Nina Cristante, chica de bar. Foto: Sergi Paramès
Nina Cristante, chica de bar. Foto: Sergi Paramès

Concierto

bar italia, seis grados de simpatía

El trío londinense aterrizó ayer en la sala (2) del Apolo barcelonés para sostener no solo la supervivencia de las guitarras entre los de siempre, sino la sorprendente campaña de afiliación entre recién llegados. Aterrizaron para presentar su quinto LP, un “Some Like It Hot” que fueron desmenuzando durante hora y cuarto en un show de claro signo ascendente. Hoy, turno para Madrid.

bar italia no podría haber aterrizado con mejor impulso en esta minigira española. Lo hacía apenas una semana después del buen recibimiento deparado a su “Some Like It Hot”, trabajo que desplegaron ante una atiborrada sala (2) de Apolo que los esperaba con impaciencia pese al poco recorrido temporal del álbum. Antes calentó la velada LeChatelier, el proyecto de Claudia García que bebe del pop electrónico. Guitarras enzarzadas en disonancias sintéticas que por instantes recordaron a propuestas tan nutritivas como Mk.gee.

bar italia no inventan la pólvora, pero lo que facturan tampoco resulta fácilmente indexable. Es difícil razonar la contradicción expuesta, pero en su música colindan elementos muy identificables con zonas que buscan deliberadamente un valor diferencial. Más categórico resultó el sorprendente apego que despiertan entre las nuevas generaciones: batallón de veinteañeros los arropaba. Sin duda, una estampa atípica en los tiempos del urban. Quiero pensar que muchos de estos vivieron sensaciones similares a las de aquellos que, a principios de siglo, presenciábamos un resurgir del rock de la mano de Bloc Party, The Libertines, Interpol y hasta los excedidos Muse. Reminiscencias que, para quien escribe, evocó la actuación de anoche. O puede que para los más mayores de la sala fueran The Cure, The Stranglers y Weezer. O Lana Del Rey y Kim Deal. Esa personalidad dispersa, a priori un mejunje, tiene mucho que ver con su personalidad tricéfala. Lo explicaban en la entrevista de Ana Dara Peña Giraldo que publicamos la semana pasada: formulan sin intervenirse entre ellos, componen en compartimentos separados y de ahí se entiende que su música absorba sin miramientos. Sobre el escenario los acompañaron batería y bajo solventes.

Jezmi Tarik Fehmi, Nina Cristante y Sam Fenton: slacker chic. Foto: Sergi Paramès
Jezmi Tarik Fehmi, Nina Cristante y Sam Fenton: slacker chic. Foto: Sergi Paramès

Siguiendo con los recuerdos personales: en “Bad Reputation” sonaron como unos The Libertines de resaca. En “Sarcoustica”, Jezmi Tarik Fehmi sustituyó su trepidante eléctrica por una acústica para intervenir con un medio tiempo sombrío (repetiría la operación en varios tramos). Durante buena parte, bar italia se mostraron bajo esa entonación arty y distante. Como navegando por un altiplano, sin sobresaltos. Pero también como si estuvieran controlando no sobrepasar el chivato de energía. Solo el juego de armónicos vocales –con la voz afectada a lo Robert Smith de Fehmi, la más emocional de Sam Fenton, y Nina Cristante como enlace de ambos– aportaba luminosidad al espectro de sonido. Porque lo suyo también puede ser una propuesta arisca, impregnada de turbiedad y con letras crípticas. Su falta de agarres melódicos, la exclusión de estribillos y progresiones no favorece la creación de un ambiente propicio para la experiencia colectiva.

Pero rectificaron en el último tercio del show. “Nurse!” fue el esperado punto de inflexión. Le siguió ese “punkt” que los encaminó hacia la actitud correcta. En “Eyepatch” se contagiaron de la ferocidad de los Bloc Party de “Helicopter” tras pasar una residencia en Nueva York. Volvieron a recuperar el rock más silvestre de su zona geográfica en “omni shambles”. Y hasta terminaron invocando al grunge en “rooster”. Una batería de temas que mejoraron sustancialmente las prestaciones ofrecidas hasta ese momento.

Fue el momento de la fugaz salida del escenario y, a la vuelta del bis, le siguió una intro atmosférica. “Missus Morality” los puso en la órbita del rock slacker. Y se despidieron descorchando las hormonas presentes al ritmo acelerado de ese “Cowbella” que los acerca tanto a The Clash como a The Breeders, o al eslabón torcido del britpop; ese “ha ha” como homenaje a unos Blur que tomaron posesión del hilo musical de la sala una vez los ingleses de múltiples nacionalidades abandonaron las tablas no parecía casualidad. ∎

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