En las redes del dream pop. Foto: Philippe Mazzoni
En las redes del dream pop. Foto: Philippe Mazzoni

Entrevista

Trentemøller: “Suena a tópico, pero para mí hacer música es como una terapia”

Anders Trentemøller comenzó en agosto, en la ciudad croata de Šibenik, la gira europea de presentación de su séptimo álbum, “Dreamweaver”. Se trata de un disco en el que se mezclan la psicodelia y el dream pop que descubrió a través de sus adorados Cocteau Twins. El tour llega este mes de noviembre a España y pasará por Barcelona (11) y Madrid (12).

Conversar con el compositor y productor danés Anders Trentemøller (Vordingborg, 1972) es una delicia, aunque sea a través de la desangelada imagen que ofrece una videoconferencia. Su cercanía y la confianza que transmite hizo que la charla fluyera agradablemente tres días antes de la publicación de “Dreamweaver” (In My Room, 2024), el séptimo álbum de Trentemøller, que presentará en directo la próxima semana en España: el lunes 11 en la sala Apolo de Barcelona y el martes 12 en La Riviera, en Madrid.

Hace ya tiempo que ha dejado de ser visto como un productor de música de baile –a esta faceta ha sumado su trabajo para artistas tan variados como David Lynch, A Place To Bury Strangers, Depeche Mode, Franz Ferdinand, Röyksopp, Low, The Drums, UNKLE, The Raveonettes, Moby o los mismísimos Pet Shop Boys– y ha crecido el músico. Un músico, además, muy centrado en lo melódico.

“Dreamweavers”, clip dirigido por Jonas Bang.

A principios de los noventa tocabas en bandas de rock alternativo, pero cuando descubriste a Massive Attack, Tricky y Portishead todo cambió para ti. ¿Fue por la música en sí o por la fiesta y el ambiente de club?

Fue solo por la música, especialmente con Portishead, porque era muy diferente a todo lo que había por ahí. Yo tocaba en algunos grupos y nos gustaba mucho el britpop: Blur y Oasis, y también Pulp. Me encanta Jarvis Cocker. Pero cuando salió Portishead me gustó mucho, porque tenían esas melodías tan, tan buenas que le faltaban a algunos de los otros grupos de trip hop.

“Yo tocaba en algunos grupos y nos gustaba mucho el britpop: Blur y Oasis, y también Pulp. Me encanta Jarvis Cocker. Pero cuando salió Portishead me gustó mucho, porque tenían esas melodías tan, tan buenas que le faltaban a algunos de los otros grupos de trip hop”

Hace dos años y medio, cuando publicas “Memoria”, apuestas claramente por el dream pop y el shoegaze, con influencias de Cocteau Twins, una banda bastante anterior al britpop.

Ya soy un poco viejo: crecí con The Cure y The Smiths y, más tarde, en los noventa, me fijé en Slowdive, Cocteau Twins o Ride. Pero no es que cuando hice “Memoria” decidiera hacer algo más dream pop o shoegaze: fue algo que sucedió sin que yo lo pensara, una inspiración natural. Por supuesto me inspiré en ellos, pero también en Suicide y en muchos otros grupos. Lo que realmente me ha encantado siempre es ese gran sonido de reverberación angelical de la guitarra de Robin Guthrie, porque suena como mil ángeles cantando al mismo tiempo. Me gusta mucho cuando las guitarras no suenan como guitarras, sino como algo de otro mundo. Y eso es algo que intento hacer en mis propios sonidos de guitarra.

No sé si voy a hacerte una pregunta inconveniente: en el nuevo álbum la voz es de la islandesa Dísa Jakobs, pero en “Memoria” la voz era la de Lisbet Fritze, tu novia. ¿Ha pasado algo en tu relación con ella por lo que haya desaparecido de “Dreamweaver”?

No. Sigue siendo mi novia. “Memoria” lo grabé con Lisbet porque se hizo durante el COVID y lo fácil era hacerlo con ella porque vivimos juntos. Lisbet en realidad no es cantante: trabaja con un arquitecto danés muy famoso, Bjarke Ingels, así que no tenía posibilidad de salir de gira conmigo y por eso elegí a Dísa Jakobs.

Terapia con música. Foto: Sofie Nørregaard
Terapia con música. Foto: Sofie Nørregaard

Mis primeras impresiones me han sugerido continuidad entre “Memoria” y “Dreamweaver”. ¿Consideras que hay similitudes entre ambos?

Sí, es cierto. Esos elementos de dream pop y shoegaze están en ambos álbumes. Siempre me resulta difícil analizar mi propia música: cuando la escribo y la produzco intento no pensar en el último álbum, porque si me pongo demasiado intelectual pierdo toda la magia, así que me limito a hacer música y ver hacia dónde me lleva. De todas formas, cada álbum es, para mí, una continuación o una evolución del anterior. Como este álbum está bastante cerca del anterior puede ser más evidente la continuidad, porque normalmente tardo tres o cuatro años en hacer un nuevo disco. Y este salió solo un año y medio después del anterior.

Tengo la sensación de que tu música expresa mucho tu personalidad. ¿Eres ese tipo de personaje encantador y relajado que pareces ser por la música que haces?

Algunas personas me han dicho eso: “Sonríes; pareces un tipo feliz”. Y, definitivamente, lo soy. Pero también es cierto que la mejor forma de expresar mis sentimientos, desde que era pequeño, es la música. Me sentaba frente al piano vertical en casa de mis padres y tocaba lo que sonaba en la radio. O si me sentía solo o alguien me había acosado en el colegio, me iba a casa y me ponía a tocar al piano. Suena a tópico, pero para mí hacer música es como una terapia. Aún me pongo delante del piano sin intención de hacer canciones nuevas. Simplemente para despejarme. Es una forma estupenda de escapar del mundo y de morir: si no tuviera música creo que me volvería loco y cometería algún delito. La música es, para mí, una bendición.

“Crecí con The Cure y The Smiths y, más tarde, en los noventa, me fijé en Slowdive, Cocteau Twins o Ride. Pero no es que decidiera hacer algo más dream pop o shoegaze: fue algo que sucedió sin que yo lo pensara, una inspiración natural. Por supuesto me inspiré en ellos, pero también en Suicide”

Para la mayoría de los artistas la originalidad viene precedida de una fase de aprendizaje y de emulación. ¿Cómo describirías tu propio desarrollo y la transición hacia tu propia voz?

Siempre he intentado ser sincero con mi instinto. Cuando empecé a hacer música había gente que me decía que debería hacer algo más electrónico o que debería ir en esta dirección o en aquella. Al principio me sentía muy confundido porque no tenía mucha confianza en mí mismo. Pero luego, álbum tras álbum, me fui sintiendo cada vez más seguro con la producción y, sobre todo, con la composición. Cuando trabajo en un álbum intento no escuchar la música de otros artistas, porque hace que me sienta confuso. Así que me encierro en mi estudio y trabajo solo en mi música. Y cuando vuelvo a casa tampoco escucho música: pongo la radio para oír hablar de política, filosofía, noticias o lo que sea. Cuando termino un álbum empiezo a escuchar música nueva y antigua para inspirarme de nuevo. Cada LP es como una instantánea de mi vida. Es casi como escribir un diario: puedo escuchar un disco de hace siete años y saber al instante cuál era mi estado de ánimo. Eso es lo bonito de la música, que puede trasladarte a un recuerdo. Es casi como un olor: si hueles las galletas de tu abuela, regresas de repente a la cocina donde las oliste. Por eso aprecio mucho trabajar aislado en el estudio. Solo yo o, quizá, más adelante del proceso, con alguien que cante. Y tampoco lo toco para nadie, ni siquiera para mi novia o para algún amigo íntimo. Lo guardo para mí hasta que estoy satisfecho al 90%.

Ensayo y error. Foto: Sofie Nørregaard
Ensayo y error. Foto: Sofie Nørregaard

¿Cómo te convertiste en productor?

Simplemente porque quería hacer los sonidos yo mismo. Siempre he sido un gran admirador del “muro de sonido” de Phil Spector y la forma en que podía juntar cuatro pistas en mono y hacer que sus canciones y álbumes sonaran enormes. Yo quería hacer algo así y me hice productor por esa necesidad. Luego fue un proceso de ensayo y error durante diez o quince años, porque soy totalmente autodidacta.

“Shapes Of Marble”, una canción de tu segundo álbum, “Into The Great Wide Yonder” (2010), salió en “La piel que habito” (2011), la película de Pedro Almodóvar. ¿Cómo surgió esa colaboración?

Su agente o mánager me escribió un correo electrónico diciéndome que Pedro estaba totalmente loco por esta canción y que quería utilizarla no solo como algo que estuviera en un segundo plano, sino para una escena de dos minutos de duración sin diálogos. Yo era –y soy– un gran fan de Pedro Almodóvar y estaba muy emocionado. Me pidió que le facilitara todas las pistas de la canción; quería todo por separado: la batería, el bajo, la guitarra, los sintetizadores y todo lo demás. Así que se lo envié y él subió un poco las guitarras y en alguna parte también subió la batería para que encajaran mejor en una escena de motos con Antonio Banderas. Para mí fue un gran honor. Y luego, medio año después, Oliver Stone también se puso en contacto conmigo para utilizar otra de mis canciones, “Silver Surfer, Ghost Rider Go!!!”, para una de sus películas (se refiere a “Salvajes”).

“Siempre he sido un gran admirador del ‘muro de sonido’ de Phil Spector y la forma en que podía juntar cuatro pistas en mono y hacer que sus canciones y álbumes sonaran enormes. Yo quería hacer algo así y me hice productor por esa necesidad”

¿Cómo trabajas con tu banda? ¿Como un líder? ¿Como un jefe? ¿Como un dictador?

Al principio sí soy bastante mandón, porque tengo una visión muy personal de la música, de cómo debe sonar la guitarra o qué debe tocar el bajo. Le doy a cada miembro de la banda instrucciones específicas y les muestro lo que tengo en mi ordenador para que puedan escucharlo todo antes de juntarnos por primera vez. Pero mi idea de banda es que sus miembros aporten ideas y opiniones, así que es como un pimpón. El guitarrista dice “este ‘riff’ sonaría mejor si hago esto y lo otro”, y el batería dice “quizá deberíamos subir un poco el tempo para que esta canción funcione mejor”. Me encantan esos momentos porque dejo de ser un obseso del control y la música toma su propia vida. Eso es también lo bonito de tocar en directo. Yo no quiero que mi vida musical se haga con músicos de acompañamiento: quiero que sea una banda. Por eso ensayamos mucho, para probar distintas versiones de cada canción y ver cuál encaja mejor. A veces la versión en directo resulta muy diferente a la del álbum y eso es fantástico: es un poco aburrido que las canciones sean copias de lo que encontramos en el álbum. Además tampoco sería posible, porque en la canción a veces meto diez guitarras y en directo solo hay dos guitarristas, así que hay que elegir las cosas fundamentales de cada canción. ∎

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