Álbum

JPEGMAFIA

I LAY DOWN MY LIFE FOR YOUPEGGY-AWAL, 2024

Ese título de connotaciones bíblicas –similar y casi tan hermoso como el del último álbum de ANOHNI And The Johnsons– no podía sino anticipar un trabajo lleno de recovecos emocionales, apuntando hacia la desnudez confesional. Porque el poso que deja “I LAY DOWN MY LIFE FOR YOU” es sobre todo ese, el de un JPEGMAFIA abriéndose como nunca a medida que el minutaje de su quinto álbum de estudio va haciendo mella, tanto en el oyente como en su propio reflejo. Antes de llegar a ese final, claro está, el camino viene lleno de alambre de púas, baches y brincos sonoros, sacando la cabeza para hincar los dientes a sus enemigos o incluso a sus fans, cargar contra los extremismos religiosos y políticos o el cuerpo militar de su país –Barrington DeVaughn Hendricks sirvió en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos–, y, por supuesto, aletear por los rincones de la cultura online.

Tras el fastuoso ejercicio de sampling de “SCARING THE HOES” (2023), su brocha digital en el último disco de Armand Hammer y su controvertida participación en el “VULTURES 1” (2024) de Kanye West, JPEGMAFIA consolida aquí su talento iconoclasta como rapero y, sobre todo, productor, abogando por un concepto bicéfalo, lleno de dualidades. Empezando por una convivencia entre guitarras eléctricas y acústicas que viene a simbolizar los dos polos en los que se mueve el álbum: uno, el dominante, basado en el maximalismo y la introducción del heavy metal como detonador ruidista de sus bases; mientras que el otro, reservado casi por completo al tramo final, ahonda en esa faceta más soulful con la que poder enfrentarse a su ego sin excusas ni asideros. La inclusión constante de cuerdas a modo de orquestación cinemática de fondo, además de la omnipresencia de una percusión sin igual en el hip hop actual –Ye sabía bien lo que quería de Peggy–, ornamentan y trazan la dirección de unos beats sin GPS aparente, a cada cual más excéntrico, con un puñado de capas y puntos de rotura para dar con canciones que son dos, o tres, o hasta cuatro en una. Vanguardia y colisión de géneros al límite de una sensación de horror vacui que más que abrumar invita a ahondar en cada marco. A ello.

Los riffs metaleros asaltan desde la inicial “i scream this in the mirror before i interact with anyone”, título antisocial para la presentación de un JPEG en modo villano, y siguen marcando el ritmo del collage de “SIN MIEDO”, aupado por un ocioso y nostálgico sample vocal: el rap de los noventa se encuentra con el futuro vía electro en el spring break más punk y groovy de la historia. Nada que no hubiera avisado el primer single, “don’t rely on other men”, cuya propuesta ominosa –¡esas campanas!– ha sido recortada y vampirizada para mejor con la incorporación de arreglos de cuerdas en el outro. Lo que sí es una auténtica sorpresa es la incursión en el funk brasileño de “it’s dark and hell is hot”, una de las mayores rarezas de un álbum lleno de rarezas. Antes, como preparando el choque, “I’ll Be Right There” había rebajado la intensidad con un punto funky electrónico, algo psicodélico, dejándose llevar por los coros R&B de un sample de Jade. Única concesión en medio de una tormenta que no amainará hasta que las trompetas enfáticas de “JPEGULTRA!” y el spoken word dinámico de Denzel Curry dejen paso a un tramo dominado por una suave guitarra acústica y las cuerdas, de nuevo, allanando el terreno hacia una parte final del álbum mucho más etérea: “loop it and leave it” se acuna a sí misma con un arpa en plena armonía con la percusión, “Don’t Put Anything On the Bible” se abandona a la voz angelical de Buzzy Lee durante más de dos minutos, y cuando Peggy entra lo hace con el flow más plácido de toda su carrera. “i recovered from this” cierra el disco en el mismo tono, o incluso en uno más íntimo, reinterpretando a modo de coro una canción de Janet Jackson, con el rapero reconociendo que se encuentra perdido, apuntando hacia su salud mental y la falta de conexiones verdaderas –“I can’t do one hour a week, I think I need more help / (...) / One hour a week ain’t enough for me, I think I need a friend”– o a una dolorosa ruptura amorosa –“I can’t believe that this ho got me breakin’, I’m breaking like this”–.

Terminando en una nota así de vulnerable, es bastante llamativa otra dualidad que sugiere el disco, aunque ya casa con la idiosincrasia discordante tanto de JPEGMAFIA como del propio trabajo: “I LAY DOWN MY LIFE FOR YOU”, por momentos, parece diseñado para alargar a modo de spin-off el beef entre Kendrick Lamar y Drake, atacando al segundo de forma directa en “New Black History”“When I come around better stare at the floor (...) ‘Specially when y’all cashing out for PDFs and rapers (No Drizzy)”– e “it’s dark and hell is hot” –“If I show you a Drac’, I ain't playin’ with kids”–. Ilustre hater de la estrella canadiense, JPEG también aviva aquí su grosera contienda con Freddie Gibbs, además de inundar sus letras de desconfianza hacia antiguos amigos y gente de su entorno, e incluso burlarse de otros raperos underground, moldeando una sensación paranoica de él contra el mundo, de estar totalmente aislado. Al final, más que ante un posible título alternativo como “SCARING THE OV-HOES” –si has escuchado el “Not Like Us” de K.Dot, entenderás la referencia–, estamos ante algo así como “La crucificción de Peggy”, en la que los golpes al aire terminan dando paso a la soledad y la depresión de un hombre incapaz de mirarse al espejo –leitmotiv del disco–, reconocerse y perdonar sus pecados, y cuyo sacrificio vital –al que apela el título– se limita a su lado artístico, descuidando su vida privada.

En el fondo, todo esto no deja de ser una dicotomía entre lo superficial y lo espiritual, entre lo profano y lo sagrado, que, en cierto modo, también encuentra una traslación casi ontológica a lo largo del álbum, más allá incluso de la frontera sonora entre la agresividad doom y los pasajes soul. Tanto “vulgar display of power” como “Exmilitary”, ambas extraordinarias, tienden puentes con el legado de Wu-Tang Clan: la primera interpolando a Method Man –“I bring the pain, I bring the pain”– para llevárselo a un concierto de Pantera, y la segunda tomando el mismo tema que RZA usó para construir el beat de “Tearz”, con la osadía de superar a uno de los grandes maestros a base de desfachatez e inventiva. Pero aparte del legendario colectivo de Staten Island, otra figura icónica del rap saca la cabeza por aquí un par de veces: Future. Si Wu-Tang es lo sagrado, el trapero de Atlanta representa lo secular. JPEGMAFIA lo abarca todo y en “New Black History”, vía un sample que Vince Staples –invitado en la canción– ya introdujo en uno de sus temas, mete a Future, al propio Vince y a sí mismo como nombres fundamentales para entender esta etapa contemporánea del hip hop. Aunque lo más interesante llega en “either on or off the drugs”, que, más allá de regalar probablemente el momento más bonito de todo el álbum, se revela como el epítome de toda esta amalgama de referencias: el tema samplea una canción de soul setentero hecha con Inteligencia Artificial a partir de una letra de Future. Una cosa bastante increíble que, en este caso, más que escepticismo despierta excitación por ver qué pueden crear los productores de hip hop si tiran por esta vía. JPEGMAFIA, para variar, ha sido de los primeros en tener el descaro de hacer algo así. Otra razón más para darle su corona, aunque, viendo el viaje tortuoso de este álbum, esta esté llena de espinas. ∎

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