Álbum

HAAi

HUMANiSEMute-[PIAS] Ibero América, 2025

Un día Teneil Throssell (nombre real de la australiana HAAi) estaba en el estudio con Jon Hopkins probando cosas con un plug-in de armonización vocal y cayó en la cuenta de que incluía una función curiosa, útil y al mismo tiempo siniestra: “Humanize”. “La idea de algo completamente sintético intentando hacer el sonido de una persona aún más ‘humano’ me pareció una locura”, confiesa ella misma en la nota que acompaña a su segundo álbum. Y detonó en ella un impulso de exploración. Una quest en busca de lo que nos hace humanos en un mundo cada vez más tecnologizado y, sobre todo, cada vez más dependiente de la tecnología. El resultado es “HUMANiSE”, un disco en el que la productora ahonda aún más en la faceta orgánica que ya desplegó en “Baby, We’re Ascending” (2022), su debut largo con una voz propia más allá de mixes y sesiones de DJ, y en el que abre su laboratorio sonoro a un amplio grupo de amigos humanos que la conectan con la comunidad queer –el propio Jon Hopkins, Alexis Taylor de Hot Chip, la cantante Obi Franky, el rapero KAM-BU, el artista Kaiden Ford y el poeta James Massiah– y a dos coros –las TRANS VOICES de ILĀ y uno de góspel dirigido por Wendy Rose– para armar una especie de ejército ante la amenaza de la deshumanización.

El fondo de este disco es, de hecho, una idea expuesta en la presentación en directo del álbum en Drumsheds –un complemento imprescindible; si pudiera girarse… ¿sería uno de los conciertos del año?–, junto a casi todos sus colaboradores, y que se relaciona con lo visto en “Drums Of Death” de FKA twigs: con todos nuestros recursos, físicos y mentales, puestos al servicio casi esclavo de un capitalismo tecnológico –pues nosotros mismos contribuimos a nuestra propia esclavización a través del uso de la tecnología, como recordaba por ejemplo el pensador Byung-Chul Han en los Premios Princesa de Asturias–, la resistencia pasa, más que por una reapropiación de los elementos tecnológicos para construir algo humano, por una confrontación real. La mujer contra la máquina: ante la avalancha de glitch techno e IDM de “Satellite”, una coral de voces femeninas, y ante las amenazas cibernéticas de la homónima “HUMANiSE”, la voz incólume de HAAi, resistiéndose incluso a ser replicada; ante el Muro Negro de “Cyberpunk 2077”, el muro de voces de Brian Wilson y las polifonías quirúrgicas de “Motomami” (Rosalía, 2022).

En esta línea, “HUMANiSE” apuesta por reforzar el componente emocional de la propuesta de la productora australiana, poniendo énfasis en las melodías brillantes, en la voz humana y en los ritmos expansivos, y quizá por eso “Can’t Stand To Lose” recuerda a algunos de los mejores momentos de la indietrónica. Y aunque aún atraviesa lagunas ambient techno, por ejemplo en “All That Falls Apart” o en una “Rushing” que recoge y contiene a los mejores Moderat, estos son más bien interludios que contribuyen a una narrativa mucho más orientada a las canciones, a construirlas desde los preceptos de la música club a la manera de la Kelly Lee Owens de “Dreamstate” (2024) o del emo house de Fred again.. En “Baby, We’re Ascending” la voz ya era fundamental, pero aquí es el núcleo en torno al que orbita todo, y la intención trance que marcaba aquel primer trabajo se abandona aquí en favor de un sonido más vívido, menos onírico, más físico y afianzado al suelo. El espíritu sigue siendo, eso sí, esencialmente progresivo, codificado en los parámetros de esa electrónica plenairista y eufórica pero al mismo tiempo gloriosamente introspectiva de Bicep. Y la pregunta que queda es si, ante un entorno clubber que quizá no es precisamente euforia y distopía lo que necesita, no era precisamente esa idea de trascender a través del club lo que hacía de la música de HAAi algo más especial, y no tanto su intención conectiva y emocional.

En cualquier caso, este “HUMANiSE” tiene más que ver con aquellos discos –“Into The Great Wide Yonder” (2010) o “Lost” (2013)– en los que Trentemøller se dedicaba a hacer algo parecido a canciones, que aterrizaban en una tundra de minimal techno, dream y art pop, y al final son las dinámicas oscuras y los giros experimentales lo que se impone, aunque nunca parezcan los verdaderos protagonistas. El propio disco es una sorpresa: tras una primera mitad que pone énfasis en la euforia y la luz, resulta que el viraje es diametral hacia una oscuridad y una introspección mucho más interesantes en su segundo LP, con una apertura magnífica, “Go”, en forma de seudo trip hop ciberpunk con discurso feminista; cuando el pulso es más hacia dentro y la energía se contiene, “HUMANiSE” mejora, y deja ver más las virtudes de la que es una grandísima productora. Antes de la pieza de ambient que cierra el disco, un canto de amor a la comunidad queer recitado por Kaiden Ford a través de una señal de radio interferida, “New Euphoria” resume de algún modo estos nuevos principios, convirtiendo una coral minimalista y una balada de desamor sintético de Alexis Taylor en una catarsis de microhouse e IDM que cofirma Jon Hopkins, y que de hecho podría encajar perfectamente en su “Immunity” (2013). En la tormenta de sintetizadores crepusculares, bajos implosivos y colapsantes, bases narcotizadas, breaks y bombos techno líquidos, HAAi trata de hacer valer a su familia, y a su propia humanidad. En la pista de baile “we laughed, we kissed, we cried, we conquered”. ∎

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