Por si había quedado alguna duda,
Jerrilynn Patton está de dulce. No solo eso: en terreno electrónico, salvo Burial y Moon Wiring Club, no hay quien le tosa hoy en día. Hitos del calibre de
“Dark Energy” (2015) y
“Black Origami” (2017) la auparon al cajón más alto del footwork, género que está evolucionando en base a lo que ella dispone; incluso en proyectos como
“Autobiography”, pensado como
score para la compañía de baile del coreógrafo británico Wayne McGregor.
Resuelta a aumentar los márgenes rítmicos, surgen brotes inauditos, como
“Mutation”, que subrayan un hecho: la de Indiana ha trascendido los corsés del footwork. Su imaginación quiebra el canon de estilo. En
“Annotation” es capaz de resumir en cuatro minutos lo que a la mayoría de figuras del género les puede llevar toda la vida. Lo mismo se puede decir del resto de un temario donde juega con materia
fourth world y destapa fallas polirrítmicas por donde volcar ecuaciones de una complejidad únicamente posible desde su percepción tridimensional del sonido. Bajo este prisma, es capaz de ensamblar puzles imposibles como
“Carbon 12”,
“Permutation”,
“Unorthodox Elements” o
“Kundalini”; estas dos últimas, filigranas footwork donde resalta un refrescante candor arábigo. Muescas de un todo que, aunque parezca imposible, supera en ideas a sus predecesores y la refuerza en su andar mesiánico. ∎