mi pareja y yo. Me he dedicado al diseño de interiores, que me encanta. Me he dedicado a colaborar con compañías de danza, haciéndoles música en directo, cosas de actriz y tal… Allí he estado investigando muchas cosas, y luego he venido aquí a recuperar mi carrera, porque es aquí donde está. Yo en Estados Unidos no tengo ningún tipo de carrera artística.
Ahora que te acercas a los 40, que tienes perspectiva y que has vivido tantas cosas distintas, ¿entiendes mejor el fenómeno que protagonizaste?
Creo que sí (se ríe). Siento que toda la controversia y todo el misterio juegan a mi favor ahora mismo. No le tengo miedo a nada de eso, es parte del personaje, de la historia que se contará de mí en dos minutos cuando ya no viva, y que todo eso contribuye al aprendizaje vital y a la liberación, en la medida de lo posible, que me permite vivir la vida al máximo. Con mucha responsabilidad emocional, sí, no soy tan kamikaze, pero he venido a la vida para vivirla, con meteduras de pata incluidas.
¿A través de unas pocas canciones, se puede expresar la reconciliación con una misma?
Sí, totalmente, al final el disco es la materialización de todo esto desde ese lugar puramente artístico y musical, que para mí es lo más difícil de todo. Intelectualizar tu proceso es una cosa que a base de pensarlo mucho puedes hacer, pero pensando mucho no te sale un disco de verdad. De verdad, de verdad… ∎
El trabajo que Lourdes Hernández realizó en la película “Ramona” ha sido muy importante a la hora de abordar este nuevo álbum desde el punto de vista interpretativo. Ella habla de un aha moment, de un instante de revelación que ha iluminado sus pasos desde entonces, durante el proceso de creación de su nuevo disco y hasta la fecha. “Me generó muchísima apertura y me devolvió a mi yo artista, pero renovada, con una capacidad de hacer algo nuevo y de entrar en la realidad como si verdaderamente fuera una ficción”, explica con un extra de entusiasmo. “Durante el rodaje íbamos cubriendo las escenas, las íbamos rodando y tachándolas del guion, y a mí me daba pena… No quería que se acabara. Estaba disfrutando muchísimo y no podía creer lo bonito que era rodar, encima en cine. Había una coreografía de la vida y la ficción, que se juntaban cuando se daba el ‘¡acción!’… Me parecía una fantasía, me cambió la forma de entrar a las escenas de la vida, ir tachando escenas de mi guion vital, reconocerme en los personajes… Vamos, fue un ‘aha moment’, fue un renacimiento total”, afirma.
Aquel fogonazo de lucidez no solo impulsó la gestación de las canciones de “Volverme a enamorar”. Hay más planes en cartera: “Gracias a eso está este disco y otro que no he publicado que se ha convertido en una película y que está siguiendo su propio camino para que se haga en algún momento. Todo lo que hago a nivel artístico y todo en lo que me puedo proyectar radica en este momento vital en que vuelvo a Madrid y protagonizo una película. Eso sí que fue un acto psicomágico en toda regla, porque lo que más me habló de esa película es que era una especie de vida paralela que habría tenido si nunca hubiera sido Russian Red. No porque todas las cosas del guion fueran como mi vida, pero sí que había un paralelismo de ‘y si yo nunca hubiera caído en un contexto de acabar siendo esto, ¿sería una chica un poco sin rumbo que no puede canalizar su capacidad artística, que está de niñera y en una relación con una especie de padre y que de repente hace una película y le viene grande la movida?’. Me parecía que perfectamente podría haber sido así. Siento que hacer ese trabajo me trajo mucho de vuelta el personaje que realmente soy. Hay una parte de mí muy frustrada durante mucho tiempo, pos Russian Red. Ha habido una frustración ‘heavy’, yo no podía poner el dedo en ello, era inexplicable y encima sentía una culpa tremenda por la frustración. Sí. Para mí este disco es como ‘venga, a quitarme eso’”. ∎