Está bien sobado ya lo del flamenco electrónico, y lo que en cierto momento pudo parecer provocación y contracultura quizá a día de hoy es más bien un estándar para el género. Es tan lo que esperamos escuchar que pareciera que hasta un disco de cante jondo fuera hoy más innovador y revolucionario, y este problema ha de torear desde el minuto uno el debut largo de la cantaora jienense Ángeles Toledano, que por sus sencillos y colaboradores apuntaba a serlo desde un principio. Finalmente, y haciendo honor realmente a la trayectoria de Toledano, que ha criao su voz en tablaos y peñas flamencas y reconoce haber sido una estudiosa del cante, “SANGRE SUCIA” tiene más que ver con lo jondo que con lo electrónico, con la raíz que con el experimento. Y las maquinitas se limitan a componer a susurros un colchoncito ambient, un paisaje frío sobre el que empezar a dibujar.
Marca “ARAORA”, con ese muro sónico que enturbia y malencara, en cierto sentido, el rumbo, funcionando como una especie de canto de almuédano que sin embargo recupera una vieja canción de arar, conservada solo como grabación oral. Ese arrodillarse ante la tierra ha sido muy importante para que Toledano le diera sentido final al disco, como ha reconocido. Lo banal, lo mundano, la tierra mojada, se tratan con profundidad espiritual, con trascendencia religiosa en “SANGRE SUCIA”, y es ahí donde más flamenco el álbum resulta: los conceptos más simples adquieren entidades mágicas en cantes hechos para dignificar el día a día.
La parte ambient, diseñada con mimo por el productor Harto (C. Tangana, Antifan, Rels B, Erik Urano), viene para musicar esa cotidianidad. Se han dejado muchos ecos, puertas que se cierran, vientos ululantes, que refuerzan la organicidad del disco pero que del mismo modo recuerdan su condición contemporánea: en el fondo están tratados, y crepitan con un extrañamiento electrónico en la textura, robótica e inhumana. Alma y cerebro dialogan constantemente en “SANGRE SUCIA”, que quizá podría considerarse un disco de flamenco ambient, como se ve en “SOLEÁ”, en el fantasmagórico theremin que le hace los coros a la guitarra de Benito Bernal en “ERES GUAPA (✿´‿`) - Taranta” o en el final con “LA MISMA SANGRE DEL CUERPO - Romance”, una canción que va sobre la menstruación.
Se salen del guion más onírico los jaleos de “MAMA, TENÍAS RAZÓN”, rítmicos y acuchillados por ese enfoque de patchwork vocal que es fácil asociar con “Motomami” (Rosalía, 2022) o con “Medúlla” (Björk, 2004). O las alegrías de “X LAS NIÑAS”, que adoptan una forma más callejera. También una “SEGUIRIYA” que evoluciona en plan post-rock, siguiendo un poco la línea del proyecto más reciente de la cantaora, el supergrupo Ángeles, Víctor, Gloria & Javier. Pero pese a todo sí se mantienen, al menos en lo lírico, en la misma esfera de cercanía y rutinas.
Es interesante en este sentido cómo Toledano se reapropia cantes milenarios para adaptarlos lírica y conceptualmente a su propia vivencia, la de una mujer joven en el año 2024: cómo traslada unas alegrías a salir con sus amigas, cómo convierte una declaración de amor en una de amor propio o cómo le dedica a la regla un romance. Y cómo, seguramente a base de interiorizar todo aquello, ha logrado afilar el tono de su voz, agudizarlo y acomodárselo más allá de cómo se lo habían enseñado. Menos se entiende un interludio como “LA PALABRA EN LA BOCA”, una especie de clase de declamación con la poeta y escritora Sara Torres que se pone demasiado intensa, pero que sí acierta al reflejar esa intimidad entre mujeres que pretende conjurar todo el disco. La brujería sobrevuela su concepto, que tanto habla de hermandad femenina como de rechazo, mesticismo y heterodoxia: “Sangre sucia” es como se llamaba en la saga “Harry Potter” a los mestizos nacidos de no magos. Mestizos como Hermione, que desde esa posición de rechazo (y con una actitud tiernamente sabelotodo con la que Toledano, en cierto modo, se identifica) consigue convertirse en una de las brujas más poderosas del mundo. Ángeles va poco a poco, pero de momento al menos se ha sacado su primer graduado. ¡50 puntos para Gryffindor! ∎