Aterrizamos anoche en la sala Villanos de Madrid para ofrecer a Camera Obscura un cálido abrazo. El público estaba allí por la banda y la banda por el público. Ellos regresaban como si hubieran redescubierto sus ansias de actuar, mientras nos mecíamos con su eterna nostalgia twee-pop, sosteniendo la melancolía de madurar y estallando de gozo con temas como “French Navy” o “Lloyd, I’m Ready To Be Heartbroken”. Aunque Tracyanne Campbell y su tropa mantuvieron un perfil discreto, nos rompieron el corazón de todos modos y no podríamos estar más agradecidos.
Hace apenas una semana, Camera Obscura lanzaba su EP “Look To The Demos” solo unos meses después de presentar su sexto álbum de estudio, “Look To The East, Look To The West” (2024). Este lanzamiento representó un hito para los de Glasgow, tal como afirmó la cantante y guitarrista Tracyanne Campbell en la entrevista que mantuvimos con ella. Anoche, la banda se rencontró con el cielo de Madrid una vez más, esta vez en la sala Villanos. No lo hacía desde el 8 de noviembre de 2009.
Quizá todos anhelemos ser eternamente jóvenes, quedarnos atrapados en esa fase semiadulta alienada, y ayer, durante la casi hora y media del concierto, esta fantasía estaba más que justificada. No habíamos aterrizado allí para dictar un veredicto sobre la trayectoria de Camera Obscura ni para debatir cuál es su mejor álbum. Nos plantamos con los conocidos de siempre, que eran muchos, para celebrar que nuestro apego por la banda es real y permanece sólido después de tantísimos años: agotaron entradas provocando algún que otro llanto. Una atmósfera similar se desplegaba el pasado enero con la actuación de Heavenly en Madrid, otra de las bandas más queridas del twee-pop.
A las 21:30, tras la sesión de DJ Man Pop amenizando la espera, Camera Obscura hacía su aparición estelar con la intro de “Lady Luna” de Nora Orlandi. Se erguían como siempre los fundadores Tracyanne Campbell y el bajista Gavin Dunbar. A ellos se unía la nueva integrante Donna Maciocia –que ocupaba el lugar de la fallecida Carey Lander en los teclados, quien nos dejó por osteosarcoma el 11 de octubre de 2015– más el batería Lee Thomson y el guitarrista Kenny McKeeve, que han estado en la banda desde su debut. También se sumó el percusionista Tim Cronin, recurrente miembro del clan. Si has permanecido cerca de Camera Obscura durante tanto tiempo como nosotros, sabrás que no debes acudir a sus conciertos esperando un espectáculo de luces deslumbrantes ni acrobacias. No hubo ni presentación de la banda. De hecho, allí predominó un espíritu despojado de ostentación y mucho más austero o lánguido que en el pasado, pero conmovedor. Curiosamente todos iban de negro a juego con las paredes de la sala salvo en el caso de Thomson, que lucía una blusa oscura de cuadros.
Todo comenzó con “Liberty Print”, el emotivo sencillo que abre su nuevo álbum. El sonido, como esperábamos, mantenía su esencia intacta y más adulta que nunca, especialmente en los solos de guitarra de McKeeve. La batería, al principio algo prominente en la mezcla, se fue ajustando poco a poco hasta encontrar el equilibrio. Las cosas se volvieron aún más bellas con “Let’s Get Out Of This Country”, seguida de “Honey In The Sun”, que desató los primeros gritos y aplausos gracias a sus alegres toques de teclado, notas de trompeta al estilo de una gran banda y, por supuesto, la sincera voz de Campbell. Sus reflexiones sobre aquellos años en los que venían constantemente a España y recorrían todos sus rincones brindaron una dosis de realidad que no se alejaba de la cotidianidad de sus canciones, sumado a un agradecimiento profundo al sello madrileño Elefant Records.
“Denon”, también del último disco y con los coros de Maciocia, algo intimidada en su primera actuación en España, dio paso a “Tears For Affairs”, uno de los momentos particularmente memorables que permitió que la voz de Campbell brillara dejando al público en un estado de silenciosa reverencia. Tras un pequeño trago de agua de la líder, comparando la botella azul de Solán de Cabras con un bote de champú, uno de sus técnicos entró en escena para acompañar a Thomson a la batería en “Teenager”, lo que provocó un estallido de aplausos. Después de un breve intervalo para afinar, regresaron con dos temas más de su último lanzamiento: “The Light Nights”, donde las ovaciones se centraron esta vez en Maciocia por su contribución al teclado, y “Big Love”, con su característico sonido country en la melodía. Esta última funcionó muy bien y fue acogida con mucho cariño.
Campbell, que se iba alternando entre la acústica y una Telecaster negra de bordes blancos con su nombre impreso en ella, se despojó de las dos para acompañar a la banda con una maraca de huevo con forma de aguacate en “This Is Love (Feels Alright)” y su estética sonora propia de los años cincuenta. Cuando alguien preguntó qué hora era, bromeó diciendo que no se podía abandonar la sala porque estaba cerrada. Tras este momento de calma real, explotó el carácter más chispeante de “Swans”, seguida de los coros de “The Sweetest Thing” con su particular sonido de batería. Fue un precalentamiento para comenzar la tríada de canciones más populares de la velada y con la que la sala estalló en bailes, alabanzas y un tímido karaoke. Hablamos de la queridísima y suntuosa “French Navy” y sus trompetas que se desvanecen, de “Lloyd, I’m Ready To Be Heartbroken” con su aire de honky tonk que celebra la vulnerabilidad del amor y el deseo de abrirse al corazón, y de la inhibida “If Looks Could Kill”.
Tras su despedida, el contador de decibelios que se veía en lo alto desde las primeras filas se mantenía cerca de 100 con los aplausos para que la banda regresara. Lo hizo con una de sus canciones más bonitas, “James”, brillantemente interpretada. La fluida y expansiva “Come Back Margaret” funcionó muy bien y dio paso a “Razzle Dazzle Rose”, que se ha convertido ya en ritual para despedirse, cosa que hicieron entre el rasgueo y la distorsión de las cuerdas, junto a una trompeta que sonaba inmaculada.
Prácticamente tocaron todo lo que se esperaba que tocaran, pero dejaron atrás su primer tesoro lo-fi, “Eighties Fan”, y “I Love My Jean”, además de temas nuevos como “We’re Going To Make It In A New World” o “Look To The East, Look To The West”. Pero, sobre todo, habría sido genial escuchar “Pop Goes Pop”. Tal vez las letras de las más nuevas fueran menos familiares para algunos, pero eso no impidió que el público se dejara llevar, balanceándose en un éxtasis compartido, con todos no necesariamente deslumbrados pero sí emocionados. Sus canciones son lo suficientemente buenas como para que no necesiten hacer mucho, nos han marcado de manera portentosa y estábamos ansiosos por revivir esa conexión una vez más, con el plus de su reciente trabajo. La banda agradeció haberlos acompañado a lo largo de las diecisiete canciones y sugirió que podrían pasarse por Madrid no solo para empezar esta gira ayer, sino también para finalizarla. Estaremos atentos para hacerles hueco. ∎