Los Hermanos Cubero constituyen uno de los fenómenos más curiosos que se han dado últimamente en el panorama musical del estado español. Nacidos en Guadalajara y residentes en Cardedeu –cerca de Barcelona–, los gustos de Enrique Ruiz Cubero (guitarra y voz) y Roberto Ruiz Cubero (mandolina y voz) se han distinguido por su aproximación desde el genuino folclore de la Alcarria a los ritmos habituales de la región de los Apalaches norteamericanos, y concretamente hacia la tradición del bluegrass y el country.
Tras ganar el premio Agapito Marazuela en 2010, esta pareja no ha dejado de abrir nuevos caminos con su sencilla pero brillante mezcla acústica en la que las jotas, las seguidillas, las canciones de ronda y los romances se asocian con un estilo que no deja de aportar a ese patrimonio eminentemente popular un sabor del todo contemporáneo, y eso se nota sobre todo en las letras de las canciones del dúo.
Tras haber grabado ya varios discos, en ocasiones con numerosos invitados que les han mostrado la simpatía y admiración por lo aventurado de su empresa, Enrique y Roberto se han convertido en habituales de festivales multitudinarios que no acostumbran a prestar atención a la música folk e incluso han protagonizado el largometraje “La muerte en la Alcarria” (Fernando Pomares, 2015). Ahora le ha llegado el turno a la plasmación de su obra en un libro que viene a confirmar el carácter excepcional del camino seguido por estos dos hermanos.
El repaso al “Cancionero” de Los Hermanos Cubero está precedido por un prólogo del periodista y colaborador de Rockdelux Joan Pons, en el que manifiesta que su admiración por ellos se mueve entre “el desconcierto y el asombro”, y por una larga entrevista realizada a la pareja por el escritor Emilio Gancedo, en la que repasan su trayectoria y literalmente se desnudan como personas y como artistas. El libro lo cierra un epílogo firmado por la también escritora Elvira Valgañón, que asimismo tiene singulares calificativos para la música de Enrique y Roberto: “conmueve y desordena”.
Pero el apartado más importante es el que ocupa la segunda parte del volumen: las 37 letras que definen una forma personalísima de acercarse a la poesía. Hay que olvidarse de las músicas que visten a estos textos para apreciar su valor literario; un valor que va evolucionando disco a disco, partiendo de unas sensaciones más cercanas a las raíces de su tierra, que poco a poco van tomando compromiso social, para llegar a su cima con el disco “Quique dibuja la tristeza” (2018), en el que el mayor de los Cubero realiza un increíble ejercicio de catarsis en el que describe y emociona con sus lamentos por la prematura muerte de su mujer. ∎